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 (Nuestro apreciado y respetado amigo, colaborador de Candelero, don Hugo Salinas Price, motivado por la tremenda situación que México sufre por la pandemia de Covid-19, nos envía para que difundamos esta recomendación que, a nivel mundial, hace el doctor HarveyA. Rish y que, por su relevante trascendencia, publicamos íntegra para que ojalá resulte útil en beneficio de México y obviamente de todos los mexicanos).

Por: Harvey A. Risch*

Como profesor de epidemiología en la Escuela de Salud Pública de Yale, he escrito más de trescientas publicaciones revisadas y avaladas por especialistas médicos, y actualmente ocupo importantes cargos en los consejos editoriales de varias revistas líderes en medicina. Por lo general, acostumbro a coincidir con las posturas que comparte toda la comunidad médica, y por eso me desconcierta descubrir que ahora, en medio de una crisis, estoy abogando por un tratamiento que las evidencias respaldan por completo, y que, a pesar de ello, ha sido descartado por razones que nada tienen ver con la correcta comprensión de la ciencia médica. Y como resultado, decenas de miles de pacientes con Covid-19 mueren innecesariamente.

Afortunadamente, esta situación puede revertirse pronto y fácilmente.
Me refiero, por supuesto, al medicamento Hidroxicloroquina. Cuando este medicamento, muy económico y de prescripción oral, se administra en la etapa temprana de la enfermedad, antes de que el virus se haya extendido fuera de control, ha demostrado ser altamente efectivo, especialmente cuando se administra en combinación con los antibióticos Azitromicina o Doxiciclina y un complemento nutricional de Zinc.

El 27 de mayo, publiqué un artículo en el American Journal of Epidemiology, titulado «Tratamiento ambulatorio temprano de pacientes de alto riesgo con Covid-19 sintomáticos, que debe ser utilizado de inmediato como clave para resolver la crisis pandémica» (3). Ese artículo, publicado en la revista de epidemiología más importante del mundo, expone cinco estudios que demuestran beneficios significativos y contundentes para los pacientes observados, además de existir otros estudios extensos que comprueban la seguridad de utilizar estos medicamentos.

Los médicos que han estado usando estos medicamentos a pesar del escepticismo generalizado, son verdaderos héroes. Estos médicos han actuado como la ciencia indica que deben hacerlo, en beneficio de sus pacientes, a pesar de enfrentar, a menudo, un gran riesgo personal. Yo mismo conozco el caso de dos médicos que salvaron la vida de cientos de pacientes con estos medicamentos, y que ahora luchan contra las Juntas Médicas Estatales para salvar sus licencias y su reputación. Y los procesos en su contra carecen por completo de base científica.

Mi artículo original en el American Journal of Epidemiology está disponible gratis en Internet (3), y animo a los lectores, especialmente a los médicos, enfermeras, asistentes médicos y terapeutas respiratorios, a buscarlo y leerlo. Mis notas de seguimiento están ligadas al documento original.
Y además de estos estudios con pacientes individuales, hemos visto lo que sucede cuando estos medicamentos se utilizan en grandes poblaciones. Podríamos decir que éstos han resultado ‘experimentos no planeados’. En el estado de Pará, al norte de Brasil, las muertes por Covid-19 aumentaron exponencialmente hacia fines de mayo. El 6 de abril, la red de hospitales públicos compró 75,000 dosis de Azitromicina y 90,000 dosis de Hidroxicloroquina, y durante las siguientes semanas, las autoridades comenzaron a distribuir estos medicamentos a las personas infectadas. A pesar de que continuaron ocurriendo nuevos casos, el 22 de mayo la tasa de mortalidad comenzó a caer en picada y ahora es de aproximadamente una octava parte.

Otro experimento no planeado, con resultado inverso, ocurrió en Suiza. El 27 de mayo, el gobierno suizo prohibió el uso ambulatorio de Hidroxicloroquina para el tratamiento de Covid-19. Para el 10 de junio, las muertes habían aumentado cuatro veces y se mantenían elevadas; así que el 11 de junio, el gobierno suizo revocó la prohibición, y el 23 de junio la tasa de mortalidad volvió a su nivel previo. Dado que las personas que mueren por Covid-19 viven entre tres y cinco semanas desde que comienzan los síntomas, esto fortalece la evidencia de que existe una relación causal en los dos experimentos. Ambos sugieren que una combinación de Hidroxicloroquina y sus medicamentos complementarios logran reducir la mortalidad y, por lo tanto, deberían adoptarse inmediatamente como el nuevo protocolo de atención en pacientes de alto riesgo.

