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El PRI y la coalición Va por México, han logrado lo que parecía imposible, acabar con el mito de la invencibilidad del capricho del inquilino del Palacio Nacional, quién ha usufructuado la investidura presidencial como el ropaje de la dictadura.

Su furia está impregnada de todos los ingredientes del fascismo: el odio y el racismo que confunde al nacionalismo con el fundamentalismo. Un clasismo que divide a la sociedad entre pobres y ricos, a los siervos de la nación como las camisas negras de Mussolini, el nombre de Morena como la suástica nazista, su falso nacionalismo como el sol totalitario de Japón.

La militarización como una ofensa al Ejército en su tradición histórica; el uso de los recursos del Estado, como premio a la corrupción y a la invocación engañosa de los pobres, atrapados y subordinados a la dádiva del asistencialismo que confunde la limosna religiosa con la compra de conciencias para fines electorales.

La conducta sentenciosa y amenazante para destruir la democracia en las próximas elecciones en los Estados de Aguascalientes, Durango, Hidalgo, Quintana Roo, Tamaulipas y Oaxaca serán el próximo capítulo, cuya desesperación llevará a intensificar el discurso intolerante que pondrá en riesgo la gobernabilidad, estabilidad y paz social del país.

Su discurso abundará en la calumnia y el desprestigio de sus opositores, en la venganza desde el poder en una peligrosa tolerancia hacia los grupos criminales.

Una aberrante calificación de traidores a quienes invoquen al cumplimiento de nuestros compromisos internacionales.

Los mexicanos, debemos advertir las graves amenazas contra la seguridad económica a los empleadores y a la producción, que alejan al desarrollo económico como el instrumento verdadero para lograr darle ocupación a los mexicanos y disminuir las causas de la pobreza.

Los resultados de estas políticas son: la ruptura del orden constitucional y la destrucción de las instituciones; la inflación y el incremento del costo de las medicinas y todos los insumos de la producción, que asoman ya el rostro del desempleo, el hambre y la desnutrición, la mortandad infantil y la desintegración familiar, por el desempleo y la violencia que son ya la herencia de la mitad de un gobierno populista cuya prédica mañanera, es todos los días, el opio del pueblo.

augusto.gomez@diputados.gob.mx

(*Decano Dip. Fed. del PRI)