Compartir

-Hubo pasión deportiva y amistad fraternal

-El estadio de CU, 29 de Noviembre de 1952

-Éramos porristas organizados, no porros

-Se filmaron varias películas con Estrellas

Ráfaga

Todo lo que sea tema cultural o reunión de intelectuales, son derechistas, conservadoras y neoliberales. Por eso el Presidente de México acabó con prestigiadas instituciones como CONACYT y CIDE. Ahora la emprende contra la Feria Internacional del Libro Guadalajara. Su hijo estudia en el extranjero, becado.

-x-x-x-x-x-x-x

A 71 AÑOS DE UN POLI-UNIVERSIDAD

Universitarios y Politécnicos.

Colores Guinda y Blanco, Azul y Oro.

¡Goooyas¡…¡Hueluuums!

Unos salían del Barrio de San Ildefonso y otros se desplazaban desde el Casco de Santo Tomás, sede del Instituto Politécnico Nacional.

El destino, en los inicios, llegar al Estadio Olímpico de la Ciudad de los Deportes, a un costado de la Monumental Plaza México. Después “hasta el lejano” Estadio Universitario y en otra etapa al Campo del IPN en Zacatenco.

29 de Noviembre de 1952 inauguración del que hoy conocemos como Estadio Olímpico de Ciudad Universitaria. Hoy, miércoles 29 de noviembre, recuerdo lo de hace 71 años.

Dos días antes de entregar el poder, el presidente Miguel Alemán Valdés abrió las puertas del escenario del primer clásico en ese Estadio, de futbol americano Pumas de la UNAM y Burros Blancos del Instituto Politécnico Nacional.

Las tribunas recibieron a 68 mil espectadores, estudiantes de ambas instituciones. El lado Oriente destinado a las huestes del Poli, cuya porra la dirigía un joven al que apodaban “El Seco”. En la parte contraria, la Poniente, los “anfitriones”, a quienes animaba con sus gritos, saltos y bailes el célebre y popular “Palillo”, estudiante “fósil” de nombre Luis Rodríguez Pérez.

Hermosas jovencitas luciendo uniformes de falda corta, con movimientos artísticos y sus “pompones de colores”, animaban tanto a los politécnicos como a los universitarios, en sus respectivas trincheras.

El Clásico Pumas-Burros Blancos en los finales de la década de los años cincuenta despertó una pasión en el medio estudiantil y a nivel de los jugadores de las dos escuadras.

Surgieron amistades que perduraron. En especial recuerdo al gigantón y musculoso Omar Fierro, quien con una gran carrera le dio el triunfo al Poli, desempatando el marcador y dejarlo en 1913 en 1973. Omar tenía alma de niño y un corazón de oro.

Se organizaron la Fraternidad Universitaria y la Hermandad Politécnica. Los jugadores de los dos equipos celebraban desayunos, comidas y reuniones del recuerdo. Muchas veces fui invitado tanto con los universitarios como con los polis. Mario Ruiz y Carlos Yapur, puma y burrito, eran mis anfitriones.

“EL TAPATÍO” Y EL PADRE LAMBERT

Legendarios y muy queridos, los entrenadores, “coaches”, siempre los recordamos con mucho cariño.

El doctor Roberto “El Tapatío” Méndez, alma y corazón, de Los Pumas. Llevó a sus muchachos a 9 campeonatos, el primero en 1942 y su etapa de oro culminó en 1961. Los Pumas ganaron un total de 47 campeonatos.

Por el lado de los Burros Blancos, el Padre Lambert J. Dehner, quien llevó a sus hijos politécnicos, en 1945, al primero de sus 2 campeonatos.

La escuadra guinda y blanco tuvo otros 26 triunfos en “El Clásico” en diferentes años y con entrenadores como Jacinto Licea Mendoza, Uriel González y Manuel Rodero.

Por cierto, en la historia deportiva el cronista Víctor M. Figueroa apuntó que el Padre Lambert vino a México para entrenar a Los Pumas, pero no fue aceptado.

Encaminó sus pasos hacia el Casco de Santo Tomás, las iniciales instalaciones del Poli. Pronto se convirtió en un ídolo e inclusive se filmó una película de su paso como entrenador; lo personificó el actor Joaquín Cordero.

