El pasado viernes, las y los Senadores de MORENA sostuvimos una reunión con el titular del Ejecutivo Federal, en Palacio Nacional, en medio de un receso en la sesión de la Cámara Alta, obligado por la toma de tribuna de un grupo de legisladoras y legisladores del bloque opositor.
El objetivo del encuentro, en primer orden, era el acompañamiento formal de las y los fundadores y representantes del movimiento de la Cuarta Transformación a la figura principal moral, histórica y política del partido oficial: el presidente Andrés Manuel López Obrador, sobre todo cuando su estado de salud había sido objeto de múltiples especulaciones.
Por otro lado, la reunión también fue un gran llamado a la unidad y la reconciliación, demostrando el compromiso de seguir las bases y los principios del Movimiento.
Asimismo, esta afortunada coincidencia tuvo como finalidad subyacente mandar un mensaje de unidad a las bases del partido oficial y, al mismo tiempo, una muestra de la fortaleza y confiabilidad del Movimiento, para el electorado. En México no existe otra opción política mejor posicionada en el imaginario colectivo ni otro proyecto de Nación que compita con la visión oficial.
Lo anterior obedece a la congruencia de las medidas, acciones o programas emprendidos desde el seno del gobierno de la 4T, y a que el modelo neoliberal y de corrupción, impuesto por quienes ahora se asumen de oposición, sólo benefició a un puñado de políticos y potentados, a costa de la pauperización y la pobreza extrema de millones de mexicanas y mexicanos.
¿Quién podría dudar o desmentir entonces que, a partir de la intensa campaña de repolitización y de concientización encabezada por el Presidente de México, existe claridad respecto a que la vida política e institucional del país estuvo marcada por la corrupción, la simulación y el autoritarismo?
Por ello, con este encuentro se refrendó también la consigna de acabar totalmente con el Estado mafioso y el régimen de opresión, corrupción y privilegios de las pasadas administraciones.
De ahí que quienes asistimos nos abocamos a reforzar, mediante un diálogo de alto nivel, los argumentos y consideraciones jurídicos, técnicos y sociales, así como los alcances de las iniciativas que aprobamos en ambas Cámaras y que son primordiales o estratégicas para el Movimiento.
En el contexto de la visita a Palacio Nacional, las y los Senadores teníamos también el propósito de ratificar, personal y presencialmente, nuestros deseos por la mejoría de la salud del Presidente, luego de que contrajo COVID-19 por tercera ocasión.
Para fortuna de las mexicanas y los mexicanos, nos encontramos con un mandatario lúcido, entero y con amplio dominio de los alcances y propósitos de las iniciativas presentadas.
Los días de su confinamiento y recuperación cumplieron su propósito con creces.
En un momento determinado, el diálogo devino en una reflexión sobre el ambiente político que se vive, a medida que se acerca la sucesión presidencial.
La conversación tomó ese derrotero en virtud de que el común denominador de las personas asistentes de ambos Poderes era la pertenencia e identificación con el proyecto nacional de la 4T, en especial, los desafíos que se habrán de enfrentar, llegado el tiempo indicado, respecto a la continuidad y la ratificación del proyecto.
Convinimos que el reto más importante es mantener la unidad y cohesión frente al desafío de obtener el refrendo y aval ciudadanos en las urnas, máxime cuando se prevé una competencia intensa y polarizada en lo ideológico y lo político.
De hecho —y esta es una reflexión personal que comparto— todo Gobierno en el poder que debe superar la prueba de su permanencia y continuidad en unos comicios se enfrenta, simultáneamente, a tres retos.
El primero, la aceptación ciudadana de sus acciones y resultados; el segundo, la unidad interna y articulación orgánica de quienes integran el Movimiento, y el tercero, el perfil de la candidata o el candidato que lo representará, así como el tipo de campaña que desplegará.
El primero de esos retos parece estar resuelto de manera holgada, pues la administración del Presidente López Obrador llegará a las urnas con una amplia aceptación y una buena calificación ciudadanas.
En estos casos, para el partido en el gobierno, la elección adquiere un perfil de plebiscito o continuidad de logros y resultados.
Esto auguraría el rompimiento definitivo de un paradigma político-electoral dominante desde hace algunas décadas y nos posicionaría frente a un nuevo hito.
Respecto de lo primero, valga decir que estaría llegando a su fin un modelo de simulación democrática en dos vías, en el que se pretendió establecer una especie de bipartidismo (aunque en el fondo se trataba de un mismo modelo económico, político y social de carácter neoliberal), y en el que las elecciones no eran más que el culmen de arreglos cupulares refrendados por árbitros electorales a modo.
La unidad y la articulación orgánica tienen que ver con la legitimidad del proceso de selección de la candidatura. Hasta el momento, el Movimiento privilegia la encuesta sobre otras modalidades.
Hay, sin embargo, otra opción que se debería probar: el acuerdo o consenso entre las personas aspirantes.
La candidatura al Gobierno de Sonora, entre otras, tuvo esta modalidad y salió adelante.
La historia de la izquierda en nuestro país ha transitado por distintos momentos, pero en cada episodio hubo dos constantes: la división de la izquierda (por motivos ideológicos o políticos) y los esfuerzos de unidad para desafiar al régimen en el poder (para presentarse como una opción real de cambio frente al electorado).
Sobre el tipo de campaña, se prevé desde ahora que el mejor mensaje que puede posicionar a la 4T en el espectro de una sociedad plural y diversa como la nuestra es el de “continuidad con cambio”, como reiteradamente ha referido el propio presidente.
En lo que a mí respecta, haber regresado a Palacio Nacional es una clara señal de reconciliación, y si he planteado que ésta es la opción para la sociedad mexicana, creo que debo empezar por aplicarla en la propia casa, aunque ello pueda no entenderse (o hasta defenestrarse) desde una lógica opositora.
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