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Diurno en la muerte de Emiliano Zapata

Autor: Roberto López Moreno

Emiliano Zapata,

daga de duelo en la entraña de tu madre,

lágrima lumbre en el vientre de tu madre,

ardor de barro en el cuerpo de tu madre,

cadáver tejido a raíz de pólvora,

cabalgata en el polvo

a viva ausencia.

Emiliano

ejército de ejidos con la abstinencia en armas,

hoy grito sin nombre en el pozo de la noche,

tu madre te busca, te llama

-llama enhiestra del maíz-

repite tu nombre entre las cañas

y sólo encuentra un hijo muerto

con surcos a traición clavados en la carne de su día,

y sólo encuentra tu silencio entre sus voces,

tu ronco manantial acribillado.

Ella te cubre entonces con su rebozo vegetal,

te lava las heridas

con sus lágrimas, ríos furiosos,

dulcísimas corrientes indefensas

y besa tu nombre sobre la frente abierta,

predio de la ternura,

receso ensangrentado.

Qué enorme soledad la de sus manos,

qué llanto tan rencor

su agricultura rota,

qué modo de sangrar por tus heridas

su angustia descarnada

sobre el barro brutal de su lamento;

qué modo de palpar tu sangre

cuando la tarde derrite

los horizontes de sus ojos ardiendo.

Y mientras… tú, jinete de vida,

cosechando la muerte en cada poro;

y mientras… tú, fuego desecho,

naciendo libertad para los buitres,

para los del festín, en esta hora de espanto,

de tragedia,

de plomo al hombro de la noche,

Emiliano muerto

¿En qué Genaro? ¿En qué Lucio?

¿En qué barranca nuestra

te está gestando la madre que aún te llora?

¿De qué llaga levantarás tu carne a vegetal y arcilla?

Muerto tea, barro río

enmauserando el amor de los arados;

luz puñal de los humildes que esperan de tu siembra,

de tus incendios enverbando la llanura,

rehaciéndola.

Por ahora el festín ríe y se agita

y los asesinos se construyen diariamente

una bestial patria

de bestias revolcándose en estiércol.

Por ahora el festín está de fiesta.

Ahora es tu silencio,

tu madre se enllaga de tu cuerpo,

se tiende junto a ti,

de semilla a impotencia desgarrada.

Emiliano Zapata,

tu madre te busca,

solloza por el hijo

tierra de su tierra,

niño de su tierra.

Tu madre te reclama, tiembla,

brama su dolor profundo,

y llega a tanto ese dolor amargo,

que te inventa de nuevo en cada cuna,

en cada filo,

cada vez que la posee el relámpago.

(E mail: www.robertolopezmoreno.com)