Alfa-Omega
(Recordemos: no bajar a guardia y ahorrar agua).
Diez años después de que la nayarita Aurora Jiménez de Palacios fue la primera diputada federal electa, las puertas del salón de sesiones del Senado de la República dieron paso a una sonorense y a una campechana, triunfadoras en las urnas.
Los dos eventos significaban la culminación de la lucha femenil para gozar de los derechos ciudadanos que, hasta entonces, eran exclusivamente para los hombres. Principiaban las mujeres a participar en los procesos electorales y a intervenir en la administración pública federal, por acuerdo presidencial.
Las elecciones del 5 de julio de 1964 también marcaron la nueva etapa en la vida de México, al aplicarse la Ley Federal Electoral consistente en el acceso a los Diputados de Partido, pasando la Cámara de Diputados que pasaron de 180 a 210, por los 30 que no hicieron campaña y dos del PAN que ganaron en las urnas.
El PRI se quedó con 178 curules y empezaba a no ser ya el invencible. Más adelante hubo 64 senadores electos, a los que se sumaron 32 de primera minoría y 32 plurinominales. Se dijo que era para eliminar el autoritarismo PRIista, como lo señalaban los partidos rivales.
El caso es que, después de ese breviario “cultural”, retomo el comentario en torno a las dos mujeres que llegaron a ocupar sus escaños en la casona de Xicoténcatl, antigua sede de la Cámara Alta, frente al edificio de Telégrafos de México y hoy cerca de la estatua de “El Caballito”, desde 1979 por la ampliación de Paseo de la Reforma hacia el Norte de la Ciudad. Ellas fueron, por orden alfabético, Alicia Arellano Tapia y María Lavalle Urbina. Odontóloga y profesora y jurista la segunda.
Hay una anécdota muy simpática y sus personajes centrales son, Lichita y doña Mary. Sucede que ambas “disputaban” el derecho a ser la primera senadora. La nacida en Magdalena Kino, el 8 de julio de 1925, por su apellido, Arellano, aparecía en la lista antes que la campechana, Lavalle, originaria de San Francisco de Campeche desde el 24 de mayo de 1908. Sin embargo eso no distanció a les dos grandes amigas y compañeras legisladoras.
LICHITA, DE SONRISA PERMANENTE
La madrugada del pasado domingo 18 de abril terminó la vida de Alicia Arellano Tapia. Tenía 95 años de edad. Estuvo casada con el cardiólogo Miguel Pavlovich Sugich, también sonorense. Fueron padres de Alicia y Claudia Artemisa, ésta última está concluyendo su sexenio como gobernadora, en donde el candidato PRIista Ernesto Gándara se enfrenta al fracasado expriista, expanista y hoy morenista Alfonso Durazo Montaño.
Antes de continuar comento que el mencionar a una de las dos primeras senadoras con el diminutivo de su nombre, obedece a que así fue recibida por sus compañeros legisladores y recuerdo que fue el reportero Aurelio Silva Laurencio, de La Extra de Excélsior, quien le hizo la primera entrevista para el vespertino “de las seis de la tarde”. A la norteña siempre la vimos con una sonrisa en su rostro, sencilla en su trato y a sus 39 años de edad lucía muy guapa y vestía con discreta elegancia. Los reporteros siempre recibimos sus atenciones con mucha cordialidad.
Como luchadora social y entusiasta defensora de los derechos de la mujer, cobró mucha popularidad y ello motivó que los dirigentes estatales del PRI la propusieran como candidata al Senado. Participó en la sesión del Congreso de la Unión, en la cual rindió su último Informe el licenciado Adolfo López Mateos. Don Gustavo Díaz Ordaz era el presidente electo.
Luego de su estancia en las tareas legislativas, Lichita fue elegida como primera presidenta municipal en el Estado de Sonora. Gobernó en su natal Magdalena de Kino, donde nació Luis Donaldo Colosio Murrieta. En 1979 pudo ser candidata a gobernadora en el país, pero su destino fue ser la primera Alcaldesa de Hermosillo, capital que fue conocida, en el trienio de Lichita, como “La Ciudad Más Limpia de México”. En ese año el PRI postuló en Colima para gobernadora a la profesora Griselda Álvarez, que llegó al cargo.
