Pacientes y familias que acuden a consulta al Hospital de la Luz, conocido también como el Hospital de la Ceguera, que se ubica en las inmediaciones del Monumento a la Revolución, denunciaron ser víctimas de cobros excesivos e injustificados, por parte de un grupo de “franeleros” y “viene-viene” que operan en la zona.
La mayoría de las personas que acuden a esta centenaria Institución de Asistencia Privada son de escasos recursos económicos y de edad avanzada, que requieren ir acompañados y, muchos de ellos, ser trasladados en un vehículo de su familia. Sin embargo, esta necesidad de movilidad es aprovechada por los llamados “viene-viene” para hacer su agosto y cobrar “cuotas” de 40, 70 y hasta 100 pesos por un lugar de estacionamiento.
Apartan lugares con huacales y cajas de plástico
Durante un recorrido realizado por LA PRENSA se pudo constatar que los viene-viene y franeleros se acercan a los automovilistas para ofrecerles “un lugar”, que previamente tienen apartado con cajas de madera y plástico, conocidos como “huacales”, incluso, con botellones de agua y botes.
Estacionarse en plena vía pública está condicionado al pago de 40 pesos, pero sí la persona se tarda el cobro es de 70 pesos. En los días que hay evento en el Monumento a la Revolución el pago puede elevarse hasta los 100 pesos.
Pero los pacientes del Hospital de la Luz y sus familiares no son las únicas víctimas de este negocio del inframundo, ya que el mismo trato reciben los vecinos, así como los repartidores y comerciantes de la zona al momento de estacionar algún vehículo para surtir la mercancía de los negocios, a quienes además de cobrarles la “cuota”, también les piden algún producto en especie.
Amenazas y agresiones verbales
Comerciantes de la zona denunciaron que los acomodadores que literalmente se han adueñado de las calles circunvecinas al Monumento a la Revolución, como es el caso de Ezequiel Montes y Valentín Gómez Farías, en la colonia Tabacalera tienen un comportamiento hostil, prepotente y grosero, ya que llegan a amenazar y agredir verbalmente a aquellas personas que no aceptan pagarles “la cuota” que imponen.
“Se han apropiado prácticamente de cuatro calles y las han convertido en su mina de oro, incluso, llegan a obstruir entradas de establecimientos mercantiles y viviendas. Si alguien protesta, los agreden verbalmente y les dicen que sí deja su auto y algo le pasa, ellos no se hacen responsables”, indicaron.
Con información de La Prensa