Compartir

Conocí al Dr. Faustino López Vargas al final de los años noventa del siglo pasado, en una etapa difícil, justo en un accidente en Tamaulipas, y me sorprendieron su generosidad y su disposición de ayudar a la gente lastimada.

Yo ingresé al PRD poco después de haber ganado la gubernatura de Zacatecas, y él, un gran mexicano, un hombre de ideales y de principios, ya militaba en esa agrupación política.

Senador suplente del actual gobernador de Tamaulipas, Américo Villarreal, Faustino no quería ocupar el escaño: “Me gusta más el trabajo de campo que el de oficina”, expresaba. Tuvimos que convencerlo del valor de su experiencia, ideales y voto. Muy desafortunadamente, él y su señora esposa, Pilar Hernández, fallecieron el pasado 8 de octubre en un accidente automovilístico.

El otrora senador por MORENA en Tamaulipas fue víctima, junto con su cónyuge y otras tres personas (las cuales presentan heridas) del lamentable incidente cuando viajaban hacia Zacatecas para asistir al cuarto informe de labores de la también senadora morenista María Soledad Luévano Cantú. La tragedia obligó a suspender la actividad convocada por la legisladora. El luto había invadido la Cámara Alta.

Como parte de sus múltiples labores de gestión en tanto representante político en el Senado, nuestro compañero y amigo Faustino siempre buscó ayudar a la gente; sus oficinas estuvieron llenas de campesinos, obreros, docentes o estudiantes que acudían a él, conscientes de su gran sensibilidad y empatía.

Su amplia carrera política se remonta hasta hace más de tres décadas, cuando ya se destacaba como un idealista, un luchador social, un ser humano excepcional. Por convicción propia y sin fines de lucro, participó en diversos esfuerzos para garantizar los derechos humanos básicos de la población vulnerable, como los derechos a la salud, a la igualdad y a la no discriminación.

Hizo su servicio social en la clínica del Hospital de Campo #36 IMSS-COPLAMAR, de Tlacolula de Matamoros, Oaxaca, y en sus primeros años como profesionista estuvo en las comunidades más pobres del país como director y médico de clínicas rurales del sistema IMSS-COPLAMAR Santa María Xadani, Pochutla, en Ejutla, Oaxaca, y como médico de urgencias en el Hospital IMSS Huajuapan de León, Oaxaca. Es de destacar que también fue médico interno de pregrado en el Hospital Civil de Madero, Tamaulipas.

Su vocación democrática lo acercó a los más importantes movimientos de izquierda, a partir de lo cual se convirtió en uno de los fundadores del Movimiento de Regeneración Nacional, desde donde luchó codo a codo con los más grandes referentes del ahora partido oficial, como lo es el presidente Andrés Manuel López Obrador, para consolidar la democracia en nuestro país.

El domingo pasado asistí a los funerales del matrimonio López-Hernández en la capilla ardiente de la colonia Volantín, de Tampico. Estuvimos allí, acompañando a su familia, el gobernador Américo Villarreal, el senador por Chiapas Eduardo Ramírez, la senadora por Tamaulipas Guadalupe Covarrubias, y los alcaldes de Altamira, Armando Martínez; de Madero, Adrián Oseguera y de Tampico, Jesús Nader.

De un lado, experimentamos el dolor desgarrador que significó para sus familiares y amistades tener frente a sí los cuerpos sin vida de una pareja extraordinaria, inspiradora. Sin embargo, no mucho tiempo después, vimos otra lamentable cara de la moneda: una deshumanizada, indiferente y oportunista.

El lunes a mediodía se celebraron el servicio religioso y la inhumación; pero no estuvo presente nadie de MORENA ni del PRD, las únicas organizaciones en las que nuestro amigo Faustino militó y a las que ayudó a construir. Nadie tampoco de sus compañeras o compañeros del Legislativo. Ningún diputado/a federal ni local. Ningún dirigente estatal o nacional. Ningún alcalde y ningún regidor.

Recordé entonces todas las expresiones que he leído y escuchado sobre el final de la vida de quienes nos dedicamos al servicio público: “al final del camino sólo te acompañarán los tuyos, tu familia y tus amigos. Entrégate al servicio cada día como si fuera el último de tu vida, pero no esperes nada a cambio, más que la satisfacción del deber cumplido”.
El poder, en efecto, tiene esa doble cara. Es fuente de satisfacciones, cuando lo usas para servir, pero también puede deshumanizar a quien lo mal ejerce y a quien lo padece y sufre.

El lunes, el senador Faustino ya no tenía dolientes, sino promoventes a reemplazarlo. Ya no había camaradas, sino sustitutos. Los aliados de ayer eran los herederos de hoy. Las blancas palomas del domingo se habían transformado en zopilotes carroñeros el lunes.

Dejando de lado estos amargos resabios, el martes pasado, en el Salón de Sesiones del Pleno del Senado de la República, concurrieron las y los integrantes de la Mesa Directiva, de la Junta de Coordinación Política, compañeras y compañeros de partido, senadoras y senadores, así como los 10 hijos e hijas de la pareja finada. Se realizó una guardia de honor en un escenario rodeado de fotos, flores y la imagen del legislador sentado en su escaño, coronado por un fúnebre crespón. Además, la Asamblea guardó un minuto de silencio a la memoria de Faustino y Pilar. Como afirmaba Marco Tulio Cicerón: “La vida de los muertos está en la memoria de los vivos”.

No se podía dejar pasar la oportunidad para rendir un necesario y justo homenaje póstumo al Dr. Faustino López y a la Sra. Pilar Hernández, una pareja a la que unió el amor, pero también la pasión común por la defensa de causas justas y solidarias con la gente más necesitada. Que descansen en paz.
ricardomonreala@yahoo.com.mx
Twitter y Facebook: @RicardoMonrealA