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-Acabar con el Poder Judicial, orden presidencial.

-Un Jurista aguascalentense el primero, en 1829.

-La Suprema Corte, institución siempre respetable.

RAFAGA

(Meditemos, pausadamente, con nuestro Voto el 2 de Junio de 2024, lograremos la reconciliación de todos los mexicanos e iniciar la reconstrucción del País).

Por primera vez en nuestra Historia Patria, la institución judicial más importante del País, el emblema democrático del Poder Judicial de la Federación, es blanco del odio, rencor y venganza de parte del Presidente de los Estados Unidos Mexicanos.

La presidenta de la Suprema Corte de Justicia de la Nación, la jurista Norma Lucía Piña Hernández, es objeto de ataques verbales desde Palacio Nacional, de donde haN salido órdenes, a todos los integrantes del gabinete, para que en principio “nadie responda los llamados telefónicos de la señora”.

El desgobernador de Veracruz, un porro alineado al tabasqueño, organizó una manifestación en las escalinatas del edificio de la Corte y gritó insultos a la titular del órgano judicial. Se contrató a adultos de la Tercera Edad  para que instalaran un campamento, frente a la puerta principal, colocando cartelones y mantas con leyendas ofensivas para ministras y ministros.

Es obvio que el presidente, 14 años alumno en la Facultad de Ciencias Políticas y Sociales, UNAM, en ninguna de sus clases escuchó la solemnidad que guarda la Suprema Corte, el altísimo respeto a los juristas que son designados por el Senado para integrar el Pleno de Ministros.

Como político no está enterado de la División de Poderes y lo peor es que echó al cesto sus palabras pronunciadas, ya investido como Presidente de México, pues se rige por su pensamiento de que nada que la Ley es la Ley.

Se sintió ofendido porque en el Teatro de la República, el 5 de febrero, la ministra Piña Hernández no se levantó de su asiento para “caravanearlo”. Como los niños, se dijo el tabasqueño, “no la invito a mi fiesta”. Dejó fuera a la Presidenta del Poder Judicial Federal en los actos oficiales de las Fiestas Patrias.

Desde Palacio Nacional, en todas las mañaneras, sonrisa burlona de por medio, despotrica contra “el podrido Poder Judicial”.

Hasta ahora no ha presentado una sola prueba de la corrupción y así seguirá destilando bilis por no controlar a Ministras y Ministros

El tabasqueño no gana 700 mil pesos mensuales, gana mucho más: su sueldo, no paga impuestos, seis años el erario dispone millones para alimentación, ropa, medicinas, viajes, vehículos junto con  mantenimiento incluyendo gasolina,  imprevistos de la Familia Presidencial. ¿Cuánto costó la remodelación del departamento donde viven en Palacio Nacional?

A sus lacayos, los diputados federales (que dejan de ser representantes populares), les ordenó despojar de 13 fideicomisos de esa institución, porque necesita los 15,200 millones de pesos para sus obras faraónicas, la industria chocolatera y pagos de 10,000 pesos mensuales a venezolanos, haitianos, nicaragüenses y bolivianos que “ya son mexicanos” y tienen credencial del INE.

LA SUPREMA CORTE SIEMPRE RESPETABLE

El jurista Jesús Anlén López, catedrático en la Facultad de Derecho, UNAM, en sus detallados análisis sobre los hombres que han participado en las tareas jurídicas me manifestó que instituciones como la Suprema Corte de Justicia de la Nación, son de respetabilidad permanente y ee inaceptable lo que se está viviendo.

Recordó que precisamente en la Constitución de 1824, donde quedó señalado el presidente de la Corte como el que, por Ministerio de Ley, ante la ausencia del titular del Ejecutivo Federal, asuma el poder y eso ocurrió seis ocasiones en el Siglo XIX.

Me habló, el maestro Anlén López, de la República Centralista instituida por Antonio López de Santa Anna. Enseguida mencionó la República Restaurada por Benito Juárez. Siempre destacando, en esas épocas el prestigio, la honorabilidad y la atingencia de los Ministros de la Suprema Corte.

Acotando, las supresiones de dicha institución o su cambio de nombre no alteraron las funciones. Inicialmente fue el Supremo Poder Ejecutivo y tuvo como primer presidente al jurista Miguel Domínguez, a quien conocemos como El Corregidor de Querétaro. También la denominaron Corte Suprema de Justicia y actualmente a nivel estatal funcionan los Tribunales Superiores de Justicia, también llamados Supremos Tribunales de Justicia.

EL PRIMERO, AGUASCALENTENSE

Los tiempos poselectorales en 1829, en la sucesión de Guadalupe Victoria, se produjeron hechos poco conocidos y que derivaron en impedir la toma de posesión del triunfador, Manuel Gómez Pedraza. Un movimiento político obligó al Congreso designar al candidato derrotado, Vicente Guerrero, para ocupar el cargo.

