El domingo 5 de junio pasado se renovaron las gubernaturas en seis Estados de la República, así como algunos Congresos locales y Presidencias Municipales. Los resultados de la elección arrojaron resultados significativos para MORENA, ya que la ciudadanía le extendió un irrefutable voto de confianza en cuatro de las entidades federativas en que se disputó la titularidad de los poderes ejecutivos locales.
En tal sentido, este partido se ha convertido en la fuerza política de mayor relevancia en el país, ya que, para finales de este 2022 estará dirigiendo 21 de los 32 Estados de México. Su crecimiento y expansión no tienen precedentes, a tan sólo cuatro años de su aparición en las boletas.
Analistas han expresado que los resultados del domingo pasado están asociados directamente con la excelente valoración con que cuenta el actual mandatario mexicano entre la ciudadanía. Incluso manifiestan que en la historia contemporánea nacional no se había visto una Presidencia tan fuerte y tan bien posicionada, pues a poco más de la mitad del mandato del Presidente Andrés Manuel López Obrador éste sigue gozando de la confianza de una amplia mayoría en el país.
Las razones son muchas, pero vale la pena mencionar algunas. La desaceleración económica causada por la pandemia fue manejada con responsabilidad por el Gobierno federal; el viejo modelo de rescate a las grandes empresas, a través de empréstitos gestionados y solicitados ante instituciones financieras extranjeras —como el Fondo Monetario Internacional—, aunado a un grave endeudamiento público, fue reemplazado por un esquema de rescate para los sectores de la población económicamente más vulnerables.
Contra todo pronóstico y a pesar de críticas del conservadurismo, los programas sociales continuaron y se fueron incrementando paulatinamente, a grado tal que, en la actualidad, en siete de cada diez familias en el país hay por lo menos un o una integrante que recibe el beneficio de alguno de los diferentes apoyos.
La oposición acusa el carácter asistencialista de estos programas, argumentando que se busca generar un clientelismo electoral; no obstante, tales señalamientos carecen de sentido, ya que, a la luz de los hechos y por citar un ejemplo, estos apoyos continúan operándose en las alcaldías de la Ciudad de México que son dirigidas por la propia oposición.
Por otro lado, se debe considerar que también el conflicto bélico que se desarrolla entre Ucrania y Rusia en el este europeo sigue causando estragos en la economía. Las alzas en los precios de los energéticos y la presión económica que Estados Unidos y sus aliados quieren ejercer sobre Rusia impactan de manera negativa a todo el orbe.
Sin embargo, el precio de la moneda mexicana ha ido ganando terreno frente al dólar en las últimas semanas; la cantidad de remesas enviadas a nuestro país se ha incrementado en forma significativa, y la estrategia para contener la alta inflación registrada en los primeros cinco meses de 2022, debido principalmente al aumento de los combustibles, sigue rindiendo buenos frutos en beneficio de miles de familias.
En suma, los resultados de la elección del domingo pasado devienen de una serie de acciones que inspiraron nuevamente la confianza del electorado. Sin embargo, analistas y algunas figuras políticas, de manera infundada, acusan que los triunfos y la presencia de MORENA en dos terceras partes de las entidades de la Federación representan un retorno a las viejas prácticas del priismo del siglo pasado, que implicaban un fuerte centralismo.
Tales acusaciones rayan en el sensacionalismo. Una de las diferencias sustanciales con respecto al sistema de partido único posrevolucionario que prevaleció en nuestro país durante la mayor parte del siglo pasado es la apertura plena a la participación ciudadana y la presencia de auténticos ejercicios democráticos.
No obstante, las voces críticas de la oposición no reparan en que las propuestas del presidente van orientadas justamente a consolidar en nuestro país una democracia directa y no sólo de carácter representativo. Instrumentos como el plebiscito, el referéndum, la consulta popular y la revocación de mandato, entre otros, no pueden ser, ni por asomo, propios de un gobierno antidemocrático.
Consecuentemente, la inminente reforma electoral estará orientada a combatir vicios existentes desde hace muchos años en nuestro sistema democrático, tanto en su sentido institucional como en su aspecto práctico.
Los resultados de la pasada jornada electoral reflejan el apoyo de la ciudadanía a un proyecto congruente, emanado del sentir popular y orientado hacia la sociedad, que, por su naturaleza, choca con intereses políticos y económicos de grupos específicos que hasta el momento han intentado demeritarlo, sin conseguirlo.
La respuesta más clara a las duras críticas y al llamado, incluso de figuras como los expresidentes, a detener los propósitos legítimos de la Cuarta Transformación se obtuvo el domingo pasado. Una pesada losa con que el conservadurismo opositor tendrá que lidiar de cara a las elecciones presidenciales de 2024.
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