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Por: Rosa Chávez Cárdenas

rosamchavez@hotmail.com

Cuantos intereses económicos y políticos genera la educación; cada sexenio, en lugar de avanzar, retrocede.

El presidente López Obrador no se cansa de presumir que cancelará la Reforma Educativa. No le interesa rescatar nada del trabajo que se llevó a cabo. Su compromiso es con el Sindicato de Maestros y el pacto que hizo con la CNTE para otorgarle votos.

La Reforma daba señales que iba caminando para mejorar el sistema de educación básica. El sistema escolar va del ensayo al error, no les importan las pérdidas de tiempo y dinero. La Secretaría de Educación tiene una carga burocrática muy pesada y no le permiten actuar de manera independiente, dependen de intereses de partido y del sindicato secuestrado por líderes que lo han saqueado. Ahí está el ejemplo de Elba Esther Gordillo. El ex presidente Peña Nieto la tuvo retenida, algunos bienes estuvieron en resguardo. Se quejaba de que estaba enferma para que le concedieran privilegios y la dejaran libre. De nuevo aparece. Pactó con el presidente López Obrador y resurge como el Ave Fénix. Se ve rozagante, lista para tomar de nuevo el control.

Con indignación vemos los privilegios, hasta le regresaron los bienes incautados. Parece que el Sindicato magisterial controla hasta al Presidente, mientras el sistema de justicia otorga tantos privilegios a los maestros revoltosos, violan flagrante las leyes. Tomaron por un mes las vías del tren, las pérdidas fueron cuantiosas a muchas empresas, se apoderan de las carreteras y hasta exigen cuotas, destruyen monumentos y no hay detenidos, el Presidente presumió que liberarían a los detenidos, todos los delitos quedan impunes.

En teoría se supone que los maestros son modelos de buenas conductas, pero, ¿que pueden aprender los niños de estos irreverentes?

No hay legitimidad en el gobierno. Hasta el Presidente viola la Constitución y la acomoda a su conveniencia.

Sería mejor que el Gobierno, diera el dinero a las familias, similar a lo que hizo con las estancias infantiles. A quienes tienen hijos en primaria y secundaria, que les depositen en una cuenta para que ellos elijan una escuela privada. De esta manera le ahorrarían al erario millones de pesos en burocracia y las escuelas privadas se harían más competitivas. Mientras el gobierno siga utilizando la educación como moneda de cambio no se puede avanzar en prepararlos para los retos que van a enfrentar en este mundo de transformaciones y de incertidumbres.

Tenemos que preocuparnos por lo que vamos a enseñarles para sobrevivir en el mundo del 2040 y del siglo XXII, ¿qué habilidades necesitaran para trabajar?…¿qué van a comer, si todos están frente a un ordenador?….¿cómo van a sobrevivir a los efectos del calentamiento? La tecnología ha permitido modificar cuerpos, cerebros y automatizar las empresas, pero, se han preguntado ¿en que van a trabajar los jóvenes?….¿cómo van a alimentase si desaparecen las abejas?

No estamos seguros de nada, la sociedad se ha deshumanizado.

La educación tradicional se enfocó en aprender de memoria, pero, que paradoja, en la era moderna estamos inundados de información, y mucha desinformación que distrae de lo más importante.

La información está abierta sin distingo a los que tienen un celular inteligente y sabemos lo difícil que es discernir lo real de lo falso. Es el nuevo poder que atrapa a las masas. Tengamos presente que los gobiernos, las sectas y los empresarios sin escrúpulos saben como ideologizar a las masas.

Siendo realistas, el tiempo de experimentar se acabó, las decisiones que tomemos en las próximas décadas moldearán el futuro y no sabemos como viene. Tenemos que lidiar con migraciones al ciberespacio y las humanas que dejan: pérdida de identidad, cultura y creencias.

Mientras, conviene enseñar lo que dicen los pedagogos expertos y que son las cuatro C: pensamiento crítico, comunicación, colaboración y creatividad.

No está de más, para no robotizarnos, enfocarnos en la empatía y la compasión.