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Por: Cecilio García Cruz

Jesús te Ampare

La inefable Yeidckol Polevnsky, está atrapada entre los siete pecados capitales, principalmente la soberbia, la ira, la avaricia y la envidia.

La gula y la lujuria, las desahoga en reuniones privadas con Raúl Salinas de Gortari, sí, el hermano incómodo de Carlos, el ex presidente de México.

Sus pecados la impulsan a treparse en el Tren de la Prepotencia y la Ilegalidad.

Por sus “tamaños”, pretende evitar que Alejandro Rojas Díaz Durán, participe en la contienda para cambiar de liderazgo en el partido Morena.

Y también por sus pistolas, eliminó del padrón de militantes de MORENA en el INE, al senador suplente de Monreal y le niega restituirle sus derechos políticos.

Pero la suerte está echada.

En la recta final para encabezar la dirigencia nacional del partido Morena, están Alejandro Rojas Díaz Durán y Mario Delgado Carrillo.

Uno, o sea, Alejandro es implacable consigo mismo y es producto de la cultura del esfuerzo.

Lo avala su trabajo político constructivo, sensible y crítico.

Ha recorrido gran parte del país para exigir la apertura de la libre afiliación de millones de mexicanos que ansían sumarse al movimiento.

El polémico y controvertido Porfirio Muñoz Ledo fue su mentor, y el exgobernador de Zacatecas y presidente del Senado, Ricardo Monreal, lo impulsa a los cuatro vientos para alcanzar la meta.

El otro es Mario Delgado, el personaje que, en una noche de copas, se exhibió en un antro “hasta las manitas”, cantando y bailando (a la Ricky Martin) la pegajosa canción “Besos de Ceniza”, que hizo popular el grupo Timbiriche.

Esa “noche loca”, Mario, dio a conocer sus inclinaciones por la cantada y bailada, con movimientos delicados, sensuales y provocativos hacia el sexo fuerte.

Mario, es incondicional de Tin Tán, perdón, de Marcelo Ebrard, quien lleva delantera en la sucesión por la “grande”.

Yeidckol Polevsky y Bertha Luján, están muy desgastadas en imagen política, y, además, se quedaron rezagadas en la lucha por la dirigencia nacional.

La prepotencia y la arrogancia carcomieron su devaluado potencial político.

Las dos se despacharon con la “cuchara grande” y cobraron, con intereses, las facturas  que les “debía” MORENA.

Son dos los finalistas y aunque se rumora que Mario Delgado recibió ya la bendición Papal, no hay que olvidar que en esta vida… ¡del plato a la boca, se cae la sopa!

En política lo que hoy es sí, mañana podría ser no.

El otro pecado capital, la pereza, Yeidckol lo trae en la sangre.

LA FALLA DE SAN ANDRÉS

En California están temerosos por los sismos que provoca, en forma constante, la famosa “falla de San Andrés”.

En México también hay desconcierto por el anunciado terremoto pronosticado por un tal Andrés… Manuel López Obrador.

Ni más, ni menos, que el propio Presidente de la República.

Este temblor de más de 10 puntos en la escala Richter, promete destruir, de aquí a fin de año,  las instituciones plenamente identificadas por los mexicanos.

El mandatario se ha comprometido en lograr las  transformaciones en el primer año de gobierno y éste se cumple precisamente el próximo 1 de diciembre.

Opera ya la Guardia Nacional con militares vestidos de soldados y marinos, que portan un gafete de GN para “distinguirlos”.

La Cuarta Transformación “pasó a cuchillo” varios institutos autónomos, pero aún faltan  organismos públicos destinados a transformarse o de plano esfumarse.

El último en desaparecer fue el Seguro Popular que, según palabras del presidente López Obrador, ni era seguro ni era popular. Lo sustituyó por el Instituto de Salud para el Bienestar.

O, sea, la misma gata pero revolcada y con los recursos que estaban destinados al Fondo de Desastres Naturales.

Es decir que, si un ciclón o sismo pega en alguna parte del país, ni a quién solicitar recursos para las famosas y nunca terminadas “reconstrucciones”.

En la “lista negra” aparece el INE, al que someterán vía recursos, ya que le “rasurarán” el 50% de su presupuesto. De paso, los partidos políticos verán mermados sus ingresos en el mismo tenor.

En fin, hay que acabar con todo aquello que se opone al cambio de régimen que prometió el presidente López Obrador.

Sólo los ingenuos piensan que hay tiempo de reconsiderar la situación por el “bien de México”.

Tal vez no pueda cumplir con todo lo deseado, como desaparecer al Ejército y la Marina, o cambiar, hasta la forma de conducirse, del Poder Judicial.

Pero se hará hasta lo imposible para lograr la transformación y aniquilar cualquier vestigio de neoliberalismo, aunque no se nos diga hacia dónde vamos.

Lo que nos falta por ver…

ceciliogarciacruz@hotmail.com