Jesús Te Ampare
Rocío Nahle –con mano firme—pone orden y transparenta la estructura gubernamental e instruye una limpia al “cochinero” que dejó el inefable y corrupto Cuitláhuac García, quien se distrajo en frivolidades y desmanes que hoy emergen a la luz pública.
En razón a ello, implementa una Nómina Única para la burocracia con la misión de detectar a servidores públicos con doble plaza, y acabar –de una vez por todas– con los “aviadores” que protegió el sátrapa “bailarín enchipotlado”.
Quienes cobran jugosos salarios en diversas nóminas sin trabajar representan uno de los mayores problemas dentro de los sistemas públicos y administrativos.
Además de ser bribones, afectan gravemente el bienestar colectivo, ya que desvían recursos que deberían ser utilizados para mejorar los servicios públicos o financiar proyectos que beneficien a la sociedad.
Este tipo de corrupción estructural, aunque no siempre se presenta de manera evidente, crea un círculo vicioso de impunidad.
Los “empleados fantasma” están presentes en diversas áreas del gobierno, como en el sector salud, educación, comunicación social, entre otros.
Su inacción y negligencia son una forma de malversación de fondos públicos, lo que en última instancia frustra el desarrollo de las entidades y socava la confianza de la ciudadanía en las instituciones.
Los “aviadores” no solo se benefician del trabajo de otros, sino que también crean un entorno laboral tóxico para aquellos que verdaderamente cumplen con su deber.
La desmotivación y el desinterés por parte de los trabajadores honestos surgen cuando ven cómo se premia la pereza y la falta de ética.
Esto también fomenta una cultura de desidia, donde el trabajo bien hecho no es reconocido, pero la negligencia y el abuso del sistema son tolerados.
Este fenómeno también está relacionado con la falta de control interno y la debilidad en la rendición de cuentas.
Si bien existen mecanismos para prevenir este tipo de corrupción, su implementación y monitoreo a menudo son deficientes.
Los sistemas burocráticos están tan enredados en trámites y burocracia que resulta difícil identificar a estos “tripulantes de cabina”.
Por tanto, un paso esencial es reformar las estructuras administrativas y fortalecer los mecanismos de control y auditoría.
En sí, esos parásitos representan una parte insostenible del sistema que perjudica no solo a las instituciones, sino también al desarrollo integral de un país.
Basta de “asalariados” amigos, parientes, recomendados, amantes y soplanucas heredados, que no retribuyen en nada a la sociedad ni al gobierno.
Eso también es una forma de corrupción.
ceciliogarciacruz@hotmail.com