Amin Maalouf, una de las voces más reconocidas de nuestro tiempo, explora con lucidez las fracturas y los mestizajes del mundo moderno.

Es un crítico observador del mundo, preocupado y ocupado del rumbo que vamos, asegura que vamos en mala dirección. “No creo que el naufragio sea inevitable, pero es la imagen que siempre tengo en mente”.

Oriundo del Líbano de donde salió por la guerra civil hace 50 años, actualmente reside en Francia.

Maalouf, recibirá el 29 de noviembre el Premio FIL en Lenguas Romance 2025, uno de los más importantes de la literatura. Es la segunda feria del libro más importantes del mundo hispanohablante.

Periodista, ensayista y novelista desde hace 70 años, su pasión es contemplar el mundo, explora la memoria y el exilio, rechaza la cerrazón nacionalista y religiosa.

Maalouf siente empatía por los desarraigados y viajeros, atestigua que las identidades están construidas de cruces, de pasajes, más que de fronteras. 

Me recuerda a Selye, el investigador de la teoría del Síndrome del estrés se  nombraba a sí mismo «el eterno viajero»; emigró después de la Segunda Guerra Mundial a varios países, descubrió el estrés postraumático y el de adaptación.

Una característica preocupante del mundo actual es la falta de solidaridad, no existe el orden mundial, sin duda impera la ley de la selva; es autor de títulos como El Naufragio de las civilizaciones.

“Creo que la cuestión fundamental hoy es la identidad. Durante milenios hemos estado acostumbrados a estar apegados a nuestras identidades particulares y a no ver que nuestra identidad fundamental es nuestra pertenencia a la comunidad. Durante mucho tiempo no tuvo mucho sentido, pero hoy, en el mundo que nos rodea, no tenemos muchas opciones, eso no significa que tengamos que abandonar nuestras identidades particulares, son importantes y no debemos abandonar nuestras lenguas, pero también debemos considerar nuestra pertenencia a la aventura humana”.

Comenta sobre la crisis de las civilizaciones: “En la época en que vivimos, ninguna civilización puede ser arrogante con otras. Todas nuestras civilizaciones están en crisis. Incluso los países más importantes, los más grandes, los más poderosos, es evidente que todos están en crisis. Vivimos en una época preocupante, a veces incluso aterradora, y a la vez fascinante. Por eso, creo que, en lugar de insistir en que nuestra época es peligrosa, creo que debemos encontrar la fuerza para sobrevivir y rebasar este periodo tan peligroso que vive la humanidad”.

Sobre el tema de las migraciones del mundo actual, como la que tanto obsesiona al presidente Trump, comparte su punto de vista como observador: “Es cierto que muchas sociedades se encierran en sí mismas y atribuyen a los migrantes todos los males que hay de la sociedad, pero, creo que debemos tener la valentía de afrontar los verdaderos problemas de las sociedades en lugar de buscar siempre males ocultos”.

Al respecto de la tecnología, tan importante del quehacer humano en nuestro tiempo: “La característica de nuestra época es que la tecnología nos llegó con manual de uso técnico, pero sin manual de uso moral” Ya estamos viendo las consecuencias. En cuanto a los gobiernos, la forma de organizar las sociedades y las relaciones afirma “tengo la impresión de que hemos alcanzado un umbral de incompetencia”. Los gobernantes, los políticos se enferman de poder, es como si un virus los contagiara, repiten los conflictos, las guerras que tanto daño han hecho a la humanidad, no entendemos como en tiempos de los derechos humanos y comunicación los países en guerra no puedan llegar a un acuerdo de paz.

“He sentido durante años que la civilización se dirige hacia el naufragio. Sigo sin creer que sea inevitable, pero creo que vamos por buen camino, pero también por mal camino.  Creo que nuestras civilizaciones se están hundiendo y toda la aventura humana puede llegar a naufragar”, sentenció el novelista y ensayista. Todos debemos colaborar para evitar el naufragio de la civilización.

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