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Miles de personas conmemoraron este día en la capital nicaragüense los 40 años de la Revolución Sandinista, que realmente concluyó en febrero de 1990 cuando fue derrotado en las urnas el proyecto guerrillero y revolucionario marcado por la mística revolucionaria, el hambre, el racionamiento, la escazes y miles de jóvenes muertos en una guerra fraticida.

Hoy Nicaragua dividida recuerda en la llamada Plaza de la Fe que hace cuatro décadas se derrocó a la dictadura de Anastacio Somoza, se anunció el inició de un “nuevo amanecer”, luego que estalló una cruenta guerra civil que dejó centenares de huerfanos, viudas, padres sin hijos y la economía destruida. El país quedó practicamente en ruinas.

Con saludos a la distancia de presidentes y jefes de gobierno, y la asistencia de delegados de Rusia y otros países, el presidente Daniel Ortega encabezó los actos oficiales por el Aniversario del triunfo sandinista; mientras en los actos alternos destacó el rechazo al mandatario de extracción guerrillera.

La inconformidad se dejó sentir en las celebraciones independientes, ante un Ortega enquistado en el poder desde hace más de diez años, reelecto durante tres periodos, y que a decir de muchos cada vez se asemeja más con la dictadura somocista de antaño.

El 18 de abril del pasado año Ortega reprimió por medio de la policía y grupos paramilitares afines a su gobierno a estudiantes, pobladores y a todos los opositores a su administración, dejando un saldo de más de 300 muertos y decenas de desaparecidos, según reportes de los organismos de derechos humanos locales e internacionales como la ONU y la OEA.

Ortega fue el primer mandatario democráticamente electo en 1985. Hoy, crece la crítica porque la mística de la revolución de los años llamados “verde olivo”, fue sustituida por la sumisión al jefe supremo, como se hace llamar Ortega, y a su esposa Rosario Murillio, presidente y vicepresidenta respectivamente, así como por el “socialismo cristiano y solidario” que la pareja presidencial pregona.

Los actos oficiales por este 40 aniversario fueron copados por una gran mayoría de trabajadores del gobierno obligados a asistir, además de jóvenes que desconocen la historia de la revolucón de los años 80 y que son favorecidos por algunas políticas y dádivas del régimen enquistado en la última década.

Para hacer un poco de historia, en esta fecha se recuerda que el 18 de julio de 1979 la entonces Junta de Gobierno de Reconciliación Nacional, integrada por Violeta Chamorro, viuda del periodista asesinado Pedro Joaquín Chamorro; el empresario Alfonso Robelo, el científico Moisés Hassan, Daniel Ortega, miembro de la dirección sandinista, y el escritor Sergio Ramírez, se instala en la ciudad occidental de León, lugo de estallar lo más duro de la guerra en el año de 1977.

El 19 de julio de 1979, Nicaragua amanece sin presidente. Somoza, familia y allegados habían huido a Miami, dejando como presidente a Francisco Urcuyo Maliaños, quien tras permenecer unas horas en el poder huye a Guatemala.

La Junta de Gobierno se declara entonces como legítimo representante del pueblo nicaragüense y anuncia el fin de casi cuatro decadas de dictadura de la familia Somoza.

El nuevo gobierno acompañado de miles de combatientes bajados de las montañas y llegados de los lugares más reconditos y alejados del país hace su entrada triunfal en la principal plaza pública de la capital Nicaragüense bajo un fuerte sol y la Catedral y Palacio de Gobierno como marco para anunciar el inicio del triunfo de la Revolución Popular Sandinista (RPS).

En 1961 Carlos Fonseca Amador y un pequeño grupo de obreros e intelectuales conforman el primer nucleo de la organización político-militar denominada Frente Sandinista de Liberasción Nacional, con la pretensión de recuperar el legado de Augusto C. Sandino, quien lideró la lucha contra la intervención estadunidense en Nicaragua a finales de los años 20 hasta 1934 cuando fue asesinado.

Hoy en este festejo de los 40 años de la Revolución Popular Sandinista se podría resumir un un pequeño poema de la destacada poetisa, Daysi Zamora, militante en los años 70 y 80 del sandinismo y en la actualidad ferrea critica del régimen de Daniel Ortega y Rosario Murillo. Lo escribió para el aniversario 39 pero sigue vigente:

No hay nada que celebrar.

El dictador y su mujer lo saben,

pero han llegado a la plaza.

Suben a la tarima enflorada.

Debajo hay una montaña de cadaveres.

Debajo hay heridos y lisiados.

Debajo hay llanto.

Saben que abajo no hay nada que celebrar

más que la Muerte,

que infiltra su hedor inconfundible

entre las flores.

FUENTE ; NOTIMEX , CANDELERO 19-07-19