Guerrero renunció a los 9 meses. El Congreso nombró a dos interinos. El zacatecano José María Bocanegra, fue el primer interino, lo destituyeron el 23 de diciembre de 1829, había tomado posesión el 17. Aunque reconocido jurista, no salió de la Corte.

El jurista aguascalentense, Pedro Vélez dejó la presidencia de la Suprema Corte de Justicia de la Nación. México tendría un primer triunvirato en el Poder Ejecutivo Federal, pues a Vélez lo acompañaron el guanajuatense Lucas Alamán y Luis Quintanar, queretano, que años después sería el primer gobernador de Jalisco.

Anastasio Bustamante, el primer michoacano Presidente de México, asume el mando nacional. Acérrimo de enemigo de Guerrero e inclusive se escribió que pagó 50 mil pesos para quien diera muerte al Insurgente Vicente Guerrero. Lo fusilaron en Cuilapam, Oaxaca. El primero de los cinco presidentes fusilados.

Este ciclo, la primera sucesión presidencial, se cierra cuando Gómez Pedraza es Presidente de la Republica. En esas elecciones intervino el primer embajador de Estados Unidos, Joel R. Poinsett, así como miembros de las Logias Yorkina y Escocesa, de ideologías liberales y conservadoras, respectivamente.

Bocanegra murió en su residencia ubicada en la hoy esquina de Tacuba e Isabel la Católica, Centro Histórico de la Ciudad de México. Francisco González Bocanegra, autor de la letra del Himno Nacional Mexicano, era su sobrino y en los últimos años vivieron juntos.

EL DOBLE GOLPE YANQUI

En una de las 11 veces que “ejerció” como Presidente de México, el veracruzano Antonio López de Santa Anna, emprendió la huida a su hacienda Magna de Clavo y le encargó al jurista defeño Manuel de la Peña y Peña que hiciera frente a los yanquis invasores.

El entonces presidente de la Suprema Corte dejó su despacho el 16 de septiembre de 1847. Ocupado el Palacio Nacional por los yanquis, De la Peña y Peña estableció en Toluca, capital del Estado de México, la sede del Poder Ejecutivo Federal y  ahí atendió los asuntos hasta el 11 de noviembre del mismo 1847.

Le corresponde a este ilustre jurisconsulto estampar, como representante del Gobierno Mexicano, su firma en el Tratado Guadalupe Hidalgo, culminando la negociación realizada por López de Santa Anna. Estado Unidos se quedaba con 2,500 kilómetros cuadrados del territorio norte de la República Mexicana y a cambio Estados Unidos entregó, en la Sierra de Ixtlán, , 15 millones de pesos, “como indemnización”.

El abogado defeño retornó a Palacio Nacional, designado por el Congreso del 8 de enero al 2 de junio de 1848. Gobernó durante 101 días en total. Recibió el honor de estar inhumado en la Rotonda de las Personas Ilustres. 

Le propusieron ser gobernador del Estado de México, al retirarse de su segundo interinato. Agradeció la distinción, respondiendo que retornaba a su despacho como Ministro.

EL PRESIDENTE ITINERANTE

Uno de los cinco héroes nacionales lo será, por siempre, el oaxaqueño Benito Pablo Juárez García. Bajó de San Pablo Guelatao a la capital del Estado. Aprendió el español. Estudió para ser abogado. Participó en la política, gobernó tres veces su entidad natal. Ministro de la Suprema Corte y presidente de la misma. Funcionario estatal y Rector de su Alma Mater.

Comenzó sus estudios siendo un jovencito y a los 55 años cumplidos, dejó la presidencia de la Suprema Corte de Justicia de la Nación, para asumir la Presidencia de los Estados Unidos Mexicanos, por Ministerio de Ley.

Ignacio Comonfort pretendió dar autogolpe de Estado y se alió a los conservadores firmantes del  Plan de Tacubaya, el cual nombró presidentes a Félix María Zuloaga, Miguel Miramón, José Ignacio Pavón y José María Salas, durante el Imperio de Maximiliano.

Juárez no pudo permanecer en la Ciudad de México y después de enviar su primer mensaje al pueblo, el 19 de enero de 1858, salió hacia Guanajuato y el 13 de febrero ya estaba en Guadalajara, donde militares federales iban a fusilar a Juárez y Guillermo Prieto se interpone y pronuncia la frase “los valientes no asesinan” y añadió: “Si quieren sangre, bébanse la mía, pero no toquen al presidente”.

La persecución militar obligó al oaxaqueño a reanudar la itinerancia hacia el Norte del País. Tuvo que salir hacia Panamá, luego a Cuba y terminó esta etapa en Nueva Orleans.