Al platicar con el jurista, catedrático universitario y político Jesús Anlén López, recordó con mucho afecto a su compañera diputada y con la que sostenía comunicación telefónica, haciendo remembranzas de la Época de Oro de la Política Mexicana, semejante la misma denominación que hacemos en relación con nuestro galardonado Cine Mexicano. Esta de los grandes actores y las guapísimas actrices. Aquella cuando teníamos políticos que trabajan sin odios, sin rencores, sin resentimiento social y respetando la Constitución Política.
DOÑA MARY, SINGULAR HISTORIA
Pues bien. También es satisfactorio comentar la jornada que como profesora de Primaria, como abogada postulante, como servidora en los Tribunales como magistrada y brillante legisladora, lo que se confirma cuando en 1965 es elegida, por sus compañeros como primera presidenta en la historia de la Cámara de Senadores que hemos escrito data de 1825 y su primer presidente fue Miguel Domínguez, a quien conocemos como el Corregidor de Querétaro, esposo de doña Josefa Ortiz.
Doña Mary, quien supo ganarse el cariño y respeto en el medio político, a los 19 años de edad comenzó su carrera magisterial y al mismo tiempo estudiaba para ser licenciada en Derecho, titulándose en 1944, en la Universidad de su terruño. Tres años después es propuesta para presentar exámenes en el Tribunal Superior de Justicia del Distrito Federal. Gobernaba el país, el veracruzano Miguel Alemán y Fernando Casas Alemán era el Regente de la Ciudad. La abogada Lavalle Urbina cubrió su magistratura hasta 1954.
En el Departamento de Prevención Social, Secretaría de Gobernación, dejó huella de sus logros a lo largo de 10 años. También desempeñó cargos importantes en la Secretaría de Educación Pública y recibió comisiones ante organismos internacionales e inclusive en la ONU. En República Dominicana fue objeto de un reconocimiento por sus trabajos en materia educativa.
En el año de 1985, Doña Mary recibió la distinción como La Mujer del Año y del copioso grupo de candidatos a la Medalla Belisario Domínguez que recibe la comisión senatorial correspondiente, le fue otorgada la presea a la jurista campechana. Seis mujeres antes la recibieron, siendo la profesora Rosaura Zapata la primera, en 1954, junto con el cervantista de América, don Erasmo Castellanos Quinto.
Esa distinción fue idea del presidente don Adolfo Ruiz Cortines para premiar a las mexicanas y a los mexicanos por sus servicios a la Patria. Lástima que, desde el siglo pasado, la honrosa distinción la hayan politizado al hacer las designaciones, por “razones” partidistas y este gobierno si es igual que los anteriores en ese campo.
La maestra María Lavalle Urbina es una de las 8 mujeres que recibieron el homenaje presidencial, al firmarse un decreto para que los restos, de ellas, estén en la Rotonda de las Personas Ilustres. Inicialmente llevó el nombre de Rotonda de los Hombres Ilustres, creada por el presidente Sebastián Lerdo de Tejada, quien forma parte del más de un centenar de hombres inhumados en ese lugar. Vicente Fox fue quien cambió el nombre a la Rotonda.
DON QUIJOTE, HAMLET Y…
La literatura universal tiene entre sus exponentes dos figuras, cuyo legado no pierde vigencia y estoy convencido de que las siguientes generaciones mantendrán su atención en lo que ellos escribieron en el Siglo XVII. Es indiscutible que tanto “El Manco de Lepanto” y “El Bardo de Avón”, son personajes que despiertan la inquietud para saber más ellos y el comentario nos acerca, en breve espacio, a conocer algunas “curiosidades históricas”.
