Hace 50 años, un velero mexicano rompió todas las expectativas y se convirtió en leyenda. El ‘Sayula II’, liderado por el empresario Ramón Carlín, ganó en 1973 la primera edición de la Whitbread Round the World Race (hoy The Ocean Race), enfrentando a gigantes de la navegación mundial y desafiando las burlas de la prensa británica, que llegó a retratarlos con flotadores. Sin experiencia en regatas de ese calibre, Carlín —un vendedor de electrodomésticos que navegaba por afición— compró un Swan 65, lo bautizó con el nombre del pueblo natal de su esposa, y partió con una tripulación internacional rumbo a lo imposible: dar la vuelta al mundo en vela.

Todo nació del amor. Enrique Carlín, hijo del capitán y entonces un adolescente enamorado, recuerda desde Génova cómo su padre se topó con el anuncio de la regata en una revista en Londres. El plan inicial era aprender inglés, pero acabaron inscribiéndose en una de las competencias más duras del planeta. Contra viento, marea y escepticismo, navegaron más de 42,000 kilómetros en 142 días. “Llevamos 47 años de matrimonio con Marcela, y esa vuelta al mundo fue parte de la historia”, relata Enrique con emoción.

Sin GPS, con playeras de lana como abrigo, y víveres enlatados guardados junto al tequila y el vino en la mítica “Magic Table”, la tripulación enfrentó tempestades brutales. Durante la segunda etapa, una ola de 12 metros volteó el barco en el temido Hemisferio Sur. Enrique sufrió fracturas en las costillas, y otros equipos perdieron tripulantes. A punto de retirarse, fue Paquita —quien no sabía nadar y formó parte de la primera etapa— quien convenció a su esposo de continuar. Su valentía y apoyo incondicional fueron clave para que el ‘Sayula II’ completara la hazaña.

La travesía culminó en Portsmouth, donde fueron recibidos como héroes. El eco de la corneta al llegar aún resuena en la memoria de Enrique. El mar que casi los rompe fue también el escenario de una unión eterna. Tras volver a México, se casó con Marcela y celebraron su luna de miel… con otra regata. Así, el ‘Sayula II’ no solo conquistó los océanos, sino que también se convirtió en símbolo de amor, audacia y legado familiar.

Fuente: Marca / Foto vía: Pixabay