Jesús Te Ampare
¿Cuándo se iban a imaginar candidatos del otrora poderoso PRI, obtener en una elección municipal uno o dos votos?
¡Jamás!
Pues ya sucedió.
En la contienda para elegir 212 Alcaldes de Veracruz, hubo aspirantes que solo obtuvieron uno o dos sufragios.
El instituto político que alguna vez fue dominante en la escena mexicana, ahora enfrenta una situación crítica.
Sus síntomas son claros: pérdida de credibilidad, quebranto de militancia, falta de renovación ideológica y una imagen pública desastrosa.
La erosión de su base electoral y la incapacidad para adaptarse a los cambios políticos y sociales del país, debilitaron su estructura.
En esta fase terminal, enfrenta desafíos significativos para sobrevivir.
La pregunta es si podrá reinventarse y recuperar su relevancia en la política mexicana, o si sucumbirá a sus propias limitaciones.
El partido que avasalló la política mexicana durante gran parte del siglo XX atraviesa su crisis más profunda de legitimidad, estructura y representación popular.
En Veracruz, la situación es muy crítica.
Está prácticamente relegado y su estructura territorial, que en otros tiempos era sólida, hoy está fragmentada, y disminuida.
En la pasada elección del 1 de junio Morena barrió, con severos tropezones; y el tricolor quedó como una sombra de lo que fue en una entidad clave del Golfo.
La conducción del partido por Alejandro Moreno Cárdenas, “Alito”, ha sido altamente controversial.
Su “liderazgo” es calificado como soberbio, autoritario y distante de las bases, lo que ha provocado fracturas internas, renuncias de militantes históricos y un desgaste profundo en la imagen del partido.
Además, el campechano ha optado por mantener el control del partido, a pesar de los resultados electorales adversos y las múltiples críticas, lo que para muchos es un reflejo de intereses personales más que de un proyecto real.
El PRI no ha desaparecido legalmente, pero políticamente está en fase de extinción simbólica, a menos que se reforme radicalmente o surja un liderazgo legítimo que lo reconecte con la ciudadanía, lo que se observa imposible.
La figura de “Alito” se ha convertido en un lastre, no en una solución.
El PRI va en picada; en caída libre y sin malla protectora. Olvidó lo más importante: el contacto con el pueblo.
La soberbia y la corrupción provocaron el hartazgo ciudadano, que dio paso a la ola “pejista” instalada, sin pudor, en el poder.
Ahora, el tricolor, es simplemente un panal sin miel.
ceciliogarciacruz@hotmail.com