Que conste…son reflexiones!…

La prensa nacional comenta sorprendida que a pesar de los problemas generados por la pandemia, por la falta de recursos económicos, por la tensión permanente en la que se vive, por el tránsito pesado y descontrolado que sufren en la Capital y en muchas partes del país, por los altos precios de la gasolina y del gas o los alimentos, la gente trae un nivel de coraje que muchas veces estalla con cualquier incidente de tráfico.

Pero por alguna razón, ahora esa conducta está cambiando pues para sorpresa de muchos testigos, un taxista al no percatarse que un motociclista estaba junto a su auto y al cambiar de carril, casi lo arrolla, ocasionó que la primera reacción del motociclista fue de enojo y reclamarle al taxista su descuido y cuando todos esperaban una pelea, fue todo lo contrario, ya que el taxista en buena forma admitió su descuido, se disculpó insistiendo que en verdad lo sentía, porque no lo había visto. Lo que sigue fue sorprendente para todos los mirones, lo cual se percibe en el video subido a las redes, cuando el taxista al pedir perdón se ve que el motociclista también le pide disculpas a él  por su violenta reacción al comentarle que “la vio cerquita” y se dieron la mano en son de paz.

Y pues algo pasa que, cuando menos, algunos sí cambian, y ven que no es lo mejor pelear, sino ser solidario con los demás.

En cambio hace unos días en la zona del mercado de La Reforma, en Oaxaca, estacionado normalmente esperando a que la persona que nos apoya comprara unas cosas, de pronto una camioneta conducida por una señora de edad y acompañada por una joven que después supe era su hija, se estacionaron atrás del carro en doble fila y estaban en un punto donde no se veía a la camioneta porque estaba en un punto ciego, al salir, la reacción fue de fijarme en el retrovisor y voltear a la izquierda porque es donde viene el tránsito y pues le di un pequeño rayón a su vehículo, de inmediato la jovencita que estaba ya en el volante porque la señora se había bajado a comprar un pastel y no se movió o alertó sobre su presencia, empezó con gritos y mentiras a culparnos del incidente.

La verdad que da mucha hueva discutir con una niña mentirosa a pesar de que la señora aceptaba que estaba mal estacionada en doble fila y que se había bajado un “ratito” para comprar el pastel, pero la jovencita seguía mintiendo y tratando de generar un problema serio e incluso culpándonos de ello, acomodaba las cosas para decir que ella comenzaba a circular cuando se dio el incidente.

En fin, para no hacerla larga le solicité a la señora que dijera como se arreglaban las cosas por lo que se comunicó con su esposo y este sugirió llevarla a un hojalatero de su confianza. Acepté para no seguir parando el tránsito y escuchar las mentiras y los insultos de la jovencita desquiciada que incluso, cuando le di mi tarjeta y ella a fuerza quería que le entregara mi licencia y le dije que dando y dando, pero en fin, ya saben lo que es discutir con alguien que tiene parte real de la culpa y no acepta y de lo que trata es agandallarse y que el otro pague, cuando llegamos al hojalatero este cobraba mil pesos por lo que acepté a pesar de que debería haber discutido para que se pagara por mitad, pero la jovencita a pesar de que su madre aceptaba las cosas seguía mintiendo y alegando y así acepté, dejé un anticipo y cuando me avisaron pagaría el resto.

El asunto es que a los días el padre hablo a mi teléfono para decir que ya podía pasar a pagar y le solicitaba yo un recibo y él comenzó a alegar al igual que su hija sin conocer la verdad ni la realidad ni tener que escuchar la versión de la otra parte, así que prefería dejar el tema y hacer el resto a pesar de que no llevaba él el recibo y tuve que volver, porque era necesario.

El asunto es que la comparación es buena y la traigo al tema porque se puede así entender que hay dos corrientes: la que busca soluciones y la que busca chingar sin tener ni razón ni la entender las cosas. Por ello, es bueno de vez en cuando ventilar este tipo de experiencias porque a lo mejor llevando las cosas ante la autoridad seguramente se le hubiera aplicado a ellos multas y otros temas per ellos, a lo mejor ni entendieron y en muchos casos se exponen a que en vez de arreglos tengan serios conflictos y problemas mayores.

Por esto es claro que debemos, todos, entender que en estos tiempos la paciencia y la conciliación son mejores que las confrontaciones a pesar de que tengamos que pagar porque son pesos y no se pone en riesgo la seguridad de nadie.

El dogmatismo y la prepotencia son formas que se dan mucho en las familias que en vez de educar a sus hijos en la conciliación y la armonía, buscan siempre agandallarse y salir “victoriosos” aunque lastimen inútilmente y sin razón a los demás. Así no se gana, porque en este tipo de acciones no se gana, se concilia para salir lo mejor librado y sin romper la armonía social y cuando vives en una familia disfuncional donde la violencia y el machismo, el dogma y el agandalle es la base de su sustento, es claro que al paso del tiempo terminarán por tener mayores conflictos y llegar incluso a las tragedias.

Los “ganones” solo piensan en sus locuras y necedades cuando en la realidad van perdiendo no solamente valores, dignidad, palabra y seriedad, pero eso es para otros tiempos y otra gente, porque tenemos también que entender que a los puercos les encanta el lodo y en esos chiqueros se sienten a gusto, por eso también existe ese tipo de personas en la realidad cotidiana de estos tiempos.

En temporadas difíciles, para todos lo mejor es la solidaridad social y la verdad y rectitud con palabra en los tratos, y con responsabilidad en las acciones y errores propios, no buscar victimizarse ni hacerle al ensarapado para agandallarse los “triunfos” que finalmente van cavando las tumbas de los gandallas y los chiqueros para los puercos, por eso la lección del taxista y el motociclista es cuando menos una esperanza de que hay gente con humanidad, valores, solidaridad social y están conscientes del valor de sus actos, palabra y aceptación de los buenos actos y errores. Sin duda, a pesar de los gandallas, hay esperanza en este país.