Por: Jorge Herrera Valenzuela
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Alfa-Omega
Desde 1824 las relaciones entre los gobiernos de Los Estados Unidos Mexicanos y los llamados Estados Unidos de América no han sido tersas y menos de reciprocidad de allá para acá. Alguien dijo que los mexicanos somos los buenos y los norteamericanos los vecinos.
Hoy estamos viviendo una etapa muy especial porque en el norte gobierna un empresario republicano que, un día sí y otro también, profiere amenazas contra México y el populista presidente mexicano responde que “no vamos a caer en ninguna provocación, porque queremos mantener una relación respetuosa y de amistad”.
El incidente suscitado el sábado 13 de este mes, en la franja fronteriza, en Ciudad Juárez, cuando supuestamente soldados mexicanos apuntaron con sus armas a guardias estadounidenses, dio margen para que el señor Donald Trump se violentará, contra México y anunciara enviar a soldados armados a la frontera, reiterando la amenaza de cerrarla. “Los soldados mexicanos recientemente lanzaron sus armas a nuestros soldados de la Guardia Nacional, probablemente como táctica de distracción para los traficantes de droga en la frontera”, afirmó Trump.
El presidente Andrés Manuel López Obrador expresó: “Le digo al presidente Donald Trump que no vamos a estar peleando con el gobierno de Estados Unidos. Queremos una relación de respeto mutuo y cooperación. Vamos a seguir actuando para mantener relaciones cordiales y de buena vecindad”. Para la titular de Gobernación, ministra en retiro María del Carmen Olga Sánchez Cordero D. consideró que “hubo una confusión (de los soldados mexicanos) en la línea divisoria” y añadió: “Creo que los soldados mexicanos pensaban que estaban en territorio mexicano”, Por su parte el secretario de Relaciones Exteriores, Marcelo Luis Ebrard Casaubón, minimizó el asunto y declaró: “no hacemos diplomacia de Twitter”
Pues bien, este asunto despertó mi interés por buscar en la historia aquellos momentos en que México definió su postura en asuntos internacionales y la política diplomática. Encontré un capítulo poco conocido, la Doctrina Carranza, proclamada el 1 de septiembre de 1918 y la de 1930, aún vigente, la Doctrina Estrada. De ellas comentaré más adelante, así como de la norteamericana Doctrina Monroe y de la ecuatoriana Doctrina Tobar.
NEUTRALES HACE UN SIGLO
En el Diario de la Revolución, difundido por el Instituto Nacional de Estudios Históricos de las Revoluciones Mexicanas, INEHRM, me enteré que el 1 de septiembre de 1919 el presidente Venustiano Carranza ante las presiones, principalmente, del gobierno estadounidense, después de la firma del Tratado de Versalles al concluir la Primera Guerra Mundial, fijó la posición neutral de México. Ante el Congreso de la Unión presentó lo que quedó registrado como Doctrina Carranza.
“El gobierno a mi cargo –dijo don Venustiano- ha tenido razón en proclamar y mantener la neutralidad, mereciendo tal conducta la aprobación unánime de la opinión pública. El Ejecutivo se congratula de haber obtenido con el mantenimiento de la neutralidad, el bienestar del pueblo”. Es parte de la respuesta a la exigencia en que participaron cónsules europeos acreditados en nuestro país, para que México reconociera la Doctrina Monroe. En esos días, hace un siglo, la Secretaría de Relaciones Exteriores en un comunicado afirmó: El Gobierno Mexicano no ha reconocido ni reconocerá la Doctrina Monroe, ni ninguna otra que ataque la soberanía e independencia de México”.
La Doctrina Carranza, de acuerdo con lo planteado ante el Congreso Mexicano, reflejaba “la igualdad, el respeto mutuo a las instituciones y a las leyes, y la firme y constante voluntad de no intervenir jamás, bajo ningún pretexto, con los asuntos internos de otros países, procurando al mismo tiempo, obtener un tratamiento igual al que otorga, esto es, que se considera Nación Soberana”.
