Por: Jorge Herrera Valenzuela
Ráfaga
Sin medir las consecuencias, sin importarles exponerse a un contagio y convertirse en transmisor del COVID 19, pensando que la pandemia “ya está domada”, cientos de familias la mañana del domingo se lanzaron a la calle, a pie, en bicicleta, en patineta.
Abandonaron el confinamiento casero de dos meses, la mayoría sin cubrebocas o caretas, no guardaron la sana distancia y no pocos en los parques ocuparon las bancas, abrazándose. Quienes viajaron en transporte colectivo no tomaron ninguna medida sanitaria protectora.
México ya rebasó el número 10 mil personas fallecidas entre el 18 de marzo y el 1 de junio. Los hospitales apenas si tienen capacidad para atender a los miles de contagiados y también el número de sospechosos es muy elevado.
Las cifras no disminuirán mientras decenas, cientos o miles de mexicanos anden desprotegidos por las calles. Cada 14 días aumentarán los números y el aterrorizante pronóstico es que de seguir en ese ritmo, morirán entre 80 mil y cien mil ciudadanos, hombres y mujeres.
Debemos entender que no solamente los millones de personas de la Tercera Edad están en riesgo de muerte, si llegan a ser contagiados.
El coronavirus ataca a los seres humanos de todas las edades, incluyendo a los recién nacidos.
Aunque la voz presidencial afirmé que no vivimos una pandemia, sino una epidemia, los millones de víctimas contrarían ese dicho. No cabe minimizar el problema mundial y quien debería ser el primero en poner el ejemplo de permanecer en casa, inició una campaña político electoral que culminará a mediados del año entrante.
Lo importante es que hemos pasado dos meses, muchos comenzamos el 17 de marzo, adaptándonos a un nuevo modelo de vida, aleccionador para grandes y chicos por las medidas sanitarias para proteger nuestra salud.
Lavarse las manos con agua y jabón en escasos 20 segundos, es algo esencial después de cualquier acción que realicemos. Nos estamos acostumbrando al uso del cubrebocas o de la careta que protege inclusive los ojos.
En la Ciudad de México, la Ciudad Democrática, no hay sanción para quienes no usen cualquiera de esas dos prendas, lo reitera frecuentemente la doctora Claudia Sheinbaum Pardo, jefa del gobierno citadino.
Desgraciadamente en este hermoso México y en sus modernizadas ciudades capitales, abundan las personas que desdeñan toda recomendación para el bienestar y la salud de todos.
Unos, argumentan que si al Presidente de México no le pasa nada por no usar el cubrebocas, “a nosotros menos”. En Puebla resultó mentira lo expresado por el gobernador Barbosa Huerta, de que “a nosotros los pobres no nos ataca ese virus”.
Hemos aprendido a comunicarnos mediante las videollamadas, sin desconocer que esto ya se aplica desde hace tiempo. Las familias, los amigos, los compañeros de trabajo activaron la intermediación del internet. Tanto de las oficinas gubernamentales como de las empresariales, de los despachos de abogados y otros profesionistas, dan uso cotidiano a ese medio de comunicación.
El confinamiento, también llamado encierro casero y coloquialmente denominado “arresto domiciliario”, puso en práctica el servicio a domicilio de las farmacias, de los comerciantes de Mercados de Zona, de las tiendas de autoservicio.
Algunos de esos servicios ya existían, pero en los últimos tres meses se prodigaron la oferta y la demanda. Cuando menos hasta fin de año este nuevo contacto habrá de permanecer.
De las primeras recomendaciones que nos hizo el gobierno fueron tres esenciales: no saludar de mano, no darse abrazos y olvidar el besito en las mejillas. Cuando en verdad se llegue a lo que llaman la “nueva normalidad”, serán medidas que mantendremos por mucho tiempo.
RÍAN CON IRMA Y CARLOS
El buen humor es característica sine quanon del mexicano y por ello reproduzco lo que me envío mi colega y amiga Irma Fuentes: “Sigan saliendo a la calle, total ya hay una crema para quitar el Covid, La Crema…ción.
Carlos Ferreyra Carrasco, también estimado amigo y colega, no se quedó en silencio y con la imagen del actor Joaquín Cosío, puso la leyenda “Los machos no andamos rogando como mariquitas…Si mi vieja me dice “No Sales”, Pos no salgo y ya”.
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