Jesus Te Ampare
XALAPA, VER. 10 11 2025.- Cuauhtémoc Blanco ha vuelto a ponerse los tacos, pero no los de fútbol. Hoy, el ex goleador que emocionó a millones de aficionados con la Selección Nacional juega en otra cancha: la política, donde recibe constantes “tarjetas amarillas y rojas”.
Desde la Cámara de Diputados, el ex ídolo del América “dribla” con destreza a la misma ley, a la ética y a las denuncias que lo persiguen sin cesar.
Los archivos judiciales registran varias acusaciones contra el diputado: acoso sexual, vínculos con la delincuencia organizada y un largo historial de irregularidades administrativas.
Sin embargo, el réferi principal del juego político, el caudillo López Obrador, parece hacerse de la vista gorda. El Cuau es otro de sus protegidos, otro que juega bajo el manto de la impunidad y la complacencia.
Ahora, “El Tiburón Blanco”, asegura que su doctora de cabecera le recomendó hacer ejercicio de manera constante para mantener su salud cardiaca, tras un periodo de inactividad de nueve años en su faceta política.
Quizá la facultativa le recomendó que se prepare para correr…pero de la justicia.
“Temo” no avanza como antes por las bandas ni mete goles desde fuera del área, pero sigue sintiéndose dueño de la cancha: el Recinto legislativo es su nuevo estadio, donde presume el pecho inflado y el mismo estilo bravucón de antaño, aunque sin balón ni gloria.
Su paso por la política mexicana es un triste replay de lo peor del deporte: el jugador que no se retira a tiempo, que confunde la fama con el liderazgo y el aplauso con la autoridad moral.
Con su arrogancia habitual, se pasea entre las curules como si fueran defensas de Trinidad y Tobago.
Y mientras tanto, el público –es decir, los ciudadanos—seguimos viendo cómo el marcador de la impunidad sigue 10-0 a favor del régimen.
Porque si algo caracteriza al “Jorobas” es su instinto de supervivencia, para estar casi siempre en el ojo del huracán.
En el fútbol esquivaba rivales con el pecho erguido; en la política, se escuda –con gran cinismo– en su fuero.
Lo suyo ya no es la “Cuauhtemiña” sino la “Impunimiña”; una jugada ensayada para salir ileso entre denuncias, escándalos y favores presidenciales.
El Cuau de la política ya no mete goles, pero sí reparte patadas al Estado de derecho.
En tanto, su técnico sigue echándole porras desde la banca oficial en Palenque, porque el show –tristemente—debe continuar.
ceciliogarciacruz@hotmail.com