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Por: Rosa María Campos

taca.campos@gmail.com

La buena vida

En China, cuando era conocida como Catay o sea hace muchos milenios atrás, se les llamaba “Chun Jie” a las fiestas de primavera, durante los cuales se veneraba a las divinidades y los ancestros. También a estas fiestas, obedeciendo a una leyenda, se les identificaba como “Guonian”, o sobrevivir a “Nian”.

Leyenda: “En la vieja Catay, existía un feroz monstruo llamado Nian, que iba de aldea en aldea, de casa en casa, buscando personas para comérselas y saciar su hambre.

Una de esas noches, “Nian” encontró a dos pastorcitos jugando con látigos. Al oír sus chasquidos, huyó aterrorizado y se fue a otro pueblo donde al ver una prenda de ropa roja tendida, sé echó a correr despavorido. Al llegar a la tercera aldea, la luz de los faroles lo deslumbraron y el monstruo volvió a escapar aterrorizado.

Así fue como los aldeanos se enteraron que Nian le tenía miedo a los chasquidos, al color rojo, a los faroles. Desde entonces para ahuyentarlo y protegerse de él, en los pueblos se empezaron a tirar petardos, colgar tiras de papel rojo y encender faroles. Poco a poco esta prevención se convirtió en costumbre y luego tradición para celebrar el comienzo del Año Nuevo Lunar.

Con el tiempo, algunas leyendas y celebraciones se diversificaron, o desaparecieron, pero prevalece una, muy divertida, como es el caso del Dios de la Cocina, Patrono del Hogar e informador del Emperador de Jade.

Según se cuenta, el Dios de la Cocina año con año, al terminar la primavera, va directo a “chismearle” al Emperador de Jade sobre el comportamiento de las familias de las cuáles es su Patrono para que el Emperador de Jade decida sobre la buena o mala suerte de los hogares, durante el año lunar.

No le importa a esta Deidad si las familias, para obtener sus favores, arreglaran mesas en su honor, le colocaran varillas de incienso en el nicho donde se eleva su imagen de papel, le pusieran flores, o le ofrecieran una gran diversidad de platillos con carnes, vegetales, deliciosos pasteles y dulces de arroz.

No, para nada, a él nadie lo soborna, solo cumple la encomienda de su “alto mando”, con quién pasa varias lunas sentado platicándole hasta el último detalle de lo que hicieron o dejaron de hacer los personajes que lo mantienen en sus casas, como su Dios de la Cocina, Patrón de su Hogar.

Por esta misma razón las familias molestas y resentidas lo desprenden de su nicho y lo queman. Otras solo le tapan la boca untándole azúcar, para que se calle y no les ponga en su contra, con el Emperador de Jade, que está en el cielo.