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La generación de mis padres, la mía y la de mis hijos, no tienen la misma jerarquía de valores.

El comportamiento se regía en base a un fundamento religioso. El miedo, el chantaje y la culpa eran los puntos de apoyo de la conducta. Nos recordaban a cada momento: “¡Dios te va a castigar!” Muchos sufrimos castigos injustos, los Derechos Humanos brillaban por su ausencia, la creencia era: “la educación con sangre entra” Hoy en día todo es motivo de denuncia. Cualquier palabra, saludo se mal interpreta como violencia de género.

En lugar de avanzar retrocedimos, sé cultiva una confusión para que las mujeres odien a los hombres.

En la actualidad, los Derechos Humanos están en todas partes, sin embargo, nos fuimos al extremo; los hijos se han vuelto irrespetuosos, del autoritarismo de antaño pasamos a la permisividad. Hoy en día tenemos crisis en la familia, la escuela y la sociedad.

Los hijos conocen sus derechos y no aceptan obligaciones.

Ser madre era el deseo de muchas mujeres, sin embargo, en la actualidad, muchas no desean ser madres, no quieren cargar con la responsabilidad de un hijo, saben de la angustia, la fatiga de criar a un hijo.

Actualmente ser madre es más difícil, con el temor de “traumarlos” la autoridad perdió fuerza, los hijos imponen su voluntad, la falta de respeto a la autoridad es un gran problema en la vida moderna.

El rol de la madre ha estado definido en la crianza y la educación de los hijos, acompañada de un padre proveedor comprometido con la responsabilidad de su familia.

Sin embargo, cada día más mujeres se incorporan a la fuerza laboral. Tres de cada diez son jefas de familia como madres solteras o divorciadas. En las familias uniparentales los hijos pierden padre y madre, la madre pasa a ocupar el rol de proveedor, los niños al mes de nacidos ingresan al cuidado de la guardería. Las madres viven agotadas, sufren tensión, estrés, ansiedad y hasta mal dormir.

En las grandes ciudades las horas del día resultan insuficientes para realizar las labores cotidianas. Aún con el ahorro en tiempo de los pañales desechables, la comida preparada, por la falta de descanso, sufren agotamiento y depresión.  Decía mi abuela: «cuando Dios te dé un hijo tiembla de la responsabilidad, porque tu vida no volverá a ser la misma».

Las madres del Siglo 21 tienen un deber enorme con los hijos, necesitan ser sensibles para expresar sentimientos y firmes para poner límites.

Para esta labor son necesarias herramientas que se adquieren al tomar conciencia, los enemigos son crueles: la cultura desechable, el consumismo, el hedonismo y el vacío existencial.

Herramientas que deben transmitir las madres para educarlos como buenos ciudadanos:

El desarrollo del carácter es la base en las sociedades democráticas. Está sustentado en la autodisciplina, los valores y en el autodominio. La base del carácter es la automotivación y el entusiasmo por los deberes: asistir a la escuela, al trabajo, cumplir las tareas, y fortalecer la voluntad.

La autoridad debe transmitir valores como:

*Honestidad, en la familia y fuera de ella.

*Comunicación, saber escuchar y expresar sentimientos.

*No te esfuerces en repetir todos los días se aprende viendo.

*No le digas no fumes, no bebas, no griten, si te ven todos los días haciéndolo.

*Responsabilidad como principio básico.

*Tolerancia al aceptar que no todos pensamos igual. *Cooperación, amor y gratitud son principios básicos. *Solidaridad, mostrar compasión en su familia, a las personas vulnerables y muy importante a la naturaleza. *Amor, a sí mismo, a la familia, a sus raíces, a su Patria; la seguridad y confianza en sí mismo es la base de la autoestima. A sus raíces les da sentido de pertenencia. *Educar en equidad de género: niños y niñas, mujeres y hombres tienen las mismas obligaciones y derechos sin discriminación de raza, credo y cultura de manera justa y equitativa. Hombres y mujeres no somos iguales, no somos tan diferentes, somos complementarios.

rosamchavez@hotmail.com

Twitter X @DrRosaCh