¿Por qué se ha descartado la Hidroxicloroquina?
Primero, como todos sabemos, porque el medicamento se ha politizado mucho. Para muchas personas, es visto como una bandera de identidad política, en ambos lados del espectro. Sin embargo, no es necesario recordar que así no debe proceder la medicina. Debemos juzgar la efectividad de un medicamento, exclusivamente, sobre bases científicas. Cuando los médicos se gradúan, juran solemnemente velar por la salud y la vida del paciente por encima de cualquier otra consideración, sin prejuicios de raza, religión, nacionalidad, posición social o afiliación política. Lo primero debe ser salvar vidas.

En segundo lugar, el medicamento no se ha utilizado correctamente en muchos estudios. La Hidroxicloroquina ha comprobado un gran éxito cuando la usan personas de alto riesgo en la etapa temprana de la enfermedad, pero, como cabría esperar de cualquier antiviral, tiene mucho menos éxito cuando la enfermedad está más avanzada. Y aun así, ha demostrado un beneficio significativo en extensos estudios realizados en hospitales de Michigan y Nueva York, cuando ésta se aplicó a los pacientes dentro de las primeras 24 a 48 horas posteriores a su ingreso.
Es un hecho comprobado que estos medicamentos, de prescripción oral, económicos y ampliamente disponibles, la Hidroxicloroquina, Azitromicina o Doxiciclina y Zinc, en combinación, resultan sumamente adecuados para el tratamiento del Covid-19 temprano en el ámbito ambulatorio. Deben prescribirse en pacientes de alto riesgo, inmediatamente después de la sospecha clínica de la enfermedad, sin esperar los resultados de las pruebas, pues su retraso puede reducir su eficacia.

En tercer lugar, la Federal Drug Administration (FDA) y otras instituciones han expresado preocupación sobre el riesgo de arritmias cardíacas, especialmente cuando la Hidroxicloroquina se administra en combinación con Azitromicina. Al respecto, cabe señalar que la FDA basó sus comentarios en los datos que arroja su Sistema de Notificación de Eventos Adversos, que reporta hasta mil casos de arritmias atribuidas al uso de Hidroxicloroquina.

Al respecto, es muy probable que, de hecho, la cantidad total de casos de arritmias sea mayor, ya que este sistema se nutre de las observaciones que los médicos o los pacientes notifican a la FDA, y esto no sucede habitualmente, porque suelen subestimarse considerablemente los efectos secundarios de los medicamentos.


Sin embargo, lo que la FDA omitió señalar, es que estos eventos adversos se generaron a partir de decenas de millones de pacientes que usaron Hidroxicloroquina durante largos períodos de tiempo, a menudo para el tratamiento crónico de lupus o artritis reumatoide. De manera que, incluso si las tasas reales de arritmia fueran diez veces más altas que las reportadas, estos efectos se verían minúsculos en comparación con la mortalidad que actualmente ocurre en pacientes de alto riesgo enfermos de Covid-19, por ser tratados en forma inadecuada.

Esto también quedó demostrado por un estudio de la Universidad de Oxford, que incluyó a más de 320,000 pacientes mayores que tomaron Hidroxicloroquina y Azitromicina, y que arrojó una tasa de mortalidad por exceso de arritmia, menor a 9/100,000, como expuse en mi artículo del 27 de mayo. Y un posterior artículo en el American Journal of Medicine, realizado por cardiólogos de todo el mundo, está totalmente de acuerdo con esta observación.
Creo que este error respecto a la Hidroxicloroquina será estudiado más a fondo por los futuros sociólogos de la medicina, como un ejemplo clásico de negación de la evidencia médica, debido a factores extra científicos. Sin embargo, en este momento, la situación exige que observemos con toda claridad hacia dónde apunta la evidencia, desde el punto de vista estrictamente científico. Por el bien de los pacientes de alto riesgo, de nuestros padres y abuelos, de los desempleados, por nuestra economía y por nuestra vida pública, y especialmente por quienes han sido afectados desproporcionadamente por esta crisis, debemos comenzar a intentarlo de inmediato.
*Artículo publicado en la Revista Newsweek, el 23 de julio, 2020 (1).

El autor Harvey A. Risch es doctor en medicina y profesor de Epidemiología de la Escuela de Salud Pública de la Universidad de Yale (2).
Doctor en medicina y profesor de Epidemiología de la Escuela de Salud Pública de la Universidad de Yale
(1) Artículo original en Newsweek
https://www.newsweek.com/key-defeating-covid-19-already-exists-we-need-start-using-it-opinion-1519535
(2) Acerca de Harvey A. Risch en la Universidad de Yale
https://medicine.yale.edu/profile/harvey_risch/
(3) Estudio completo del autor en _American Journal of Epidemiology
https://academic.oup.com/aje/article/doi/10.1093/aje/kwaa093/5847586