Por: Cecilio García Cruz
ceciliogarciacruz@hotmail.com
Jesús te ampare
El pueblo se alzó.
Hizo justicia por propia mano.
No más secuestros, levantones, no más decapitados, es el clamor generalizado.
Un día sí y otro también.
No más. No más.
Las autoridades que imparten justicia, han sido rebasadas por la delincuencia organizada.
Da miedo salir de día o de noche, a cualquier hora.
La justicia despide un olor fétido.
La violencia engendra dolor, tristezas, confusiones, crueldades, infamias. Pero la injusticia inveterada arroja a la desesperanza armada.
Muchos años de vivir inequidades obligan a los ciudadanos a transgredir la ley para satisfacer sus deseos de justicia-venganza, so pretexto de procurar seguridad.
El linchamiento es el clímax de la crispación social. Es borrar los límites de la cordura para dar rienda suelta a la sinrazón.
Es sepultar un Estado de Derecho que jamás ha existido en su cotidiana realidad.
¡Es vivir en el mismísimo infierno!
¡Hartazgo y desesperación!
Aparte del crimen organizado, lo que más lastima a los veracruzanos es el delito del fuero común, que deben enfrentar las administraciones gubernamentales.
Son los asaltos, atracos a transeúntes, lesiones, secuestros, homicidios que, en su mayoría, quedan sin castigo.
Es el cobro del derecho de piso del que nadie sabe, nadie supo.
Es la colusión de la policía con los delincuentes, que pagan cuota para “trabajar” a sus anchas.
Son los robos de autos y a casas habitación.
Los acontecimientos están en la entraña de la usual disputa por el poder y sus delirios, por los negocios cuantiosos que son causa de los afanes de los políticos.
El calvario para acudir a las autoridades y denunciar, es una amenaza flagrante.
Y todo por la violencia cotidiana.
No hay que esperar a que se integre la Guardia Nacional, porque los soldados y marinos no van a resolver “pequeñeces”; no van a detener a los asaltantes, a los ladrones de coches, a los roba-casas.
Ellos van contra el crimen organizado, los cárteles que amenazan hasta al propio presidente López Obrador, pasando por gobernadores y alcaldes.
De la mano de la violencia, va la impunidad; está comprobado que del 100 por ciento de los delitos que se cometen en nuestro país, solo el 2 por ciento es castigado.
O sea, la impunidad es del 98 por ciento.
Por desgracia, en Veracruz superamos la media nacional, porque la Fiscalía del Estado tiene uno de los promedios más bajos en la República.
El aferrado fiscal Jorge Winckler, de 50 mil casos que le han llegado a su reinado, solo ha ejecutado 500 consignaciones ante un juez y de ellas, pocas tienen sentencia condenatoria.
Es decir, su promedio es de1 por ciento.
Pero, qué se puede esperar de quien se dedicó a defender homicidas imprudenciales, como el sonado caso de Maryjose Gamboa, cuando laboró en el ayuntamiento de Boca del Río.
Atropelló y mató a un joven conduciendo su auto en estado de ebriedad, pero Winckler la defendió, con tal éxito que ahora es la diputada polémica que más lo protege en el Congreso.
Amor con amor se paga.
La Fiscalía se ha convertido en sede del desacato a la ley y a sus procedimientos y a los derechos humanos y políticos.
Así que, por un lado, la policía estatal de Veracruz está rebasada por la delincuencia, como lo reconoció el secretario de Seguridad Pública, Hugo Gutiérrez Maldonado, quien sostuvo que la criminalidad ha repuntado.
Además, no hay policías capacitados ni patrullas suficientes para moverlos por el solar veracruzano.
Y por otro lado un fiscal ineficaz que está para proteger a los yunistas azules; su función principal consiste en frenar cualquier investigación a nivel estatal contra su jefe y amigos incrustados en el poder.
Ojalá que la investigación por delitos electorales contra el ex gobernador Miguel Ángel Yunes Linares que revivió el Tribunal Electoral del Poder Judicial Federal prospere, pues ahí no podrá intervenir el fiscal.
Su proselitismo paternal fue público y notorio. Lo que faltan son las pruebas para documentarlo.
Ante esta situación tan desesperante, el gobernador Cuitláhuac García está esperanzado en la formación de la Guardia Nacional para pacificar Veracruz.
Pero el problema es la inmediatez.
Los linchamientos en Soledad Atzompa, no son una llamada de atención, sino la confirmación de que la autoridad está rebasada.
Veracruz es un infierno.
Urgen resultados de los funcionarios, sobre todo aquellos que tienen la encomienda de la Seguridad Pública.
La patología síquica está presente y habrá de ser categoría de análisis imprescindible para comprender y tratar de enmendar la réplica a la violencia que se generaliza.
Pero, si no hay justicia ni verdad, ¡maldita sea!