PLUS ULTRA desde Nuevo Laredo, Tam.
Nadie está exento de incurrir en ese tipo de comportamiento, sobre todo, en las competencias atléticas de pista. No falta quien arranque, antes de que el estruendo del fogonazo anuncie el comienzo de la competencia. Si el que se anticipa no tiene quien lo imite, es expulsado. Se sanciona su actitud, con un propósito crucial: evitar se vuelva habitual, es decir, patológico.
En Morena, el partido político que debutó ganando la Primera Magistratura en México, hay un grupo selecto de aspirantes «a la grande», tildados por el señor presidente López Obrador, «corcholatas», entre quienes está destacando el Secretario de Gobernación, Adán Augusto López, por la gira por todo el país, con la justificación de visitar los Congresos Locales, con el propósito de solicitarles, apoyen la permanencia del ejército en las calles, en plan de policías, hasta el 2028.
Hay quienes ven en la gira, un obvio, innegable afán protagónico, con la mira puesta en la silla presidencial. Él, por supuesto, lo niega.
Me extraña la pasividad de las corcholatas. Ninguno de ellos. Ella muchísimo menos, han salido a los foros, a reclamar la manifiesta anticipación de don Adán Augusto.
En una de sus intervenciones ante congresistas locales, análoga a todas las anteriores, el Secretario de Gobernación, con socarronería, llamó a Calderón, «Felipe el pequeño», al mismo tiempo que lo acusaba de haber «militarizado» al país, traficar con armas, motivo por el cual está siendo investigado a nivel internacional.
Adán Augusto López, está acudiendo a los Congresos Locales, para impulsar la aprobación de la reforma constitucional, que permita la participación del ejército, en labores policiales hasta el 2028, lo que constituye una paradoja mayúscula porque, censura la militarización endilgada a Felipe Calderón, en tanto soslaya la que realiza el señor presidente, Andrés Manuel López Obrador.
Frente a la dinámica electorera del titular de Gobernación, el selecto grupo, tildado de «corcholatas», por el jefe de la Nación, se abstienen de criticarlo, dedicándose, igual, sin menoscabo de sus responsabilidades oficiales, a darle vuelo a su promoción personal, destacando entre ellos, la única ella, Claudia Sheinbaum. Ya se lo he dicho. Me refrendo. La jefa del Gobierno de la Ciudad de México, está firme. Ella es. Ella va a ser la seleccionada en las asambleas morenistas. Escríbalo. Es dogma.
Es probable que la contumacia, en la cual incurrió don Adán Augusto, le cueste la candidatura, si acaso su paisanidad iba a pesar en el ánimo de quien, con astucia sin igual, asegura que no meterá las manos por nadie, dejándole a las encuestas la potestad de ungimiento.
Pero como en política, la lógica y su contraparte, la absurdez, son de un kafkiano totonaco que colma el plato, al mismo tiempo que lo tira por encima de la cabeza del comensal, no sería raro que la última trastada del titular de gobernación, quede como anécdota nada más.
Don Adán, aseguró que había una investigación «internacional», abierta contra Felipe Calderon, por el tráfico de armas de «rápido y furioso», y al darse cuenta del disparate, se apresuró a corregir a los periodistas, asegurando que «nunca, dijo lo que dijo».
Le pregunto al inteligente lector: Si él fuera, y no doña Claudia, ¿votaría por él?
Hoy se refuerza la agorería de mi cordial colega, el muy talentoso Abraham Mohamed Zamilpa. Coincidimos en el punto. Es una diana, un centro en el objetivo, así traten de marginarlo. Ricardo Monreal Ávila, es el contrapeso del proyecto palaciego, él sí sabe medirle el agua a los camotes.
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