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Que conste…son reflexiones!

Los caminos de la vida son muchos, a veces tomamos el correcto y en otras, en un descuido, andamos más perdidos que nada. Hay muchas formas de comunicarnos, la comunicación es variada y cada gente tiene su estilo. 

Por el paso de los años y en atención a lo que nos gusta hacer en el escribir o en la observación de los acontecimientos y la realidad, hemos podido observar los muchos estilos: por ejemplo, recuerdo los discursos de López Mateos y a pesar de no entenderle bien a bien por ser muy niño, en esos mítines veíamos que la gente sumaba voces y porras y frases de apoyo a su favor, hasta las bromas donde gritaban: “Y ahora qué nos toca: Viaje o vieja”. 

La voz dura modulada, recia de Gustavo Díaz Ordaz sin duda mostraba que su rudeza tenía que ser de todos lados, se obedecía o se obedecía, y no se permitía desviarse a menos que se aceptara el precio de tal acción, incluyendo aquello de entierro, destierro o encierro y lo cumplía, porque así era él y sus gustos, cerrados y dogmáticos. 

Recordamos lo parlanchín que de pronto tuviera en sus discursos y actos don Luis Echeverría y de cómo poco a poco sus palabras lindaban los cambios y se llegaban a los linderos del mundo teniendo como meta el que se podía entender que quería salvarlo cuando no podía salvar los daños dejados en su patria.  

La lucidez y el buen decir las cosas y el seductor hablar de López Portillo, daba además de su figura un toque que apasionaba a las mujeres y seducía a todos porque era como un torbellino donde la fuerza natural era manifestada en forma permanente y con ella el amor a su madre y sus hermanas, rodeado siempre de hembras que lo seducían y apapachaban hasta llevarlo a la frivolidad y el desencanto, cuando le salían de rabia o de frustración y desengaño las lágrimas y el grito de “defenderé al peso como un perro,” quedando en una débil ladrido.

De pronto, el silencio y la fuga de palabras que no entendía nadie porque de la política entramos de lleno a la sumisión y a la tecnocracia, los caminos se perdieron y cambiaron dejando la palabrería por los números y los datos. Dejamos el camino de la revolución para entrar al camino de la sumisión y del saqueo total, entrando de lleno a los amores perros de la tecnocracia, dejando a los políticos en el destierro y en el no entender lo que pasaba. Se hablaba en inglés y se usaron los medios y los escritores y periodistas, locutores y comunicadores, de tal suerte que muchos locutores se sentían comentaristas y los conductores se pensaban dueños de la verdad y de los destinos del pueblo. Eso cambió las reuniones de masas por las reuniones en torno a la “caja idiota” y nos idiotizamos, por ello llega con toda la fuerza, Miguel de la Madrid, con las únicas cartas de que se formó en los Estados Unidos y que había recorrido otros caminos, menos rurales, para entrar en la modernidad y por supuesto en el entreguismo y el miedo a la gente.

Por ello, se abandonaba a los ciudadanos cuando lloraban asus muertos y heridos por las tragedias y temblores, mientras el nuevo tecnócrata se refundía al lado de sus cuates a cantar y reunirse en salones y restaurantes para hablar y hablar, mientras nos hundíamos. 

Y así llega el otro formado en los Estados Unidos, con raíces en la izquierda mexicana por el lado de su madre: De Gortari, y en esa combinación tejía nuevos rumbos y trazaba nuevos caminos que al final de cuentas lo llevaron a las tragedias más terribles en muertes y atentados y en levantamientos indígenas que dejaron y dejan una enorme huella en el suelo patrio, y descontrolado y sin caminos firmes, sacan de la maga a otro formado en los Estados Unidos pero con ligas en el Politécnico, institución a la cual jamás retornó ni apoyó, porque no sabía de su sabor y de su aroma y jamás tuvo la pasión del entender por dónde cruzaban esos caminos de aquella vida y se fugó en las vías férreas que conducían al Norte, y salvó a los bancos y banqueros para retornar a las calles y caminos norteños del más allá de nuestro suelo y aprovecha el desmadre y la confusión de ya no entender ni madres, para dejar en el poder a un ranchero que trabajaba de gerente de la coca, y así, entre botas y pasiones, entre idas al rancho a comer mole con guajolote que le tenía preparado para darle sabor al caldo, doña Mercedes su madre, y al tequila, llegó Fox y destruyó todas las esperanzas del cambio para dar paso al “hijo desobediente” que entre trago y trago, sacando las fuscas y los dineros, hiciera muchos negocios y destrozos y matanzas porque le entraba lo del vaquero intoxicado con tequila y de ahí llega el ídolo de las masas en televisión, le cuelgan hasta una bella y simpática actriz de telenovela para dar paso al camino de la vida en televisión con la tragedia final que siempre saca lágrimas o risas.

Y ante tales desastres generados por la mala comunicación y los saqueos, corruptelas y entreguismos, los mexicanos dimos un paso a otro campo, y ahora, estamos ante un nuevo camino que a muchos parecen bien y a otros cuántos parece que les rompe el hígado y no saben ni qué contestarle sino es con insultos y bravatas, pero sin resultados, porque no entendían que en los nuevos tiempos de la comunicación las palabras, bien o mal dichas, salen de todos y hacen muchas bolas de protección y al final tenemos o no buenos resultados, pues todos serán responsables y cuando esto pasa, pues lo mejor es callar y así algunos callan y otros hablan desde lejos y por cartas, pero no dando la cara porque no tienen cara que dar. 

Y ahí está lo bueno y lo malo, lo que no sabemos es en qué parará el discurso y si esos dichos serán buenos hechos como lo planteaba Juárez, cuando decía que no se le juzgara por sus dichos, sino que se le juzgara por sus hechos porque sostenía que sus dichos eran hechos, es decir, era hombre de pocas palabras y de buenos resultados… ojalá, sea el camino que tomamos… y no los pleitos desesperados contra monigotes de la derecha o del centro o de los mismos de la “oposición”…