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Por: Rosa Chávez Cárdenas

rosamchavez@hotmail.com.

A la madre se le asocia con el amor incondicional, amorosa, protectora, que da la vida por sus hijos. En el inconsciente colectivo compartimos el arquetipo de la madre ideal. Por eso el 10 de mayo es tan especial para los mexicanos. Es un día tan importante para las ventas, de hecho, fue creado para activar la economía. La realidad es otra, las madres son humanas, como tal tienen sus cambios de humor y marcan preferencias al respecto de los hijos, en mi adolescencia sufría al ver los privilegios que tenían por ser hombres. También se presentan emociones negativas como competencia, envidia, celos entre madre e hija y entre hermanas; asuntos históricos e histéricos que se han compartido por generaciones. El problema de los conflictos entre madre hija cobra una dimensión difícil de entender, suceden varios fenómenos. Se supone que las madres solo quieren que los hijos sean felices, en la práctica, resulta lo contrario, la madre de manera inconsciente vive en conflicto con alguna de sus hijas, repite la historia transgeneracional de las mujeres en su familia, la hija para poner distancia, se empodera, tratando de buscar reconocimiento se vuelva empresaria, incursiona en la política, o triunfa como universitaria. En el opuesto, si la madre es amorosa, sobreprotectora, le crea dependencia, inseguridad al grado que permanezcan toda la vida juntas, se forma una diada difícil de romper. Las abuelas todavía cargan la discriminación por su género, no podían elegir el número de hijos, casi ninguna disfrutó la intimidad de pareja, no escuchaban la palabra orgasmo, es más, todo lo referente al sexo era tema tabú. De manera frecuente escucho historias de madres que han tolerado el abuso de su pareja, maridos alcohólicos que las han golpeado, abandonado y que regresan cuando están viejos y enfermos, ellas tan abnegadas los reciben. Esas mujeres sin autoestima dieron todo al grado de despersonalizarse, se dedicaron a los hijos, no enseñaron que, así como hay derechos también hay obligaciones. Todo es de ida y vuelta. La madre se sacrifica para que sus hijos progresen, y cumplan el sueño que ella no pudieron realizar, les facilitaron el camino para sus estudios universitarios, pocos agradecen en la misma medida, creen que con dar un regalo el día de la madre ya cumplieron como hijos. Con los movimientos sociales la mujer ha sufrido transformaciones, el rol de la mujer ha cambiado de manera radical. Me compartió Doña Juanita: “Las madres de ahora son vale madre, le dan duro a la hilacha. Hace años, mi hija me dejó a sus hijos, se fue al otro lado, mi nieta quedó embarazada a los 15 y también me dejó a sus dos niños” Las cifras de madres que abandonan a sus hijos se han incrementado, algunos varones cumplen con en el rol de proveedores y madre-padre. También las labores cotidianas han cambiado, a las jóvenes, no les gusta planchar, no saben subir una bastilla o arreglar un cierre y tampoco cocinar. De manera que, para facilitarles la vida, los negocios se han multiplicado. La comida a domicilio con ayuda de los teléfonos inteligentes ha proliferado, hasta los niños tienen la aplicación en su celular. El consumismo, la cultura desechable y el hedonismo han cambiado a las presentes generaciones, la carencia de límites nos ha dejado grandes problemas sociales: falta de tolerancia a la frustración, adicciones a sustancias y a la tecnología, embarazos a edad temprana, obesidad y falta de sentido de pertenencia. “El amor de la madre es ciego, hasta que los problemas le abren los ojos”

www.rosachavez.com.mx

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