MORENA es el único partido que hoy está en construcción y expansión territorial.
Así lo evidenció la sesión de su Consejo Nacional del pasado domingo en la que, más allá del ruido mediático sobre temas coyunturales, se abordaron cuatro puntos importantes:
1.- Integración de más de 71,000 Comités Seccionales del Movimiento en el país, para fortalecer su implante territorial.
2.- Creación de la Comisión Evaluadora de los nuevos perfiles ciudadanos que deseen incorporarse al movimiento.
3.- Plan para orientar, apoyar y fortalecer a los gobiernos de MORENA a nivel de los municipios, que son la célula básica de un sistema federalista.
4.- Instalación del Consejo Consultivo Nacional, para analizar y dictar lineamientos sobre los grandes problemas del país.
Esta agenda complementa, en términos políticos, el trabajo de afiliación masiva que promueve la Secretaría de Organización, a cargo de Andrés Manuel López Beltrán, porque ahora se trata de alojar en cada Sección Territorial a los 10 millones de afiliadas y afiliados que se tiene por meta alcanzar en este año.
Tanto la afiliación de militantes como la estructuración de Comités Seccionales (uno por cada una de las 71,541 Secciones Electorales del país) son dos demandas muy sentidas y exigidas por las bases de MORENA, desde por lo menos 2015, cuando se cerró el padrón para concentrar el trabajo partidista en la organización y en ganar las elecciones locales, federales y la Presidencia de la República en 2018, meta que se cumplió aquel año y en 2024.
No podría ser de otra manera; de Tijuana a Mérida, durante décadas se gestó un sentimiento popular, cuyo catalizador fue el más grande líder del México contemporáneo. el ex presidente Andrés Manuel López Obrador. Al concluir su mandato, el pueblo afirmó casi al unísono: “¡Cumplió!”. Su aprobación generalizada se reflejó en los contundentes índices de popularidad de entre 8 y 8.5, los más altos en varios sexenios.
De haber existido reelección, las encuestas sugerían que habría obtenido el 75 por ciento de los votos.
La llegada de MORENA al gobierno revolucionó la relación poder-ciudadanía. Se estableció un nuevo paradigma de comunicación política; más directa, sin filtros ni intermediarios. El Salón Tesorería de Palacio Nacional se convirtió en el foro político de mayor audiencia del país, superando incluso a los principales noticiarios.
Este ejercicio democrático de comunicación se caracterizó por la ausencia total de censura; por la interacción libre con medios (“prohibido prohibir”), y por la vinculación constante entre discurso y acción gubernamental. El éxito comunicacional encontró sustento en logros tangibles.
Otro distintivo del arribo de MORENA a los máximos órganos políticos de la Nación fue la inversión histórica en desarrollo social, con la que se institucionalizó la Pensión para el Bienestar de las Personas Adultas Mayores, como estandarte de la política social, y se dio un incremento sustancial al salario mínimo desde los primeros años de gobierno.
La economía (otrora al servicio de unos cuantos) encontró un rostro más humano, privilegiando a los menos favorecidos y poniendo en el centro de la política pública a los históricamente olvidados (“Por el bien de todos, primero los pobres”).
Además, al contrario de los pronósticos catastróficos de la oposición, la administración morenista logró altos estándares de disciplina fiscal sin sacrificar el crecimiento, reactivando el mercado interno y reduciendo la desigualdad regional (el sureste creció más que el norte industrializado).
Resulta notable que, durante la pandemia, 9 millones de mexicanas y mexicanos salieron de la pobreza extrema.
Asimismo, el primer gobierno de izquierda demostró que la economía moral puede ser más funcional que el neoliberalismo. Se puso un énfasis especial en el combate frontal a la corrupción y a los privilegios fiscales; se estableció la austeridad republicana como política de Estado y se generaron las condiciones necesarias para la estabilidad macroeconómica que atrajo inversiones.
El legado democrático es insoslayable. Más allá de lo económico, el Movimiento se concentró en un proceso generalizado de repolitización de la sociedad civil; de defensa de los derechos sociales sin incitar a la violencia, y de transición a una democracia de carácter sustancial.
En el marco de la construcción y expansión territorial, el balance final muestra más aciertos que deudas.
El respaldo masivo a MORENA en las pasadas elecciones confirma que, para millones de mexicanas y mexicanos, la Cuarta Transformación cumplió con lo esencial: devolver la esperanza y demostrar que otro México es posible.
Este proyecto transexenal deja una lección histórica: cuando las políticas públicas priorizan a las y los más necesitados y se gobierna con honestidad, los resultados vencen el escepticismo.
Por ello, con los recientes programas del Consejo Nacional se formaliza el inicio de una nueva etapa en la historia del Movimiento: la institucionalización y consolidación territorial de MORENA en todo el país.
Un dato basta para ilustrar este esfuerzo: ningún otro partido en México o en América Latina se encuentra en un trabajo organizativo de esta magnitud.
El plan municipalista es consecuencia natural del crecimiento y expansión de MORENA como primera fuerza gobernante a nivel municipal en el país.
Tras las recientes elecciones en Veracruz y Durango, junto con los aliados, gobierna en este momento 1,093 municipios, lo que representa el 53.3 por ciento de todos los del país, cuyas autoridades se eligen mediante sufragio universal, directo y secreto (recordemos que, de los 2,477 municipios que hay, 426 no realizan elecciones directas, porque se rigen con el sistema de usos y costumbres).
Este plan municipalista se orienta a informar, asesorar y encauzar a las autoridades de MORENA para que, además de ganar elecciones, hagan un buen gobierno, algo muy importante sobre todo cuando se gobierna al 56 por ciento de la población del país a nivel municipal.
En el Movimiento tenemos claro que hay que saber ganar y saber gobernar para mantener al partido en la aceptación ciudadana y en el servicio público.
En esta sesión del Consejo Nacional se aprobaron directrices muy claras para seguir consolidando al Movimiento como primera fuerza política nacional y, de manera especial, emergió muy fortalecida la presidenta nacional, Luisa María Alcalde Luján, porque tiene claridad en la ruta por seguir y, lo más importante, cuenta con el apoyo de las bases del partido.
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