Cuento que era un niño que cursaba el segundo año de primaria en una de las primeras escuelas federales en Aguascalientes.

Nuestros maestros nos enseñaban a leer y escribir en los libros, desde entonces gratuitos.

Uno de ellos era Fermín, un niño campesino. Nuestros cantos eran desde el Himno Nacional y La Internacional Socialista, hasta poemas en coro como “México, creo en ti”.

Cuando visitó el candidato del PRM la ciudad de Aguascalientes, mi padre me llevó a conocer a aquel gran mexicano que sería Presidente. Arribó en el carro del tren Olivo y fue recibido con gritos entusiastas de los rieleros que trabajaban en los talleres de los ferrocarriles.

Cuando, siendo Presidente, decretó la Expropiación Petrolera, los maestros y los alumnos recorrimos toda la ciudad pidiendo apoyo para la valiente y patriota decisión del presidente Cárdenas.

Se organizó un evento teatral de reproducción del hecho histórico.

A mí me correspondió asumir el papel del líder sindical que pedía el apoyo a la huelga que dio origen a la patriótica decisión de la Expropiación Petrolera.

Entonces, el pueblo de México, henchido de emoción, hizo sonar los silbatos de las fábricas y las campanas de la iglesia.

Ese fue el México que viví y, después, siendo alumno de la Secundaria para hijos de obreros y campesinos, lo nombramos nuestro padrino y vine a México a cumplir el encargo.

Después, como Secretario General de la CNC, lo invitamos a visitar el edificio de nuestra Central, y cuando lamentablemente falleció, llevamos su cadáver como prócer y le rendimos el homenaje de los campesinos de México.

A mí me correspondió el honor de honrar su obra y su memoria. Desde la CNC partimos cargando el cadáver hasta el Monumento a la Revolución.

Y como líder de la Legislatura, propuse la inscripción de letras de oro como testimonio de la Nación en reconocimiento a su patriotismo y legado, ejemplo de gobernante que honró con hechos la vigencia de los principios de la Revolución y el respeto a los principios de la Constitución de 1917.

Hoy su gesta histórica se recordó en palabras y discursos, pero frente a una lamentable crisis que puso en riesgo nuestro orgullo nacional.