Retrocediendo unos años, comento que en 1936 tuvo lugar el primer encuentro entre las dos escuadras y los Burros Blancos derrotaron 6 a 0 a los “Osos”, como comenzaron a llamarse los universitarios. En ese mismo año los de la UNAM ganaron el campeonato y lo refrendaron consecutivamente hasta 1944 y, dicho está, en el siguiente los polis se llevaron su primer trofeo de campeones.

En ese juego de 1936 las estrellas fueron Roberto “Shorthy” y Manuel “Manny” Uruchurtu. Con un pase de Manuel, su hermano se convirtió en el héroe de la jornada. “Manny” después fue un brillante árbitro en los emparrillados.

GRAN CAMARADERÍA EN LA TRIBUNA

Sabíamos que los directivos de la temporada de fútbol estudiantil, obvio el americano, tenían programado para el cierre, el Clásico. Por su parte los estudiantes estábamos organizados en las respectivas porras de animación.

Cada quien celebraba sus reuniones previas y la instrucción especial, recomendación, nada de enfrentamientos, cero violencia, dentro y fuera del Estadio.

Con una semana de anticipación se llevaba a cabo “la quema del Puma” y en un lugar distante “la quema del burro”.

La idea de este evento fue del cronista deportivo Wilfrido Cruz Molina (qepd), del diario Esto. Fuera de ese edificio, en Serapio Rendón y Guillermo Prieto, Colonia San Rafael, llegó a hacerse la quema de esos artísticos ejemplares elaborados en cartón.

Los universitarios, mayoritariamente los Preparatorianos, hacían sus juntas en el edificio de San Ildefonso 43. “Palillo” entregaba los boletos para el acceso al Estadio. Había conseguido patrocinadores y obtenía suéteres o chamarras para los directivos de las porras que se dividían en grupos con un “capitán” como responsable.

Los capitanes, entre ellos el más entusiasta era el futuro médico Raúl M. Simancas y el coordinador de todos, el futuro abogado Carlos Hidalgo Cortés. Ambos con sus compañeros de la Prepa 1 a temprana hora estaban en el Estadio de Ciudad Universitaria. Era el año 1955.

Limitaban con cordeles los espacios dedicados para las y los porristas. Entre todos se organizaban para abastecer tortas y refrescos. No había bebidas alcohólicas ni cervezas.

Y aquí una precisión, no aclaración, los estudiantes integrantes de los grupos de animación, en el que estaban incluidas muchachas que hacían la tarea de bastoneras, todos eran  porristas, NO PORROS, éstos aparecieron después sobre todo entre los aficionados al fútbol soccer.

En uno de los Clásicos fueron filmadas escenas del partido y las cámaras enfocaron hacia las tribunas del lado universitario, entre el estudiantado estaba la bella actriz Sonia Furió, declarada Hija Predilecta de su natal Tehuacán, Puebla.

VIVA LA JUVENTUD

Estaba de moda. Era impactante entre la juventud. Fue la auténtica Época de Oro del Futbol Americano Estudiantil. Instituciones como el Centro Universitario México, el CUM, organizó su propia liga desde la infantil hasta la juvenil clasificada como “intermedia”.

El tema atrajo a los productores cinematográficos y tuvieron éxito al rodar la película “Viva la Juventud”, en el año 1961. Lo hicieron en el Estadio Universitario, en terrenos del Politécnico y en el Parque Delta o Parque del Seguro Social.

El argumento se enfocó a la vida en una pensión para estudiantes. Convivían Pumas y Burros Blancos, liderados por Andy Rusell, estudiante universitario de Ciencias Químicas, y Adalberto Martínez “Resortes”, mecánico y jugador de futbol americano.

Andy era Pancho Andreu y Resortes, personifica al Cheché Ramírez y al jugador politécnico Policarpo. Ambos compitieron en una carrera de autos antiguos y participaban en el encuentro de fútbol, mezclados entre los jugadores de las dos escuadras. Los dos pretendían a la estudiante de Química “Lupe”, la juvenil y curvilínea María Victoria.