Antes de continuar el comentario, considero interesantes participarles que Benito Juárez profesaba la religión católica, era liberal, perteneció a una Logia masónica.

Además del zapoteco, don Benito dominaba latín, inglés y francés. Obviamente el español.

Por cierto en una ceremonia le blanquearon la cara para que recitara un poema en latín; primero causó risas “su maquillaje”, al final le aplaudieron, puestos de pie. Colaboró, antes de ser ministro, con los presidentes Juan Nepomuceno Álvarez Hurtado e Ignacio Comonfort de los Ríos.

La Presidencia Itinerante terminó el 18 de julio de 1867, día en que entró al Zócalo y fue hasta el despacho presidencial de Palacio Nacional.

Maximiliano, Miguel Miramón y Tomás Mejía fueron fusilados en junio de ese mismo año, en El Cerro de Las Campanas, Querétaro.

Un dato, en ese día, 18 de julio, salió del Castillo de Chapultepec a la Plaza de la Constitución. Dio órdenes de dejar la ornamentación austríaca que pusieron Maximiliano y Carlota, “no toquen nada, eso es historia”.

Al caminar por el Paseo de la Emperatriz, dispuso cambiar el nombre y desde 1867, es Paseo de la Reforma.

CUIDÓ LA SILLA A MIRAMÓN

Personaje singular. Reconocido por ser uno de los 8 presidentes nacidos en Veracruz. Tres veces presidente de la Suprema Corte. Simpatizante del imperio del austríaco Maximiliano.

José Ignacio Pavón hizo historia junto con el más joven Presidente de México. Don Pepe Nacho dizque fue presidente del 13 al 15 de agosto de 1860. Miguel Miramón tenía 27 años cuando apoyado en el Plan de Tacubaya, a los 27 años de edad rindió protesta contra la voluntad de esposa, la guapa joven Conchita Lombardo.

Recordemos que el imperialismo impuso a cuatro presidentes, mientras el constitucional, Benito Juárez, hacía su gobierno itinerante. Fue esa la primera vez que hubo duplicidad en el Ejecutivo Federal.

Entre los comentarios mordaces, el más conocido es que el veracruzano no gobernó ni una hora, su tarea fue cuidar la silla presidencial, pues su predecesor  y sucesor fue Miramón. Le ganó en tiempo a Pedro Lascuráin que estuvo de palabra 45 minutos como Presidente de México.

LERDO, IGLESIAS Y P. DÍAZ

La presencia del jurisconsulto José María Iglesias demostró que algunos especializados en la administración, procuración e impartición de justicia, no deben meterse a políticos. 

Iglesias Inzáurraga fue llamado “El Presidente Legal”, porque como presidente de la Suprema Corte calificó, personalmente, como fraude electoral la reelección de Sebastián Lerdo de Tejada y Corral, en 1876.

Lerdo precisamente también ocupaba el cargo cuando el 18 de julio de 1872 asumió la presidencia, al morir Benito Juárez.

En noviembre de 1876 los mexicanos tuvieron tres presidentes al mismo tiempo: Lerdo decidió marchar hacia Nueva York y por allá se quedó. Iglesias le siguió al mismo lugar, aunque oficialmente figuró hasta marzo del 77 como presidente; regresó de la ciudad neoyorquina. Porfirio Díaz fue el ganón: Presidente 9 días en 1876; dos meses y medio en 1877,  para terminar del 5 de mayo del 77 al  30 de noviembre de 1880.

El que sería dictador en los últimos 16 años del Siglo XIX y casi 11 en el siguiente siglo, descansó 4 años, dejando en la presidencia a su compadre Manuel “El Manco” González.

  TRES EN LA ROTONDA

De los seis personajes de este comentario periodístico, tres de ellos forman parte de los mexicanos, cuyos restos reposan en la Rotonda de las Personas Ilustres, en el Panteón Civil de la Capital Mexicana

El creador de esa Rotonda, en el año 1872, fue el veracruzano Lerdo de Tejada, donde junto con él recibieron el honor, los defeños De la Peña y Peña y José María Iglesias jurista, escritor, historiador y político que en el pasado enero se cumplieron 200 años de su nacimiento.

En el Panteón Museo de San Fernando, en la Colonia Guerrero, Ciudad de México, hay un gigantesco mausoleo donde están sepultados Benito Juárez, su esposa Margarita Maza y algunos de sus hijos.

Los restos del hidrocálido José María Bocanegra fueron depositados en una urna en un templo de San Ángel, al Sur de la Capital.

No encontré datos al respecto del veracruzano José Ignacio Pavón, a quien después ser destacado conservador e imperialista, sus propios compañeros lo destituyeron como ministro.

jherrerav@live.com.mx