Sí lo estas, lee lo siguiente:
Me desmayo, atrevo, estoy furioso, áspero, tierno, liberal, esquivo, alentado, mortal, difunto, vivo, leal, traidor, cobarde y animoso.
Me muestro alegre, triste, humilde, altivo, enojado, valiente, fugitivo, satisfecho, ofendido, receloso.
“Creo que un cielo en un infierno y doy la vida y el alma a un desengaño. ¿Esto es el amor?…quien lo probó, lo sabe”, aseguraba Lope de Vega.
Antes San Juan había certificado: “Dios es Amor” y otros opinaban: “el amor es la más plena relación humana; necesaria para todos los seres vivos”
Y hoy, como la palabra está tan manipulada, tratáremos de aclarar que es el amor.
Los psicoanalistas opinan que hay tres clases de amor:
El erótico, que surge por el instinto entre un hombre y una mujer; es posesivo y excluyente. Se quiere poseer a la persona «amada». También resulta turbador pero placentero. Surge o desaparece sin que la persona lo decida y la conduce a cierto tipo de abusos, desilusiones, e insatisfacciones.
Otro amor: La amistad o intercomunicación gratuita, cordial, no posesiva, mediante la cual se logra un interés mutuo por los problemas, éxitos o sufrimientos del amigo, lográndose constituir a través de ella un descanso psicológico. Sin embargo, no hay que olvidar que la amistad se cultiva, no se impone.
Un tercer amor: El incondicional. Este amor se manifiesta como ayuda al prójimo, servicio desinteresado o entrega gratuita para el bien de todos pero conlleva al sacrificio de los propios intereses, más tengámoslo presente: entre más se da más feliz es la persona que lo prodiga.
En el amor incondicional no hay manipulación, ni posesión, ni dominio, es deseo de ayuda sin condiciones a la persona amada o a la humanidad. Es un acto de libertad, dado que ayudar, servir, comprender, respetar, dar, perdonar son acciones que uno decide realizar libremente. Por eso este tipo de amor constituye la relación más profunda y fecunda que puede existir.
Tratándose de amor incondicional en una pareja ambos toman conciencia de su persona y su dignidad. Se sienten conocedores y conocidos, respetados y respetuosos, amantes y amados.
No hay asimilación, posesión, pero sí reconocimiento. Es una comunión, un «nosotros», sin perder singularidad. Quiero que tú seas tú y tú quieres que yo sea yo. taca.campos@gmail