Por Ángel Álvaro Peña
Alma Grande
El presidente de la República apuesta la integridad de los mexicanos en la Guardia Nacional, tras un proceso complejo para que surja como un detonante en la tranquilidad de un país que se convulsiona a causa de la creciente violencia.
Los obstáculos que colocaron en el proceso de la conformación de la Guardia Nacional no fueron pocos. Su creación fue un camino difícil.
Los medios, por sí solos, escogieron el lugar donde debió iniciar sus actividades. Porque habiendo Estados y Municipios más violentos, le dieron mucha importancia a lo ocurrido en Minatitlán, en una fiesta donde murieron 13 personas.
La manera de actuar de la delincuencia que llevó a cabo este brutal crimen tiene no sólo la consigna del exterminio sino la espectacularidad del terror. La manera de operar con saña y mostrar el momento del asesinato a otros, obligándolos a ver cómo los sacrificaban, nos habla de una intención que va más allá de la venganza o el ajuste de cuentas.
El 26 de abril, la Guardia Nacional empezó operaciones de urgencia, sin que todavía ocurra el banderazo oficial de su puesta en marcha. Desde luego que hay que hacer muchos ajustes y, sobre todo, darles a los mandos no sólo responsabilidades sino exigirles compromiso.
Porque después de un proceso tortuoso para el surgimiento de la principal propuesta del actual sexenio contra la inseguridad no podrá permitirse ni inexperiencia ni deshonestidad. Hay que colocar bajo la lupa a quienes no debieron estar ahí nunca y darle mayor poder de decisión a quienes han mostrado entrega.
Porque en anteriores administraciones, cuando la Policía Federal actuaba, algunos mandos estaban más cerca de la complicidad que del compromiso. En este contexto se abrían espacios dentro de la corporación a amistades y compadres, amantes, familiares y vecinos para que formaran parte de la nómina sin ninguna experiencia en las tareas policíacas.
La tropa, en su gran mayoría, son egresados de la Academia Superior de Seguridad Pública de San Luis Potosí, donde aprendieron a ver en la práctica diaria, honestidad y compromiso hasta la muerte; sin embargo, los mandos superiores, que llegaron ahí por recomendación, no pudieron competir en ningún momento con la formación de los policías de base, y optaron por reducirlos a esclavos de la oficina cuando en realidad podrían haber hecho mejor papel en el campo, donde esos mismos mandos actuaban con tanta libertad que sus acciones no diferenciaban lo legal de lo ilegal.
La conformación de la Guardia Nacional debe ser un trabajo permanente. Su creación debe tener cambios que sean acordes a la realidad y deben marcar la vanguardia de la lucha contra la delincuencia. Porque durante muchos años las estrategias, que en algún momento hubo, de acción, las marcaban los delincuentes.
Las autoridades, los medios, y la población deben tener muy en cuenta que el narcotráfico no es el único delito que se comete en territorio nacional. Puede que sea el que más saña presenta en sus acciones delictivas, pero hay otros que laceran a la población de manera directa.
La transformación de la actuación policíaca, a través de la Guardia Nacional también debe cambiar su manera de ver la realidad de la delincuencia y así mantener un paso adelante para llegar al nivel de la prevención.
Es decir, la tarea de combatir a la delincuencia es un trabajo conjunto entre autoridades y población, pero la responsabilidad innata, sobre todo un trabajo peligroso es el de la Guardia Nacional, que debe mantener una evidente responsabilidad en todas sus acciones y, sobre todo, no dejar solo al Presidente.
Así como el capital político estuvo en riesgo durante el proceso de la creación de la Guardia Nacional, así está también en posibilidades de perder parte del prestigio que mantiene, creciente, por cierto, si la Guardia Nacional se convierte en un aparato burocrático o surgen evidencias de complicidad con la delincuencia.
El presidente de la República en sólo cinco meses ha echado a andar una policía que pretende disminuir, con paso seguro, buena parte de los delitos a lo largo y ancho del territorio nacional.
Es necesario que los compromisos en los altos mandos sean en realidad sinceros, que vayan de la mano con el firme propósito del presidente de limpiar de delincuencia el suelo del país.
La primera coordinación de las 266 que habrá en el país de la Guardia Nacional comenzó a operar en Minatitlán, Veracruz, luego del asesinato de 13 personas en una fiesta familiar; sin embargo, en la Ciudad de México inició también tareas desde días pasados en la zona limítrofe de Iztapalapa y Gustavo A. Madero con el Estado de México; así como el límite de Tláhuac y Xochimilco.
Claudia Sheinbaum, señaló que la Guardia Nacional opera por horarios en tres puntos de la Ciudad de México, en especial por la tarde y la noche, por lo que se habló con el comandante de la Primera Zona Militar para que la vigilancia sea las 24 horas del día.
La Guardia Nacional, sus jefes, su supervisión y operación no pueden dejar solo al Presidente. Este ha hecho mucho para darle vigencia a una estructura que combata al crimen, pero dependerá de la actuación de todos y cada uno de quienes integran este cuerpo policíaco que debe contar con la confianza de la población, porque hasta el momento la gente le teme a la policía, ahora deberá tener en cada miembro de la Guardia, un protector y, en algunos casos, un amigo. En la Guardia Nacional está una de las grandes apuestas del sexenio, debemos darle ese valor en su verdadera dimensión.
PEGA Y CORRE. – El INE asegura que todo está listo para las elecciones del 2 de junio, dentro de un mes, en Aguascalientes, Baja California, Durango, Quintana Roo y Tamaulipas, y una extraordinaria en Puebla, donde se elegirán gobernador y cinco alcaldías. Pero la pregunta que se hacen los mexicanos es ¿quién puede afirmar que el INE esté, en realidad preparado para esa elección y otras que vienen, si no goza de credibilidad?