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Carlos Ravelo Galindo, afirma:

Tiene usted don Eduardo Sánchez Madrid –entre paréntesis gran musico y mejor pianista—la razón.

Sabia Virtud de conocer el tiempo, del gran Renato Leduc, es un soneto, que lo hicieron canción.

Y nos recuerda don Josué Beutelspacher que un día como hoy, en 1914, murió Paul Von Heyse, Premio Nobel de Literatura 1910.

“Si discutieran la cabeza y el corazón, acabaría por decidir el corazón. La pobre cabeza cede siempre, porque es la más prudente”. 

Con todo respeto, pero en conocimiento de gritos y sombrerazos, que de vez en cuando se dan en reuniones o asambleas, por parte de la divergencia, nos atrevemos a sugerir para atenuar su rabia, la mejor forma de calmar la ira.

Los de enfrente se mueren de risa. Mientras otros lloran.

Se ha demostrado una y otra vez que el humor y la risa son herramientas poderosas para reducir los niveles de estrés y disolver la ira.

Casi por definición, el humor representa una forma diferente de percibir las cosas.

Una broma o una risa compartida pueden aliviar la carga pesada de la ira porque de repente ves el problema desde una perspectiva completamente diferente.

El momento en que cambia nuestra percepción fundamental de algo se llama cambio cognitivo. Puede hacer que una situación frustrante parezca tonta y menos significativa.

Sin embargo, una advertencia importante es que el humor es eficaz para disipar la ira cuando se dirige a una situación y no a una persona.

La ira es una emoción frecuentemente incomprendida.

Es común creer que es destructiva o que es el resultado de una mala actitud, pero la verdad es más complicada que eso.

La furia no solo es humana, sino que también es una función necesaria. Cuando se gestiona correctamente, incluso puede producir algunos resultados positivos.

Aceptar que la irritación es parte de la vida y conocer su verdadera naturaleza es clave para utilizar esta emoción inevitable de manera efectiva.

Los siguientes hechos sobre el furor pueden cambiar su punto de vista sobre esta emoción incomprendida.  

Uno de los conceptos erróneos más comunes sobre la ira es que sentir ira es malo.

Los hechos son bastante diferentes, ya que la ira es una emoción importante que está ahí para alertarnos de que algo anda mal.

Los adultos y los niños experimentan la ira de manera diferente. Los niños, en su mayoría, sienten la ira como frustración.

 Por ejemplo, se enojarán cuando no puedan tener algo que quieren cuando lo quieren.

Los adultos, por otro lado, se enojan cuando se sienten fuera de control.

La ira en sí misma no es una emoción mala o peligrosa, siempre y cuando la aborde y comprenda los problemas subyacentes que trata de señalar.

Al final del día, la ira puede motivarnos a responder a la confrontación, la injusticia y otros problemas.

Averiguar por qué nos sentimos enojados es el primer paso para cosechar los beneficios de esta emoción.

 La ira tiene un fuerte componente físico.

 La ira es una emoción que se manifiesta a través de fuertes sensaciones físicas: músculos tensos, dientes apretados, latidos cardíacos rápidos y palmas sudorosas.

 La ira desencadena la respuesta de lucha o huida del cuerpo, al igual que lo hacen el miedo, la emoción y la ansiedad.

Las glándulas suprarrenales inundan el cuerpo con hormonas del estrés, como la adrenalina y el cortisol.

Luego, el cerebro desvía la sangre hacia los músculos en preparación para el esfuerzo físico.

Estas reacciones físicas pueden hacernos sentir como si la ira nos controlara, pero tratar de resistirlas solo empeorará las cosas.

Según los expertos en salud mental, el mejor curso de acción es permitirse sentir plenamente lo que está presente.

Apoyarse en esas sensaciones y expresar su enojo en lugar de tratar de ocultarlo calmará su sistema nervioso más rápido.

 La ira y los arrebatos incontrolados pueden dañar la salud de tu corazón. Si bien expresar de manera constructiva su enojo es físicamente beneficioso, arremeter no lo es.

 Los problemas para controlar la ira y los arrebatos de ira pueden tener consecuencias dañinas e incluso peligrosas.

La ira es más dañina físicamente para la salud cardíaca.

Un estudio publicado en el European Heart Journal encontró que el riesgo de un ataque cardíaco se duplica en las dos horas posteriores a un arrebato de ira, y también lo es el riesgo de sufrir un derrame cerebral.

Otro estudio encontró que las personas propensas a la ira como rasgo de personalidad tenían el doble de riesgo de enfermedad coronaria que sus compañeros menos enojados.

La buena noticia es que puedes aprender a controlar esas explosiones furiosas.

La respiración profunda y las habilidades de comunicación asertiva son dos herramientas útiles cuando siente que está a punto de perder los estribos.

 El perfeccionismo a menudo conduce a la ira. Esforzarse por hacer siempre lo mejor es una cosa, pero creer que necesitas ser perfecto es algo completamente diferente.

Algunos aspectos del perfeccionismo nos ayudan a avanzar hacia el éxito, pero esta cualidad también tiene un lado oscuro.

En las últimas dos décadas, ha habido un aumento en el número de estudios que exploran la relación entre el perfeccionismo y la ira.

Uno de esos estudios encontró que el perfeccionismo autodirigido está asociado con la ira y la frustración con uno mismo, mientras que el perfeccionismo prescrito socialmente está relacionado con la ira dirigida hacia los demás.

Aprender a reemplazar la autocrítica con compasión y permitir la imperfección es un proceso largo, pero definitivamente vale la pena el tiempo y el esfuerzo.

No debemos, con gritos y sombrerazos, querer imponer un criterio inoperante, por no aceptarlo la mayoría.

Mejor fumate un cigarro, ya no de mota o una copita de anis. Para que seas feliz.

craveloygalindo@gmail.com