El espigado don Quijote de la Mancha, un leal escudero de nombre Sancho Panza y el jamelgo Rocinante, sin duda los identificamos como la parte central de la obra escrita por don Miguel de Cervantes Saavedra, traducida a todos los idiomas que nos imaginemos, son mínimo sesenta. La vida misma lo llevó de la mano para realizar su magnífica obra, luego de ser soldado del ejército español durante un año y pasar otros tres como esclavo junto con su hermano Rodrigo. Por Miguel se pagaron como rescate 500 escudos de oro reunidos por un grupo de frailes.
El ilustre Hidalgo fue el cuarto de siete hijos de don Rodrigo Cervantes y Leonor de Cortinas. Leí que pertenecían a “la nobleza menor”, por lo que recibieron ayuda para salvar a Miguel que había caído en manos de piratas bárbaros y vendido como esclavo en Argel. Recordemos que Cervantes Saavedra era originario de Alcalá de Henares, nació el 29 de septiembre de 1547 y murió el 22 de abril de 1616 en Madrid. Sus restos reposan en el Cementerio de las Trinitarias Descalzas, en la capital española.
HAMLET Y MACBETH
En el escenario principal del Palacio de Bellas Artes tuve la oportunidad de ver a celebridades que interpretaron a los personajes de dos obras universales, Hamlet y Macbeth, que forman parte del amplio legado que nos heredó el británico William Shakespeare, quien tuvo una vida de 51 años. Murió el 22 de abril de 1616.
En especial se recuerda que hace cinco años, en ocasión del 400 aniversario luctuoso del escritor, dramaturgo y poeta, se organizó una serie de presentaciones de la obra cumbre de la literatura, Hamlet, a nivel mundial. En nuestro país, los aficionados al teatro clásico acudieron al Palacio de Bellas Artes, en la Capital del País .Las actuaciones de la compañía italiana recibieron estruendosa ovación de aplausos, lo mismo ocurrió cuando se presentaron en el Teatro de la Ciudad de Monterrey.
Shakespeare fue esposo dela también inglesa Anna Hathaway y sus hijas fueron Hannet Shakespeare, Judit Quiney y Sussana Hall. Le tocó vivir en la época de Isabel I, la que desligó a su pueblo del catolicismo y surgió la Iglesia Anglicana. Su muerte ocurrió el 23 de abril de 1616, un día después del fallecimiento de Cervantes de Saavedra. Sus restos fueron inhumados en la Iglesia de la Santísima Trinidad Stratford-upon-Avón.
Y…MEMÍN PINGUÍN
El pasado 23 de abril se cumplieron seis años de la muerte de un brillante hidalguense, dibujante del apreciado personaje de la historieta mexicana, Memín Pinguín, personaje creado por la escritora siempre recordada Yolanda Vargas Dulché. Ella comenzó en 1943 la revista “Pepín” y veinte años después, la también editora dio “vida” al chiquillo de barriada, un simpático negrito, que se convirtió en “un símbolo de la mexicanidad”.
El nombre del personaje se originó en el del esposo de Yolanda, Guillermo de la Parra, Memín. El Pinguín se lo pusieron sus compañeros de trabajo, en una institución bancaria, “porque era todo un pingo”.
Con mucho ingenio, Sixto Valencia Burgos con sus trazos e imaginación, mucha creatividad, dibujó a Memín y a sus compañeros de la pandilla: Carlos, Ricardo y a Ernestillo, entre otros. También nos legó la imagen de doña Eufrosina, la mamá del “negrito”, del papá Guillermo y de la hermanita Alma. Primero se imprimía en color sepia y posteriormente apareció a colores, incluyendo la reedición en volúmenes.
Sixto nació en Tezontepec, Hidalgo, pero su familia se trasladó a la Colonia Roma. Fueron seis hermanas y seis hermanos. El padre del futuro dibujante estableció una pulquería mientras la mamá se dedicaba a bordar manteles y a coser pantalones para un empresario francés. Eso dio oportunidad para que Valencia Burgos fuese a la escuela primaria oficial Benito Juárez y más tarde estudió en la Academia de San Carlos. Sus mentores fueron el historietista José G. Cruz y Germán Marín, quien publicaba una revista titulada “El Ratón Macías”, referida al popular boxeador de Tepito. Sixto vivió 81 años y murió en la Ciudad de México.
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