“Ángel de mi guarda, dulce compañía, no me desampares ni de noche ni de día, porque si me dejas yo me perdería”.

Mini oración, que de niños rezábamos antes de dormir, al despertar o ante cualquier aflicción y que hoy arrumbada en nuestra memoria adulta, no nos permite escuchar aquel tierno susurro de los años tiernos.

En  Internet, películas,  libros, agendas, discos, calendarios y  hasta canciones se insiste en  la  amorosa presencia de los Ángeles. Incluso algunos  libros aseguran que: “miríadas de Ángeles nos  guían en este planeta”.

Me encantaría creer esto, igual que de niña estaba segura de tener un Angelito de la buena conciencia y otro malo o diablillo de las tentaciones, el cuál  siempre salía derrotado por el primero, nuestro Ángel de la Guarda.

Pero pasaron los años y lo más seguro es que mi Ángel bueno se haya fundido con el  diablillo  malo y los tres, juntos, caminamos por  la vida

Curiosamente judíos y árabes, en lo único en que se han puesto de acuerdo es en cuestión de Ángeles. Unos y otros los llaman “Malak”: mensajeros. En tanto los hinduistas los conocen como  “Devas”, seres respladencientes. Y los budistas les llaman Tenni. Seres sin alas,  pero con un ropaje que fluye como si las tuvieran.

La historia de los Ángeles se pierde en la noche de los tiempos, pero hay numerosos testimonios antiguos de sus radiantes apariciones. Hasta la fecha la literatura religiosa asegura su convivencia  con los humanos,  en cumplimiento de específicas encomiendas del ALTISIMO.

Helena P. Blavtsky, autora de la Doctrina Secreta, (seis tomos muy gruesos), describe a los Ángeles como seres de frecuencia altísima, que vibran a tal velocidad  y generan tal luz que no es soportable para quienes vivimos  en vibraciones más bajas.

Por su parte Dante Alighieri, poeta italiano, filósofo y teólogo (1265 a 1321), en su obra “Paraíso” describió así las jerarquías angelicales: Serafines, Querubines, Tronos, Dominaciones, Virtudes, Poderes, Arcángeles, Principados y Ángeles.  

Y  Johannes Trithemius, Abad de los Benedictinos de Spanheim, criptógrafo, historiador, adepto a las ciencias ocultas nos descubre que el Universo esta regido, entre otras potestades Angélicas, por Ángeles asignados a nuestro sistema solar, para trabajar directamente con nuestra humanidad en turnos de 354 años y 4 meses. Mismos Seres de Luz que desde el origen de nuestro mundo han trabajado en el siguiente orden:

Orifiel, “Cielo o Nube de Dios”.

Anael, “Concédeme Señor”.

Zacariel “Recuerdo  Del Curador”. 

Samuel, “Veneno Superior” y

Gabriel “La Fuerza de Dios”.

Este último Ángel trabaja hoy por nuestro planeta y lo seguirá haciendo hasta  el año 2126.

Y finalizamos evocando  al  Ángel de la Guarda,  para que nos deje desamparados ni de  noche ni de día.

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