Más de 11 mil empleados de la Administración de Servicios Generales (GSA, por sus siglas en inglés) obtuvieron acceso involuntario a una carpeta de Google Drive que contenía documentos delicados, según reveló el Washington Post. El incidente representa un nuevo episodio en la creciente preocupación por la ciberseguridad gubernamental.
La información filtrada incluye planos de una «puerta blindada proyectada en el centro de visitantes de la Casa Blanca», así como «datos bancarios de un proveedor» vinculado con una rueda de prensa del expresidente Donald Trump. Este tipo de datos podrían comprometer tanto la infraestructura como la seguridad financiera de entidades relacionadas con el gobierno federal.
De los 15 archivos contenidos en la carpeta, 10 no solo podían ser visualizados, sino también editados libremente por los funcionarios. El equipo informático de la GSA actuó tras el hallazgo, identificando a los propietarios de los documentos y revocando los permisos de acceso y edición.
Este nuevo incidente ocurre en un contexto de filtraciones constantes. El pasado 20 de abril, The New York Times reportó que el secretario de Defensa, Pete Hegseth, compartió «planes detallados para una operación militar contra los hutíes en Yemen» mediante un chat en la aplicación Signal, en el que participaban personas ajenas al gobierno, como «su esposa, su abogado y su hermano».
En otro episodio, The Atlantic informó que su editor en jefe, Jeffrey Goldberg, fue añadido por error a un grupo de chat donde altos funcionarios, incluyendo al vicepresidente J.D. Vance y el secretario de Estado Marco Rubio, «discutían planes de ataques contra los objetivos hutíes». Aunque varios miembros reconocieron su participación en el chat, negaron el intercambio de información clasificada.
Goldberg compartió imágenes del chat donde el jefe del Pentágono detallaba «los tipos de aviones y objetivos» horas antes del inicio de la operación militar. Esta filtración ha sido catalogada como una «grave violación de la seguridad», lo que intensifica el escrutinio sobre el manejo de información clasificada por parte de altos funcionarios estadounidenses.