En una visita a Argentina, al inicio de este siglo, llamó mi atención un torneo de “fut-val”. “¿No será futbol?”, pregunté a mi interlocutor argentino. “Está bien escrito, significa futbol con valores, y es un torneo que organiza el Arzobispo de Buenos Aires, Jorge Mario Bergoglio, aficionado como pocos al futbol”, me ilustró.
“Cómo está eso del futbol con valores?”. “Es una manera del Arzobispo de acercar la Iglesia Católica a los jóvenes de barrio y alejarlos de las pandillas y la delincuencia a través del deporte; promueve el box-val, el beis-val y otras disciplinas; es un jerarca con mucho compromiso social y nada dócil a ningún poderoso”.
Indagué más; supe que en 2001 había creado Scholas, la fundación para promover la educación de los jóvenes argentinos a quienes la crisis política y económica de ese año había arrojado a la pobreza y a la protesta en las calles de Buenos Aires al grito de “¡Que se vayan todos!”.
La vena social del Arzobispo Bergoglio era explicable: nacido en 1936, hijo de inmigrantes italianos, había crecido en un ambiente modesto en el barrio de Flores, donde tuvo una infancia marcada por su fe católica. Se formó sacerdotalmente en la Escuela de Jesuitas de Buenos Aires, donde el voto de pobreza no era sólo una práctica personal, sino un llamado a favorecer la “opción preferencial por los pobres” y un “compromiso ético y humanizante por la justicia”. Algo que lo marcó a lo largo de su ejercicio sacerdotal.
El 13 de marzo de 2013 fue elegido Papa, y tomó el nombre de Francisco, en honor a San Francisco de Asís. Su elección fue recibida con gran esperanza y entusiasmo, especialmente en América Latina. Desde el inicio de su Pontificado, destacó la necesidad de una Iglesia católica más humilde y accesible, así como la importancia de la justicia social, la paz, el cuidado del medio ambiente, el diálogo interreligioso, la reforma dentro de la institución eclesiástica y la austeridad al interior de esta.
El recién fallecido Papa Francisco, justamente en Semana Santa, en el propio Domingo de Resurrección, tuvo un recorrido sacerdotal con varios elementos distintivos, además del ya mencionado compromiso ético por la justicia social y por una especie de humanismo iberoamericano.
Su compromiso con las personas pobres y marginadas fue constante, sobresaliendo su trabajo en las denominadas «villas miseria» (barrios marginales) de Buenos Aires y un marcado estilo austero personal, que mostró al rehusar lujos y distinciones, incluso cuando fue designado como Prelado de alto rango para formar parte del Colegio Cardenalicio.
Se graduó en Filosofía en 1958 y luego estudió Teología.
A lo largo de su formación, trabajó en diversas labores pastorales y educativas, lo que le permitió desarrollar un fuerte compromiso con los problemas sociales.
Fue ordenado Sacerdote en 1969 y ocupó varios puestos en la Iglesia.
Demostró con creces su liderazgo, sobre todo en la Iglesia Católica argentina, la cual, en 1973, lo nombró Provincial de la Compañía de Jesús. Durante los años de la dictadura militar en su país natal (1976-1983), se mantuvo como defensor de los derechos humanos.
Fue designado como Rector del Colegio Máximo de San Miguel, Arzobispo de Buenos Aires (1998-2013) y Cardenal desde 2001. Además, ocupó el cargo de presidente de la Conferencia Episcopal Argentina.
Como Arzobispo, destacó su estilo pastoral cercano a la gente, al igual que su enfoque en la humildad, la inclusión social y el diálogo interreligioso, y se distinguió por su énfasis en el contacto directo con fieles y sacerdotes, la promoción de la “Iglesia en salida”, que va a las periferias y valora el trabajo a ras de suelo, así como el uso de un lenguaje sencillo y accesible.
Su ejercicio sacerdotal se distinguió también por sus aportaciones teológicas y pastorales, dotadas de un enfoque en la misericordia, como centro del mensaje evangélico; la crítica al clericalismo y a las estructuras rígidas o conservadoras; la promoción del diálogo ecuménico e interreligioso, y la preocupación por la formación de Sacerdotes sensibles y cercanos al pueblo.
Y no fueron pocas sus posiciones sociales destacadas, como la defensa de la dignidad del trabajo; su crítica a los excesos del capitalismo y a las políticas del libre mercado; su preocupación por las personas migrantes y refugiadas; su compromiso con el cuidado del medio ambiente y el equilibrio ecológico, así como con las buenas prácticas, contrarias al consumismo desmedido que alimenta al cambio climático.
Como Jesuita formado en la espiritualidad Ignaciana, destacó siempre por su capacidad de discernimiento y su visión de la Iglesia Católica como hospital de campaña que debe curar heridas y acoger a todas las personas. Estas premisas lo acompañarían a lo largo de su recorrido como integrante de la comunidad eclesiástica.
Su relación con México fue relevante. Como Provincial Jesuita, estuvo en nuestro país. Conocía la problemática de las Misiones de la Sierra Tarahumara.
El asesinato de dos Sacerdotes Jesuitas en Cerocahui, en 2022, le dolió en el alma; así lo hizo saber al Gobierno de México, que logró atender su reclamo de justicia. Y ya antes, en 2016, había visitado nuestro territorio durante seis días.
Fue cercano a varios mexicanos, especialmente al Cardenal Carlos Aguiar Retes y a los hermanos Mauricio y Héctor Sulaimán, representantes de Scholas México.
Con la muerte del Sumo Pontífice comenzó el Interregno Papal, intervalo que transcurre entre el final de un Papado y el comienzo del siguiente.
Los restos mortales de Francisco serán llevados a la Basílica de San Pedro, y el 26 de abril se celebrarán las exequias correspondientes.
Aproximadamente, un total de 135 purpurados participarán en el cónclave para designar al nuevo líder de la Iglesia. Este mecanismo de votación, caracterizado por su confidencialidad, suele extenderse entre 14 y 21 días. Durante este período, el Cardenal estadounidense Kevin Farrell, como Camarlengo, ejercería provisionalmente la autoridad administrativa sobre la Santa Sede.
El Papa Francisco marcó un cambio significativo en la Iglesia Católica, la más numerosa en el mundo. Fue el Papa de las personas pobres, olvidadas y más necesitadas, pero también el de la paz y la justicia.
Hizo historia como primer Sumo Pontífice latinoamericano y el primer Jesuita en el Vaticano. Pero lo más trascendental: fue un gran ser humano y un gran líder espiritual. QEPD.
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