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Augusto Gómez Villanueva.

¿Qué hacemos con un presidente que tiene vocación de zapador?

Su acción demoledora de las instituciones de México ha llegado al extremo del abierto enfrentamiento con el Poder Legislativo al calificar a los diputados que votaron en contra de su Reforma Eléctrica, como traidores a la Patria.

Nos encontramos ante un líder cuya emotividad es dominante en su mente y lo imposibilita para ejercer el mando con serenidad.

¿Habrá leído el texto de la Constitución que establece cuando se califica a un ciudadano mexicano como traidor a la Patria?

O bien, se dejó llevar por la impotencia del coordinador de la fracción parlamentaria morenista, quien, en medio de una guerra de insultos y adjetivos calificativos, la última degradación de su ira impotente lo llevó al extremo de la ruptura.

El presidente tal vez no calculó que estás frases impregnadas del odio y la revancha histórica, pueden conducir al país al riesgo de quebrantar la paz social y generar la chispa que incendie la anarquía que puede ser incontrolable frente a la pasión desbordada en los próximos comicios electorales, que anuncian la tormenta de 2024.

Su lenguaje mañanero, encontró en la fracción de Morena en la Cámara de Diputados, la yesca que encienda el recinto qué tendrá que discutir y aprobar sus próximas iniciativas de ley anunciadas como la reforma electoral y la incorporación de la Guardia Nacional al Ejército.

A los supuestos traidores a la Patria, tendrá que pedirles perdón para que sus próximas iniciativas de ley, entre ellas la Ley de Ingresos y Presupuestos, para que se pueda llegar a acuerdos necesarios ante los presagios que se avecinan de una crisis económica que no trascienda a una crisis social que ponga en riesgo la paz en México.