Jesús Te Ampare
XALAPA, VER. 02 09 2025.- “¡Uta, pensé en algo novedoso”!
Pero no.
El pueblo corroboró la continuidad de lo heredado por el caudillo del sur.
Y eso es, aquí, en China y en la finca “La Chingada”: Fe Ciega.
La noche anterior (31 de agosto), la señora Sheinbaum no pudo conciliar el sueño; el motivo: su primera lectura al texto para comunicar al pueblo sabio de las actividades realizadas durante los meses que lleva como Presidenta de México.
Muchos anticiparon que lejos de inaugurar un nuevo ciclo político, su administración se presenta –con gran firmeza– como la continuidad fiel del proyecto iniciado por su mentor.
La lectura de su mensaje fue un repaso de las llamadas “obras insignia” de la 4T –el Tren Maya, la refinería de Dos Bocas, el Aeropuerto Felipe Ángeles–, convertidas en dogma, pese a que su rentabilidad económica y social sigue siendo objeto de serias dudas.
Pero más allá de la insistencia en concluir esas obras, lo preocupante es que Sheinbaum ha asumido con disciplina los encargos políticos heredados por su antecesor.
El más grave: la embestida contra la Suprema Corte de Justicia de la Nación, última barrera de defensa frente a los excesos y abusos del Ejecutivo, ha sido señalado, debilitado y puesto bajo sospecha, con el claro objetivo de someterlo.
En un país donde la justicia ya enfrenta rezagos profundos, erosionar a la Corte equivale a dejar indefenso al ciudadano frente a los abusos del poder.
El informe no mostró autocrítica ni apertura, sino la reafirmación de un discurso que apuesta a la polarización.
La narrativa triunfalista contrasta con la realidad de millones de mexicanos que padecen inseguridad, carencia de medicamentos, falta de oportunidades y un sistema institucional que cada día se concentra más en un solo puño.
La historia reciente de México enseña que la fortaleza de la democracia no se mide únicamente en elecciones, sino en la existencia de contrapesos reales que limiten al gobernante en turno.
Si esa muralla institucional se derrumba, lo que se erosiona no es la popularidad de un presidente, sino la vida democrática del país.
El primer Informe de Claudia Sheinbaum no fue un parteaguas ni un momento de claridad sobre el rumbo nacional.
Fue, más bien, el recordatorio de que la llamada “transformación” sigue avanzando, aun a costa de la pluralidad, de la división de poderes y del futuro de la democracia mexicana.
¿Quién constata las cifras pomposas contenidas en el Informe?
Una recreación del séptimo año de gobierno del progenitor de “Andy”…y del “Chocoflan”.
Esto sí es Fe Ciega.
ceciliogarciacruz@hotmail.com