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Por: Rosa Chávez Cárdenas

rosamchavez@hotmail.com

Un año después de la muerte de Miguel Hidalgo en 1813, tuvo lugar la primera celebración del “grito de Dolores”.

Fue una pequeña ceremonia en Huichapan, Hidalgo. Morelos muy idealista, dejó establecido en los Sentimiento de la Nación que se honre todos los años el 16 de septiembre, como aniversario en que se levantó la voz de la independencia y el inicio de la santa libertad, expresó: “ese día se abrieron los labios de la Nación para reclamar sus derechos y empuñó la espada para ser oída”.

Algunos datos para recordar:

El Congreso declaró el 27 de noviembre de 1823, el 16 de septiembre como fiesta nacional.

El gobernante que por primera vez utilizó el discurso para recordar el inicio de la Independencia y salió al balcón para dirigirse a la gente, fue Maximiliano de Habsburgo en 1864, en el pueblo de Dolores.

Porfirio Díaz, fue el primero en llevar la ceremonia del Grito al Zócalo; ordenó trasladar la campana de Dolores a Palacio Nacional en 1896. Un año antes, se inauguró en la Alameda una pista de patinaje sobre ruedas.

Dato curioso, no mezclaban a hombres y mujeres en la pista, para cuidar las buenas costumbres. Hoy en día vemos como discriminación, las escuelas seguían este modelo la separación de niños y niñas. Hace pocos años que las escuelas privadas integraron a ambos géneros y todavía existen escuelas católicas que se resisten.

En la pista, las mujeres asistían los martes y viernes de las 10 de la mañana a la una de la tarde, con vestido, no se permitía utilizar pantalones. El turno de los hombres comenzaba a las 4 de la tarde y se extendía hasta la noche.

En otros datos, Celaya, Guanajuato, fue la primera población que erigió un monumento para recordar a los Padres de la Patria.

En la presidencia de Guadalupe Victoria se llevó a cabo la primera ceremonia del Grito con carácter oficial. Según las investigaciones no hay evidencia real de lo que gritó Hidalgo, lo que sabemos es que tomó el púlpito para alentar la rebeldía del pueblo contra las injusticias.

Los historiadores concuerdan que las frases fueron: ¡Viva la Independencia!, ¡Viva Fernando VII! ¡Viva la Virgen de Guadalupe!, ¡Muera el mal gobierno!

Es un hecho que cada Presidente de la República le pone su toque a la ceremonia y López Obrador no se podía quedar sin llamar la atención. Con 20 vivas, llevó a cabo el Grito más largo de la historia. Hizo votos por la justicia, la libertad, la democracia, la soberanía, la paz y la riqueza cultural de México. Recordó a las comunidades indígenas, encumbró a los héroes anónimos. A la Independencia, Miguel Hidalgo, Morelos, Allende y para quedar bien con el sector femenino nombró a Josefa Ortiz y a Leona Vicario y hasta s las madres y padres de nuestra Patria, a los que siempre recuerda para que los hijos se porten bien. Una de las “vivas” que causó polémica fue: “Viva la fraternidad universal” los conocedores del tema dicen que se refirió a la logia masónica, a la que dicen que pertenece y varios políticos, incluso su héroe más nombrado, Benito Juárez. ¡Viva la democracia!, todos los días menciona en sus conferencias mañaneras, pero “los Conservadores” como le llama a los que no están de acuerdo con sus políticas de austeridad y el dispendio en los programas sociales, ponen en duda que el país camine en la democracia, su gobierno tiene el sello de López Obrador: el doble mensaje y el autoritarismo.

El Presidente tiene compulsión por el micrófono, nos recuerda a Hugo Chávez y a Fidel Castro. En su compulsión por el púlpito, no descansa ni los fines de semana.

Hace unos días nos presentó una de sus frases más criticadas “fuchi-guácala”. La frase se volvió un “meme”, como varita mágica, con solo mencionarla van a desaparecer los delincuentes.

No piensa lo que dice y la repercusión que tienen sus palabras, el respeto que merece como Presidente se convierte en burla. La noche del Grito es la oportunidad de engrandecer a los Presidentes Municipales. Tocar la campana, ondear la bandera y lanzar sus “viva México”, les infla el ego. Sentir la jerarquía al mirar desde el balcón de la Presidencia al pueblo que espera disfrutar la ceremonia: las luces, el olor a pólvora, el pan y circo.

Con la austeridad ya no vemos la cena elegante de los gobiernos anteriores. Algunos municipios cumplieron con la austeridad franciscana y en otros invitaron a una banda sinaloense para que el pueblo disfrutara la noche bailando y bebiendo sus tequilas y por unas horas pudieran olvidarse de la dura realidad que vivimos.