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Comer, amar y rezar, son los rituales más importantes de nuestra vida. De estos tres, la comida es ritual preferido de las fiestas decembrinas, dado que nos permite afianzar nuestros lazos familiares,  

La Cena de Navidad, es un agasajo gastronómico durante el cual saborearnos platillos únicos, resultado de un delicioso sincretismo de olores, sabores y sazones, que provienen de la cocina prehispánica, europea, africana, libanesa,   

Y como las abuelas, a veces desprecian a los pavos congelados de los superes, se ha sustituido al guajolote con el pollo asado, bacalao, romeritos, tamales y hasta  empanadas de todo tipo, incluso de mirilla, camarones y cazón.

Y en cuanto a bebidas, perdura la influencia inglesa del “ponch” o ponche, al que mexicanizamos agregándole tejocotes, caña, lima, guayaba, manzana, cáscara de naranja y un piquete de aguardiente.  

Los buñuelos como postre no faltan. Ellos  provienen de una antigua tradición de los  romanos, quienes con sus manos, elaboraban bolas de harina, que al amasarlas con los puños los, llamaron “puñuelos”.  En España, desde el siglo XIV, se conocen a los  buñuelos; aquí los empezamos a comer después de colonizados pero a nuestro estilo: rociados o remojados con miel de piloncillo. 

Las posadas, como la colación son indispensables, durante las festividades navideñas. 

Las posadas, surgen ex profeso como un mecanismo de evangelización y la colación proviene de la palabra latina collage o alimento que se les proporcionaba a los monjes durante las lecturas que el padre Prior realizaba en los conventos.

Para finalizar, el cuento de las flores de Noche Buena. 

Érase una niñita campesina que lloraba, camino a la iglesia, porque no tenía  un regalo para dejar en el pesebre del recién nacido Niño Jesús.

Entonces un ángel se le apareció y le dijo: “Querida niña, camina hacía la maleza y ahí cortas todas las hierbas que quieras y luego las depositas en el altar, donde está el Niño Jesús”.

Y ahí tienen ustedes que la  pequeña siguió al pie de la letra la indicaciones del ángel, fue al campo cortó unas ramas secas, regresó a la Iglesia y justo, al tiempo de   arrodillarse frente al altar del Recién Nacido, el manojo de feas hierbas que traía entre sus manitas, se convirtieron en un hermoso ramo de flores rojas, a las cuales ella llamó “Flores de  Noche Buena” 

¡Feliz Navidad…!

taca.campos@gmail.com