“Saqueamos, envenenamos, destruimos todos los ecosistemas del planeta. Firmamos letras que nuestros hijos jamás podrán pagar. Nos comportamos como si fuéramos la última generación sobre la tierra. De no producir un cambio radical de perspectivas en nuestros corazones y mentes, La Tierra acabará como Venus, calcinada y muerta”: Sogyal Rimpoche.

Hace mucho tiempo, existió un planeta distante, que se destruyó así mismo. Este cuerpo celeste pertenecía a   un sistema solar lejano.

¿Fue un accidente?

No; sucedió que sus habitantes vivían en constante agresividad, lujuria, corrupción, competitividad: Solo pensaban en dinero, dinero, negocios, negocios, lujos, más lujos Y no tenían tiempo para amarse, respetarse a sí  mismos, menos aún a su agotado planeta.

Para ellos, sus máximos  placeres consistían en consumir  lo que exigía la presión de la propaganda  y satisfacer sus artificiales necesidades, sin importarles que para lograrlo tuvieran que depredar sin piedad  a su generoso entorno, que de gratis les brindaba aire, agua, comida, paisajes  maravillosos. 

Así los inmisericordes superfluos día a día, iban asesinado a su planeta,  ajenos a la interdependencia de su propio mundo con el resto de los cuerpos celestes  del universo-

Ellos vivan ciegos, indiferentes  a los  mensajes que  su planeta, les enviaba suplicándoles  que se acercaran a Dios, que fueran humildes, liberaran su corazón del odio, vivieran con  sencillez, dieran más, esperando menos y que unidos cultivaran  un sentido de responsabilidad universal, en apoyo de los más débiles de la familia global.

Es más, ellos ni siquiera intentaron rescatar sus sentimientos amorosos con los que se  suponía  habían nacido. Solo vivían para su propio beneficio sin importarles sus crueles  actos de violencia, hasta que su planeta después de lanzar un enorme eructo se convirtió en un agujero negro, que dejó escapar algunas partículas para que se transformaran en un cinturón de asteroides alrededor del Sol, hasta que el errante viento cósmico las convirtiera en polvo.

La gente lo llama eco, ¡pero en realidad es la vida! Te devuelve todo lo que dices o haces. Nuestra vida es simplemente un reflejo de nuestras acciones.

Si deseas felicidad, da felicidad a los que te rodean.

Si quieres una sonrisa en el alma, da una sonrisa al alma de los que conoces.

Esta relación se aplica a todos los aspectos de la vida.

La vida te dará de regreso, exactamente aquello que tú le has dado.

Tu vida, no es una coincidencia, es un reflejo de ti.

Alguien dijo, ¡si no te gusta lo que recibes de vuelta, revisa muy bien lo que estás dando!

(Reflexiones de la Madre Teresa, pegadas en  un cartel en la  pared de Shishu Bhavan, la Casa Infantil de Calcuta.)

taca.campos@gmail