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“Anciano querido es como un invierno  con flores”.

Ancianos de todo el mundo en Navidad esperan ansiosos en asilos o residencias, la visita de sus familiares, pero la triste realidad es que pocos aparecen. Están ocupados o no tienen ganas de visitarlos  y los abuelos pasan las fiestas decepcionados, tristes, amargados, es más, algunos se dan por vencidos y  mueren: (Enero y Febrero desviejadero). 

Y a propósito voy a compartir con ustedes la siguiente historia que es real. 

En el asilo donde vivía se le conocía por “la viejilla chillona”.  A las enfermeras les deprimía atenderla mientras ella suspiraba y lloraba por horas viendo sin ver, una pared húmeda, que según la triste anciana era su ventana.

En ocasiones murmuraba algo y tomaba el viejo lápiz que se mantenía sobre su buró y escribía en unas hojas arrugadas de papel.

Cuando murió, precisamente en Navidad, el personal del asilo, al asear su dormitorio,   encontró una carta, de la cual les transcribiré algunas líneas.

Escribió la anciana:

¿Qué piensan hijos, nietos, bisnietos cuando me ven?…¿Que soy una vieja chillona arrugada, deprimida, de cuerpo flaco, encorvado y mirada distante, a quién la comida le cae por la comisura de los labios, causando repulsión?

¿Es eso lo que piensan?…. ¿Es eso lo que ven?…. Pues entonces abran los ojos, familia y también enfermeras: ¡ustedes no me ven! 

Yo soy una niña de 10 años, con padre y madre, hermanos y hermanas, que me quieren. Una chica de 16 con alas en los pies, que sueña con encontrar pronto el amor. Una novia con 20, a la que el corazón le brinca.  Que con 25 ya tiene sus propios niños, a los que educa y da un  hogar seguro. Una mujer de 30, cuyos hijos crecen rápido, unidos con lazos que han de durar. 

Con 40, mis jóvenes hijos han crecido y se han ido. Pero mi marido está conmigo para que no entristezca. Con 50 vuelven los bebés en mi regazo….70 años  y días oscuros, mi marido ha muerto. Miro al futuro y me estremezco. Mis hijos tienen sus propios hijos. 

Yo soy ahora una vieja. La naturaleza es terrible. Me río de mi edad como una idiota, mientras mi cuerpo se viene abajo. Gracia y fuerza se despiden.  Ahora solo queda una piedra, donde latía un corazón. Pero en esta vieja  aún vive una mujer joven. 

Me acuerdo de las alegrías, me acuerdo de las penas. Y vivo y amo, todos los días. Pienso en los años que se fueron tan rápido. Así que abran los ojos, mírenme…. ¡Véame a MÍ!”

Esta conmovedora historia, motiva a la adopción de un anciano solitario en esta Navidad y también el Fin de Año, para convertir  su invierno en primavera. 

Ahora que si se topan conmigo mucho se los agradeceré, pero a mí ya me adoptaron. ¡FELIZ NAVIDAD Y MARAVILLOSO AÑO NUEVO! 

taca.campos@gmail.com