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Jesús Te Ampare

En Caracas, Venezuela, presencié un programa de televisión titulado “Aló presidente”. Era conducido por el propio dictador Hugo Chávez.

Se transmitía, en vivo, los domingos a las 11:00 horas y no tenía tiempo de finalización. Duraba, más o menos, seis horas.

Desde ese espacio, el presidente de Venezuela arremetía insultos y ofensas contra sus adversarios.

El tirano se convertía en vocero de la información oficial.

Era el todopoderoso.

Con sus mentiras cautivaba, pero también sembraba odios.

En México, el presidente López Obrador instituyó en el salón Tesorería las “mañaneras”, que están por concluir.

El objetivo: comunicar los temas de su agenda, defender el proyecto de la 4T y dar a conocer sus programas y políticas públicas.

Pero también ha sido un formato para descalificar a sus antagonistas y polarizar a la sociedad.

Desde esa tribuna AMLO ha remedado durante casi seis años –con su estilo socarrón–actitudes, expresiones y gestos similares del extinto presidente Chávez.

En cada “mañanera” difunde un espectáculo de excesiva habilidad e ingenio, para producir artificialmente efectos de apariencia maravillosa.

Mensajes con un atisbo de megalomanía imposible de ocultar.

El tema corrupción ha sido uno de los más aludidos.

Desde ese micrófono acusa y agrede, “con todo respeto”, a sus adversarios. No deja títere con cabeza.

Con engañifas –a bote pronto– provoca risitas perversas de cercanos colaboradores que ya conocen el viejo truco del “Mago”.

Pocos se percatan de sus gestos corporales que muestran el auténtico mensaje.

El lenguaje no verbal es más importante de lo que creemos. El 93% de lo que transmitimos tiene gran influencia en las relaciones sociales. Es el inmejorable efecto de las emociones.

Los “rollos” mañaneros se formulan a través de su jerga corporal, pero hay que saber identificarlos.

Los mensajes precisos y macizos se convierten en simples distractores para esquivar la verdad.

Los comunicadores profesionales controlan el discurso a través del cuerpo.

Otros, como el “caudillo del sur”, tropiezan porque sus gestos, el cambio de posición de manos, brazos, piernas y rostro, reflejan sus auténticos estados mentales y afectivos.

Hay quienes sí coordinan el habla corporal y verbal, por tanto, transmiten procesos sensoriales positivos.

Otros más, caen en el fango de la mentira disfrazada de verdad desnuda.

Por eso, la expresión corporal nos hace saber en quién confiar y en quién no.

El lunes 30 de septiembre AMLO conducirá la última “mañanera” del sexenio.

Pero vendrán otras, con toque femenino y científico.

¿Aló presidenta Sheinbaum?

Probablemente, a partir del miércoles 2 de octubre.

Estaremos muy pendientes.

ceciliogarcíacruz@hotmail.com