La Iglesia católica advierte que la inseguridad en México va más allá de cifras, y afecta la vida cotidiana, generando aislamiento, desconfianza y miedo.

En su publicación semanal Desde la Fe, la Arquidiócesis Primada de México aseguró que la inseguridad no solo se mide en cifras, sino en la vida diaria, donde “las personas evitan portar objetos de valor, los menores no salen solos y se rehúye caminar por la noche”.

Esta realidad advirtió, está reconfigurando hábitos sociales e impactando la confianza en el entorno más cercano, incluyendo a la familia, los vecinos y los compañeros de trabajo.

Encuesta revela temor generalizado, especialmente en mujeres
La Iglesia citó la Encuesta Nacional de Seguridad Pública Urbana (ENSU) del Inegi, la cual señala que 6 de cada 10 mexicanos se sienten inseguros, y 7 de cada 10 mujeres temen sufrir violencia.

Además, la mitad de quienes tuvieron contacto con policías reportaron actos de corrupción o abuso de autoridad, lo que refleja “un deterioro institucional y desconfianza pública preocupante”, según la editorial.

También preocupa la ruptura en los lazos comunitarios
Otro dato que subrayó la Iglesia fue que el 35.4 % de la población tuvo conflictos recientes con familiares o vecinos, lo cual “muestra que incluso el núcleo social más íntimo está herido”.

Por ello, hizo un llamado a un compromiso colectivo para reconstruir el tejido social, promoviendo el “cuidado mutuo y la responsabilidad compartida”.

Buzones de paz, campañas de desarme y centros de escucha
La Iglesia destacó acciones en marcha como la apertura de buzones de paz en parroquias, la participación en Diálogos por la Paz, la colaboración en campañas de desarme y el acompañamiento a víctimas de violencia, migrantes y personas en situación vulnerable.

Afirmó que “no se trata de imponer soluciones, sino de sanar desde la escucha, la esperanza y la acción comunitaria”.

Llamado a todos los sectores: “construir ciudades de encuentro”
Finalmente, exhortó a gobiernos, empresarios y sociedad civil a sumar esfuerzos para “construir ciudades donde prevalezca la empatía, la solidaridad y la escucha activa”.

Recalcó que “las víctimas no son estadísticas, son personas que deben ser escuchadas y acompañadas”.