-Definición del Jurista Montesquieu, en 1748

-En 1814 Morelos estableció el Supremo Tribunal

-Ni optimistas ni pesimistas, esperar los Plenos

Alfa-Omega

(El jueves 22 se cumplió un año en que el presidente del Club Primera Plana, José Luis Uribe, me entregó el Reconocimiento como Decano del Periodismo, que honrosamente tuvo mi excelente amigo Carlos Ravelo Galindo, a quien se rinde un homenaje póstumo al editar el libro con la reproducción de su columna “En Las Nubes”. Gracias a don José Antonio Aspiros Villagómez, amigo y colega, por la valiosa publicación. Jorge Alberto Ravelo Reyes, su hijo, redactó la introducción).

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En 16 días, contados a partir de este sábado, se instalará la “nueva” Suprema Corte de Justicia de la Nación con cinco ministras y cuatro ministros, producto de unas elecciones efectuadas el 1 de junio de este año bajo el rubro de “reforma judicial”.

Durante el sexenio anterior el Presidente de la República no se detuvo en atacar al Poder Judicial de la Federación, calificando a todos los funcionarios de corruptos y nepotistas.

Quiso controlar a la Suprema Corte de Justicia, al no lograrlo emprendió una guerra personal contra la Ministra Presidenta y siete integrantes del Pleno. Fracasó en su intento de imponer, en la Presidencia, a una de sus incondicionales.

Su odio hacia Ministros, Magistrados y Jueces quedó sintetizado en la frase: “No me vengan con que la Ley es la Ley”.  Violó la Constitución Política cuantas veces quiso.

Heredó su aberrante iniciativa de “reforma judicial”, aprobada, sin quitarle una coma, por el Congreso de la Unión y contó con el respaldo de legislaturas estatales.

El proceso legislativo y la puesta en vigor corresponde a la Primera Presidenta de México, sin que ella haya sido la de la iniciativa “que acaba con la élite de corruptos”.

Para unos la acción política del tabasqueño sirvió para liquidar la División de Poderes, instituida desde la Constitución de 1824. Ya contaba con el Poder Legislativo a su favor.

En este sexenio la aprobación de la iniciativa fue calificada “como el último clavo del ataúd de la democracia en México”.

MONTESQUIEU Y SU OPINIÓN

De suma trascendencia lo que, hace siglos, escribió Montesquieu, Charles Louis de Secondat, intelectual francés del siglo XVIII, en su obra “El Espíritu de las Leyes”, publicada en Ginebra, Suiza, en 1748.

En todo el mundo los juristas han comentado esa obra, porque es considerada la más precisa y clara definición de la División de Poderes.

En el Instituto de Investigaciones Jurídicas de la UNAM, los estudiosos reunieron en reciente publicación el análisis, con detalle, de lo heredado por el Barón de Montesquieu, jurista, filósofo, intelectual y político que se adelantó al revelar su pensamiento jurídico, del cual trascribo dos párrafos.

“Cuando en la misma persona o en el mismo cuerpo de Magistratura se hallan reunidos la potestad Legislativa y la potestad Ejecutiva, no hay libertad, porque se puede recelar que el mismo monarca o el mismo Senado promuevan leyes tiránicas.

En el mismo párrafo, Montesquieu asentó: “Tampoco hay libertad si el Poder Judicial no se halla separado del Poder Legislativo y del Poder Ejecutivo”.

Mientras que en otras líneas anotó: “Si se encuentra unido al legislativo sería arbitraria la potestad sobre la vida y la libertad de los ciudadanos, pues el Juez sería el legislador. Si se presenta unido al ejecutivo, el Juez podría tener la fuerza del tirano”.

El autor de la iniciativa de reforma y la sucesora en Palacio Nacional aseguran, cada quien, por su lado, que “ahora el Poder Judicial será autónomo y el Presidente de la República dejará de tener facultades para nombrar al presidente de la SCJN. ¿Quién lo cree?

JOSÉ MA. MORELOS Y EL SUPREMO TRIBNUNAL

También resulta interesante el comentario periodístico, sintetizando, en torno a la primera institución judicial que hubo en México, cuando todavía existía la Nueva España y tenía lugar la lucha de los Insurgentes encabezados por el cura de Carácuaro, José María Morelos y Pavón. Hidalgo y sus seguidores yacían decapitados.

El 22 de octubre de 1814 y con fundamento en el Decreto Constitucional para la Libertad de la América Mexicana, Morelos organizó y estableció el Supremo Tribunal de Justicia y lo instaló en el hoy municipio Ario de Rosales, Michoacán.

Dicho Supremo Tribunal, incluido en la Constitución de Apatzingán, que, dicen, no entró en vigor, tuvo como su primer presidente a José María Sánchez de Arriola, nacido en Valladolid. Le acompañaron cuatro juristas, como él, debidamente acreditados en la materia: Antonio Castro y Elorza, José María Ponce de León Fernández Agudo, Mariano Tercero Téllez de Lara y Rafael Argüelles Rendón.

Se estableció que durarían tres años en el cargo y el Congreso designaría a los magistrados. El Supremo Tribunal conocería de asuntos civiles y criminales. Al presidente se le trataría de “Alteza”, la denominación de “Excelencia” a los cuatro magistrados, mientras que el título de “Su Señoría” lo recibirían los fiscales y los secretarios.