Otra belleza de la época, la actriz Yolanda Varela hizo el papel de Virginia Luque, simpatizante de los Burros Blancos y que termina siendo elegida como la Reina de la Belleza con los miles de votos que manda “Policarpo”.

El final de la cinta se filmó en el Estadio Universitario, donde aparecen dos grupos de bastoneras, unas dirigidas por la deslumbrante Evangelina Elizondo, declarada en esos años como la mujer de las piernas más hermosas. El otro grupo bajo la dirección de la chica de estrecha cintura, Yolanda Varela.

RECORDANDO A JUGADORES

Hace casi un siglo se practica el fútbol americano, las altas y bajas han sido constantes. En la actualidad tiene jugadores y aficionados apasionados en la Ciudad de México, en el vecino Estado de México y en Nuevo León, principalmente. La historia abarca leyendas, nostalgia y recuerdos como ocurre en otras disciplinas y en diversos espectáculos.

Entre las leyendas figuran jugadores que no inmortales, pero sí inolvidables.

Alex Esquivel, un defeño que hizo época en el México City College, fue el primer mexicano y único en 1955 de ser llamado en el draft de la Liga Nacional de Fútbol (NFL, por sus siglas en inglés) para integrarse a un equipo de Baltimore.

Al extraordinario Manuel “Pibe” Vallari Rubio. Jugador del Poli, lo nombraron “El Jugador del Siglo”. Dirigía las acciones, corría, mandaba pases, tacleaba.

Otro politécnico que hizo historia entre los Burros Blancos, fue un alto y fortachón joven de nombre Humberto Areizaga Rojo. Murió en los días que brillaba como la gran figura del futbol estudiantil. Aficionado al alpinismo se accidentó mortalmente en un lugar conocido como “El Ventorrillo”, en el Popocatépetl. Esto fue hace más de 50 años.

Los Hermanos Tello y los Hermanos Bermúdez dieron sonados triunfos a los cadetes del H. Colegio Militar. No recordé los nombres de esas parejas.

Quisiera citar a los que destacaron en Pumas y a los que orgullosamente vistieron los colores Guinda y Blanco. Falta espacio para ello. Por ejemplo, cuando el equipo del IPN cumplió 84 años la lista de los destacados, sumaban 140.

PUMAS: Alberto “Chivo” Córdova, Omar Cardona, Alfonso “El Desalmado” García, Delmiro Bernal, Gustavo “Pato” Patiño, Rafael “El Ticao” Mathey,  Juanito Romero, Eduardo Machorro, Manuel “Chato” Ibarra Herrera, Héctor Murillo, Manuel Neri, Mario “La Araña” Revueltas, Eduardo del Castillo y Ricardo de la Garza.

BURROS BLANCOS: Cándido Trapero, Ramiro “Tigre” Medina, Omar Fierro, Carlos Yapur, Guillermo “Chucus” Olazcoaga, César Luque, Mario Salum, Víctor Ramírez, Federico Amaya, Manuel Rodero y los hermanos Roberto y Manuel Uruchurtu, pioneros éstos dos.

PARA EL ANECDOTARIO:

Sucede que al revisar mis pasos por el diarismo impreso, recordé que una mañana de la última semana de noviembre de 1956, mi fraternal amigo Rafael Díaz de León y Torres (qepd) y su servidor tomábamos café en el Tibet Hamz, en la Avenida Juárez, frente a la Alameda Central.

Acordamos subir al décimo piso del edificio San Antonio, el café estaba en la planta baja. Entramos a las oficinas del diario Zócalo y solicitamos trabajo de reporteros. Nos recibió un señor alto, de mirada fuerte. ¿Saben reportear? preguntó don Enrique Vázquez Herrera, Jefe de Información. La respuesta de ambos fue con un rotundo y afirmativo “¡Sí!”.

Nos dio órdenes de trabajo. Indicó: “Por la tarde, a las cinco, en Pino 577, es la Redacción”. Era lunes y el viernes pedimos permiso porque nos íbamos, el siguiente día al Poli-Universidad…. ¡Nos dieron el permiso!

jherrerav@live.com.mx