La devastación que ha causado en Birmania (Myanmar) el mayor terremoto en décadas sigue siendo una “gran incógnita” una semana después de su impacto, mientras continúan los ataques del Ejército pese a la tregua para facilitar la ayuda humanitaria, según la ONU.

El pasado viernes, a las 12:50 hora local (6:20 GMT), un terremoto de magnitud 7.7 sacudió la región centro-norte de Sagaing, en el centro-norte del país, con una réplica de 6.7 apenas 10 minutos después.

Se trató de un poderoso movimiento sísmico que provocó efectos intensos en lugares a más de mil kilómetros del epicentro, entre ellos Bangkok y la provincia suroccidental china de Yunnan, limítrofe con Birmania.

Hasta la fecha, la junta militar birmana, asentada en el poder desde el golpe de Estado de 2021, ha registrado 3,145 muertos, 4,589 heridos y 221 desaparecidos por el terremoto.

En Bangkok, el lugar fuera de Birmania más afectado, las autoridades reconocieron este viernes que no han logrado encontrar sobrevivientes entre los casi 80 atrapados por el colapso de un rascacielos en obras, además de otros 22 fallecidos.

Una semana después, es difícil saber si las cifras reflejan la verdadera magnitud de la tragedia en Birmania.

El impacto total continúa siendo “la gran incógnita”, dijo hoy a la agencia informativa EFE Mikhael De Souza, coordinador de Médicos Sin Fronteras (MSF) en el país asiático.

“Mandalay está muy afectada, e imagino que es incluso peor al norte. En esas zonas es muy difícil tener una idea clara de lo que está ocurriendo”, dijo De Souza desde Rangún, poco impactada por el temblor.

De Souza se refiere a la escena alrededor del municipio de Sagaing, al noroeste de Mandalay, con ambas urbes a una distancia del epicentro menor a 20 kilómetros.

La conexión entre las ciudades permanece obstruida por los daños a carreteras e infraestructura, así como los cortes de electricidad y telecomunicaciones, mientras el aeropuerto de Mandalay, clave en la zona, solo pudo reabrir la víspera a vuelos domésticos.

Asimismo, la región de Sagaing es una zona caliente en el conflicto que el Ejército libra contra guerrillas de minorías étnicas y prodemocráticas, y es un feudo clave de los rebeldes.

Incumplimiento de tregua

Pese a que la junta declaró un alto el fuego esta semana para facilitar el tránsito de ayuda humanitaria, la Oficina de la ONU para los Derechos Humanos dijo hoy que no lo ha respetado, con al menos 16 ataques desde la tregua, y un total de 61 desde el sismo.

La agencia de la ONU subrayó que el Ejército (Tatmadaw) sigue limitando los movimientos en zonas golpeadas por el sismo, por lo que hay áreas afectadas “inaccesibles para la ayuda humanitaria”.

La Oficina de Naciones Unidas para la Coordinación de Asuntos Humanitarios (OCHA, siglas en inglés) indica que hay unos 17 millones de personas afectadas, incluidos 9 millones especialmente damnificados cerca del epicentro, en 57 municipalidades.

Las necesidades más urgentes son alimentos, agua limpia, mantas, cobijo y kits de higiene, dice a EFE la ONG World Vision desde Mandalay.

También advierte, como otras organizaciones, del riesgo de las altas temperaturas, de unos 40 grados centígrados, después de que la Organización Mundial de la Salud (OMS) alertara de posibles brotes de cólera.

El secretario general de la ONU, António Guterres, describió Birmania como “escenario de devastación y desesperación”, y alertó de la llegada de la temporada de monzones.

Guterres anunció el desplazamiento al país de su coordinador de Ayuda de Emergencia, Tom Fletcher, y su enviada especial, Julie Bishop, para analizar la situación y “reforzar el compromiso con la paz y el diálogo”.

El régimen castrense denegó esta semana la entrada al país a prensa extranjera alegando dificultades logísticas.

Entre tanto, el jefe de la junta, Min Aung Hlaing, contra quien la Fiscalía de la Corte Penal Internacional emitió una petición de arresto en noviembre ante el posible genocidio de la minoría musulmana rohinyá, volvió este viernes a la escena internacional en un foro regional en Bangkok.

Aislado desde el golpe, el responsable de cercenar una década de transición democrática en Birmania fue recibido como uno más en un foro con, entre otros, el primer ministro indio, Narendra Modi, y el jefe del Gobierno interino de Bangladés, el nobel de la paz Muhammad Yunus.

Min Aung Hlaing llega a Bangkok tras haber pedido apoyo internacional por el impacto del terremoto, con la ONU y la oposición democrática pidiendo que no utilice la ayuda como “arma de guerra” para desfavorecer a las zonas rebeldes.

“No damos la bienvenida al asesino Min Aung Hlaing”, rezaba hoy una pancarta en uno de los principales puentes de Bangkok, frente al hotel que hospeda al general.

EFE