Fue el 28 de diciembre de 1823 cuando, por primera vez, la institución recibió el nombre de Corte Suprema de Justicia, conforme al articulado de la Constitución de 1824 y entre sus magistrados estuvo Manuel de la Peña y Peña que lo presidiría y dos veces ocupó la Presidencia de la República.

DÉCIMA ÉPOCA DE LA SCJN

De acuerdo con los historiadores, el 1 de septiembre iniciará la Décima Época de la Suprema Corte de Justicia de la Nación, estimando los cambios de nombre del Máximo Tribunal de Justicia, por el que han desfilado decenas de juristas afamados y políticos con títulos de licenciado y doctor en Derecho, así como un considerable grupo de abogadas.

La reforma judicial impulsada en el sexenio anterior es muy cuestionable, aunque los seguidores del fundador y líder permanente de Morena, ignorantes de nuestra Historia Patria, la aplauden y corean “porque se acabó la corrupción” y la misma Primera Presidenta de México afirma que el Poder Judicial “dejará de ser la elite en el medio judicial” y que desaparecerá el nepotismo.

Con la reforma terminaron 30 años de una fructífera labor judicial, con la única mancha que dejó el queretano arturo fernando zaldívar lelo de larrea, así con minúsculas. Renunció como ministro para coordinar el proyecto de “reforma judicial”, tras de servir lacayunamente al tabasqueño.

En 1995 empezaba el sexenio del presidente Ernesto Zedillo Ponce de León y fue restructurada la Suprema Corte.

Los 26 ministros y ministras recibieron su jubilación y los sobrevivientes la siguen disfrutando. Entre los nombres que recuerdo, están los de las ministras Victoria Adato Green, Irma Cué Sarquis de Duarte, Martha Chávez Padrón y Clementina Gil Guillén de Lester. El que no fue jubilado, Mariano Azuela Güitrón, después sería uno de los brillantes presidentes del Alto Tribunal.

En esa etapa zedillista, se creó el Consejo de la Judicatura Federal, ahora lo conoceremos como Tribunal de Disciplina Judicial. Su función: supervisar a jueces, magistrados y ministros que no cumplan con la ley, “les acarrearán consecuencias legales”.

Lo entrecomillado es parte de lo declarado por la Primera Presidenta de México, quien agregó: “estamos cambiando el Poder Judicial desde abajo” y “no valdrán las actuaciones ligadas a la corrupción. Si la situación lo exige, habrá juicio político”.

ACORDEONES IMPRESOS “ORIENTADORES”

Por primera vez en 200 años los integrantes del Pleno de la Suprema Corte de Justicia de la Nación, fueron “electos” por la ciudadanía el 1 de junio del presente año.

Muchos aspirantes hicieron campaña política, supuestamente sin bandera de partido político, comento supuestamente porque una mayoría lucía de color guinda, el distintivo del Movimiento de Regeneración Nacional, convertido en el partido político, Morena.

Se distribuyeron, a nivel nacional, cientos de miles de acordeones impresos en tinta morada con la leyenda “1 Junio 2025 Proceso Electoral Judicial Extraodinario” y en uno de los 16 rectángulos se leía “¡TU DECIDES QUIÉN JUZGA! En las Elecciones del PODER JUDICIAL”. 

Uno más “orientaba” a los electores: “A partir del 15 de mayo, el INE habilitará un enlace para que puedas consultar la ubicación de la casilla donde te corresponde votar.”

En el cuarto rectángulo “orientador”, leí: “Recibirás 9 boletas de las cuales son 6 federales (INE) y 3 locales (ICEM). En cada una, las candidatas están del lado izquierdo y los candidatos del derecho ordenados alfabéticamente.

“Escribe el número de tu candidatura (?) en el recuadro, anteponiendo un cero si es de un solo dígito, (ejemplo 03). La interrogación la puse yo. El paréntesis aparece impreso.

Una “orientadita” más. Los nombres de mujeres y de hombres y curiosamente, por pura coincidencia, en “Ministras y Ministros de la SCJN” solamente aparecen impresos los nombres de los “fueron los 9 elegidos” para integrar el Pleno de la “nueva” Suprema Corte.

Esta fue la lista: Batres Guadarrama Lenia, Esquivel Mossa Yasmín, Herrerías Guerra Sara Irene, Ortiz Ahlf Loretta y Ríos González María Estela, así como Aguilar Ortiz Hugo, Espinosa Betanzo Irving, Figueroa Mejía Giovanni Azael y Guerrero García Arístides Rodrigo.

En el caso del Tribunal de Disciplina Judicial, en el acordeón para magistradas y magistrados están los nombres de: De Gyves Zárate Eva Verónica, García Pérez Indira Isabel y Maya García Celia, así como Bátiz Vázquez Bernardo y H. León Tovar Rufino.

Y, ¿qué creen? Las ocho mujeres y los seis hombres, ¡ganaron!

El pueblo bueno y sabio votó abrumadoramente por Hugo Aguilar Ortiz y por Celia Maya García. Él será presidente de la Suprema Corte de Justicia, como lo fue Benito Juárez en 1858. Ella, dos veces frustrada candidata a ministra de la SCJN, será la presidenta del Tribunal de Disciplina Judicial.

jherrerav@live.com.mx