La Buena Vida….
Somos los únicos en nuestro planeta que comemos sin tener hambre, bebemos sin tener sed y hablamos sin tener nada que decir y también los únicos que necesitamos dos años para aprender a hablar y sesenta para aprender a callar.
Si pudiéramos hacer la disección de nuestro cerebro para descubrir el tipo de mente que nos corresponde nos llevaríamos gran chasco, pues la mente del sabio y la del necio son exactamente iguales.
La diferencia radica en que el sabio habla poco y cuando lo hace selecciona sus pensamientos y el necio deja correr las palabras sin reflexionar.
A propósito William Wycherley dejó escrito que nada impulsaba más a un hombre a odiar a una mujer que su conversación constante e inspirado en nosotros, inventó algunas reglas para que los de mente estrecha y boca grande no quedaran atrapados por la lengua y pudieran vivir en un silencio prudente que los condujera a la sabiduría terrenal.
Van las reglas:
1- No digas nada cuando ganes, mucho menos cuando pierdas. Somos dueños de lo que callamos y esclavos de lo que decimos.
2- Sea esta la regla de nuestra vida: decir lo que sentimos, sentir lo que decimos. En suma, que la palabra vaya de acuerdo con los hechos.
3- Más vale tener la boca cerrada y que los demás nos crean tontos, que abrirla y que los demás se convenzan de que lo somos.
4- Se contrae un compromiso de conciencia consigo mismo, cuando se promete algo que no se piensa.
5- Algunas preguntas no tienen respuesta; he aquí una lección muy difícil de aprender.
6- Valor es lo que se necesita para levantarse y hablar; pero también es lo que se requiere para sentarse y escuchar.
7- El mejor medio de cumplir la palabra dada, es no darla jamás.
8- La palabra tiene mucho de aritmética: divide cuando se utiliza como navaja para lesionar; resta cuando se usa con ligereza para censurar; suma cuando se emplea para dialogar, y multiplica cuando se da con generosidad para servir.
9. Sólo mantenemos en secreto lo que no sabemos.
10- Se necesitan dos años para aprender a hablar y sesenta para aprender a callar.
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