Sacude lo que nos dice nuestra apreciada colaboradora, la psicóloga Rosa Chávez, sobre la evolución de la humanidad desde la Edad de Piedra hasta nuestros días. Su lectura te hará comprender muchas cosas y te servirá para tomar decisiones que te permitan vivir mejor.
Por: Rosa Chávez Cárdenas
La desigualdad se remonta a la edad de piedra. Hace unos 30 mil años ya se notaba la diferencia de clases, en detalles como el fallecimiento. Los cazadores y recolectores enterraban a sus miembros en tumbas ostentosas con sus pertenencias: brazaletes de marfil, joyas de metales y objetos de arte y los más pobres terminaban en un agujero en la tierra.
La revolución agrícola multiplicó la desigualdad, los individuos le encontraron valor a la propiedad, a los animales, utensilios y joyas. Las pertenencias resultaron un obstáculo para la igualdad, inició el adagio: “cuanto tienes cuanto vales”.
Los bienes se heredan de generación en generación, la diferencia entre pobres y ricos se hizo notoria. La revolución industrial, revoluciona la economía, surgieron las masas de obreros y la igualdad se convirtió en un ideal en la sociedad; con ese pensamiento surgió la ideología de comunismo. Los gobiernos de la dictadura y los democráticos parecen tan buenos; invierten en la salud, educación y servicios para las masas, no por humanos, sino para mantener en buenas condiciones a los trabajadores, para que rindan mejor en la producción.
El siglo XX se centró en la igualdad entre las razas y géneros, en el XXI parecía que el proceso igualitario continuaría. La globalización resultó otro ideal, creían que daría prosperidad económica a todo el planeta y en los países de Tercer Mundo como la India, México, África, la gente recibiría los privilegios de los de primer mundo como, Canadá, Corea y Alemania.
La globalización ha beneficiado, pero la desigualdad, incluso ha perjudicado. La mezcla de culturas, se está perdiendo el sentido de pertenencia. Nació el término globalifóbico, acuñado a los que se oponen a la apertura.
Pero que paradoja, el uno por ciento de los más ricos son poseedores de la mitad de la riqueza del mundo, las 100 personas más prominentes del planeta dictan las políticas para los 4 mil millones de personas más pobres.
¿En donde se percibe la democracia?…en qué, ricos y pobres se mueren por las mismas enfermedades. No deja de asombrarnos que el futuro de las masas depende de la voluntad de una pequeña élite. Eso resulta peligroso en época de crisis como la que estamos viviendo y la catástrofe climática. Es muy tentador echar por la borda a la gente no necesaria…..sin miramientos pueden utilizar la biotecnología y la inteligencia artificial para sus fines.
Pero, lo que ha hecho la globalización, no es unir, sino dividir a la humanidad en diferentes especies. Son tantos los intereses que Estados Unidos y Rusia pueden hacer causa común contra la gente ordinaria, como lo han utilizado para fines políticos. Lo vimos en las elecciones de Estados Unidos, los rusos ayudaron a que ganara Trump.
Es un hecho, estamos atrapados en la red, los que nacieron en la era de la tecnología, ya están conectados desde el seno materno, las máquinas poseen nuestros datos, saben todo de nosotros, incluso preferencias en la intimidad.
Es bueno preguntarnos: ¿quién tiene mis datos? ¿el gobierno? ¿Mark Zuckerberg?, ya nos dimos cuenta que los vende. Los datos son más valiosos que la propiedad de la tierra, saben qué vendernos, como manipularnos, incluso donde enterrarnos. No somos libres, eso es un hecho, y no podemos desconectarnos de la red.
El gobierno, los servicios de salud, la policía, la escuela de nuestros hijos, la agencia de seguros, la empresa donde laboran y los bancos, son las grandes dictaduras digitales de la era de la tecnología.
Es tanta la frustración que causa estar atrapados, que las redes sociales, también sirven de terapia. Escribir mensajes se volvió como el muro de los lamentos. Abundan los felisólogos, esos que envían mensajes con frases positivas para no perder la esperanza de un mundo mejor conectado.
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