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Por: Jorge Herrera Valenzuela

R Á F A G A

Al abrir las páginas de diarios y revistas o de algún libro, encontramos una caricatura, un dibujo, una ilustración que encierra no solamente los trazos de un dibujo sino nos transmite un mensaje.

Tomás Perrín escribió: no hay cartón que no sea una cátedra.

En México desde el siglo pasado contamos con una cauda de caricaturistas, cuyo trabajo debemos de analizarlo y valorarlo en cuanto la historia que refleja cada cartón.

Ahora en el periodismo digital será esencial la participación de esos artistas del pincel, de la pluma, del lápiz.

Ingeniosos, críticos y de sensibilidad política, no como completo, sino parte fundamental de artículos o comentarios periodísticos e inclusive de libros.

Mi comentario de hoy gira en torno a uno de los exponentes de la caricatura, de un hombre que apasionadamente ejerció su profesión u oficio y además no se detuvo en la lucha por conjuntar a sus compañeros en una respetable agrupación, en ver el establecimiento de un Museo, en pugnar por el respeto a sus derechos laborales y autorales.

Estoy refiriéndome a don David Carrillo, un singular personaje que vio publicadas sus caricaturas en infinidad de diarios, en revistas y en libros, además de ser autor de decenas de retratos de conocidos políticos, intelectuales y de las bellezas del cine mexicano y de un mural que el gobierno mexicano regaló al presidente de Estados Unidos, Franklin Delano Roosevelt, en 1945. En su trayectoria, fue impulsor en 1975 para la organización de la Sociedad Mexicana de Caricaturistas y no tuvo descanso en su labor social de apoyo a sus compañeros, a nivel nacional.

El pasado viernes 29 de octubre, David hubiere cumplido 100 años de haber nacido en Villaldama, Nuevo León. Dedicó 75 largos años, ¿o cortos?, a ilustrar con sus trazos las páginas de Excélsior, El Universal, La Prensa, Novedades, Zócalo, El Sol de México, años atrás Revista de Revistas y se inició en 1939, en la revista Diversiones. Poco a poco escaló el camino para llegar a la cúspide, convertido en uno de los caricaturistas analíticos de la política, simplemente sus apuntes eran geniales, precisos y respetuosos.

David Carrillo forma parte del grupo de recordados cartonistas como lo fueron Ernesto “El Chango” García Cabral, Rafael “La Ranita” Freyre, “El Coronel” Arias Bernal, Abel Quezada, Eduardo del Río, Rius, el portadista de Siempre, Jorge Carreño, quien por años hizo el cartón editorial en mi añorado diario La Prensa. No olvido a Alberto Huici, Ernesto Guasp, Rafael Viadana, Emilio Abdalá y Eduardo Gómez “El Nene”.

EMPEZÓ DE “CAJISTA Y PRENSISTA”

Al tiempo que tuvo trabajo en una imprenta, a los 14 años, David principió sus estudios de dibujante con el maestro Crescenciano Garza Rivera. Alternaba sus horas de “cajista y prensista”, durante cinco años para capacitarse, consiguiendo becas de la Secretaría de Educación Pública y del municipio de Monterrey para inscribirse en la Escuela Nacional de Artes Plásticas, la Academia de San Carlos, en la Ciudad de México.

Por esos días, principios de 1940, el joven neoleonés ya era un estudiante muy avanzado en dibujo, pintura y anatomía. En diciembre montó su primera exposición en los pasillos del Cine Alameda, en la Avenida Juárez, frente a la Alameda Central. Don Pedro de Lille, uno de los grandes locutores de la XEW lo invitó al programa “Consagrados por la Fama” para conversar sobre la atractiva exposición de caricaturas y retratos.

A los 20 años de edad, David decidió no seguir sus estudios para dedicarse completamente al diarismo periodístico. Sus facultades y habilidades artísticas lo convirtieron en un retratista de prestigio. Entre esos trabajos nos heredó los hechos a María Félix, Silvia Pinal, Salvador Novo, Diego Rivera, de otros personajes como la actriz Bette Davis y entre sus amistades, que fueron muchas, figuró Jesús Martínez, el famoso cómico de sátira política, el tapatío “Palillo”.

En su trayectoria tuvo tratos con presidentes. Con el licenciado Adolfo López Mateos durante la inauguración del Salón de la Caricatura, en el edificio del Club de Periodistas. A Miguel de la Madrid le regaló tres libros de su autoría: “Monos, Monitos y Monotes”, “Recordar es Reír” e “Historia de la Caricatura, 50 Años de David Carrillo”. Se  abrían las puertas del Museo de la Caricatura, en Donceles 99, en el hoy Centro Histórico de la Ciudad de México, siendo presidente de los caricaturistas, el gran amigo Pedro Sol.

UNA FAMILIA MUY SINGULAR

En diferentes momentos David fue objeto de reconocimientos y homenajes por su desempeño profesional y la dedicación a favor  de sus compañeros. Uno de esos eventos tuvo lugar en Querétaro y lo compartió con su esposa, ¿saben quién es?, la inconmensurable cantante en activo, Marilú, de quien hace dos semanas comenté su vida artística que inició en 1939.

Pues bien este personaje del periodismo mexicano hace casi cinco años, dejó este hoy pandémico mundo (hace 5 años no había COVID 19). Cuando David y “La Muñequita que Canta” se conocieron e iniciaron su romance, paseando por el Parque de los Venados, al Sur de la Capital Mexicana. Después contrajeron matrimonio y vivieron muy felices, alrededor de 50 años, con hijas Marina y Elvira. Marina Azuela Herrera, hija del primer matrimonio de Marilú, es una superactiva mujer: abogada de asuntos civiles, escritora, maestra universitaria, poetisa, declamadora y ejecutante de la guitarra para acompañarse al interpretar canciones.

A Elvira la conocí cuando formamos parte de un grupo de periodistas invitados por el Departamento de Turismo, de los Estados Unidos de América para visitar atractivos turísticos y promocionarlos en México. Ella era la responsable, directora, de la edición de la Revista Vanidades en México. Actualmente es directora general de Mixed Voces Com  y de Raza Development Fund, allá en el vecino país del norte. Su servidor era reportero de La Prensa.

No olvidaré que en la página 87 de mi libro “La Radio, El PRI y El Destape”, publicado por Editorial Diana, aparece el cartón de mi inolvidable amigo David Carrillo. Es en relación con el equivocado lanzamiento del doctor Sergio García Ramírez como candidato presidencial del PRI en 1987. Las frases cortas del cartón sintetizan la humorística crítica: hacia “el bueno”: “Es el mejor…el que yo decía…el único…el incomparable…no podía ser otro”

jherrerav@live.com.mx