MONROE, ESTRADA Y TOBAR
Por orden cronológico o, por orden de aparición en el escenario internacional, les comentaré sintetizadamente lo relacionado con tres doctrinas que se manejaron en el mundo diplomático. Dos de ellas siguen vigentes.
Antes de ser el sexto presidente de los Estados Unidos de América, John Quincy Adams elaboró el documento que el 2 de diciembre de 1833 dio a conocer, ante el Congreso, el presidente James Monroe y que dejó para siempre la frase América para los Americanos”, señalando lo que conocemos como Doctrina Monroe, que apunta: “cualquier intervención de países europeos sería vista como agresión y requeriría la intervención de los Estados Unidos”, era la proclamación norteamericana contra el colonialismo europeo en América.
El diputado jalisciense Basilio Badillo el 26 de abril de 1919en entrevista periodística declaró: “La Doctrina Monroe resulta anacrónica para el mundo actual implica una salvedad en favor de los Estados Unidos y en contra de los demás pueblos libres y dignos”. Badillo, originario de Zapotitlán, Jalisco, fue educador, político, diplomático; gobernó su entidad natal en los años veinte, fundó el diario El Nacional –en 1929—que fue cerrado por el presidente Ernesto Zedillo en septiembre de 1998. Fundador y presidente nacional del Partido Nacional Revolucionario e implantó el servicio de inspección escolar. Embajador ante los gobiernos de Noruega, Suecia, la hoy desaparecida Unión Soviética y Uruguay. Sus restos están en una fosa de la Rotonda de las Personas Ilustres.
Siendo canciller en el gobierno de Ecuador, en 1906, Carlos R. Tobar expuso: “Los gobiernos latinoamericanos en defensa de la legítima democracia, deben evitar dar reconocimiento a los gobiernos de facto, surgidos a partir de acciones de fuerza”. México no estuvo de acuerdo con ese principio.
El 27 de septiembre de 1930 el presidente Pascual Ortiz Rubio ordenó la publicación de la aún vigente “Doctrina Estrada”, cuya parte medular refiere que “México está en contra de que los países decidan si un gobierno es legítimo, especialmente si este proviene de movimientos revolucionarios e igualmente en contra de intervencionismo de gobiernos extranjeros en decisiones internas”. El presidente Adolfo López Mateos la aplicó cuando la Organización de Estados Americanos, a presión de E.U.A, expulsó a Cuba; hoy el presidente López Obrador lo ha hecho en relación con el gobierno de Venezuela.
Bueno, pues el autor de la mencionada posición diplomática de nuestro país, es el mazatleco Genaro Estrada Félix que nació un 2 de junio, como yo, pero él de 1887 y, ¿qué creen?, murió en el año que llegué a este mundo, en 1937. El sinaloense fue titular de la Secretaría de Relaciones Exteriores de 1927 a 1932 con los gobiernos de Plutarco Elías Calles, Emilio Portes Gil y Ortiz Rubio.
Periodista, escritor, novelista, catedrático universitario y diplomático, el maestro Genaro Estrada fue nuestro embajador en España, en Portugal y en Turquía. Ilustre directivo de la Sociedad Mexicana de Geografía y Estadística, miembro de las Academias Mexicanas de la Lengua y de la Historia. En el malecón de Mazatlán hay una glorieta donde está colocada una estatua del ilustre mexicano, cuyos restos, desde 1977, están en la Rotonda de las Personas Ilustres, en la Ciudad de México.
PREGUNTA PARA MEDITAR:
¿A qué obedecerá la postura de humildad del presidente López Obrador, cuando, primero como candidato presidencial y después como presidente electo dijo que contestaría en el mismo tono que hablara Donald Trump?
P.D. Por medio de estas líneas mis condolencias a la Familia Puente López, de Cortázar, Guanajuato, por el fallecimiento de mi entrañable amigo, el licenciado Arturo Puente Cruz y de su hijo Pedro. Un abrazo solidario, a su viuda y demás familiares, por tan lamentables pérdidas.