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Alfa-Omega

(Vacacionar, pasear, en Semana Santa, es peligroso).

En diversos comentarios referidos a la inseguridad que vivimos, durante las 24 horas del día, he apuntado que hoy se cuentan por miles los policías uniformados y se tiene una Guardia Nacional, creada por el actual gobierno federal.

A las instituciones encargadas de la prevención policíaca, así como las correspondientes a la administración y procuración de justicia policíaca, desde el siglo pasado se les ha cambiado la denominación, supuestamente para actualizarlas y brindar mejor servicio.

En el presente siglo la inseguridad es nacional. Los narcotraficantes siguen en su guerra para ganar territorio.

Uno de los carteles, afirman, domina en 23 Estados e inclusive, en la Ciudad de México, atentó contra el secretario de Seguridad Pública. En el interior del País las masacres, de hombres, mujeres y menores de edad, se vuelven cotidianas. La llamada delincuencia organizada y la no organizada golpean todos los días en las zonas urbanas, en los paseos campiranos; asaltan en las carreteras federales y autopistas, en el Anillo Periférico de la Ciudad de México.

Se acabaron los paseos sabatinos y dominicales al Desierto de los Leones, a las faldas del Ajusco, a Los Dinamos de Contreras, a los Llanos de La Marquesa, a las cercanías del Popocatépetl. Ya no se pueden hacer campamentos nocturnos en esos lugares y menos pueblear, esto era cuando las familias enfilaban en sus coches para recorrer pueblitos, disfrutar la gastronomía local, comprar artesanías diversas y elegir donde pasar la noche.

Comento que el hecho de cambiar el nombre a las instituciones, no sirve de nada. Como no hay procuración de justicia, mejor se aplica el título de “fiscalía”. Ya no se inicia un acta ministerial, hoy “se abre una carpeta de investigación”. El lenguaje es diferente en los medios policíacos, judiciales  y penitenciarios. Todo sigue igual, o peor. La burocracia domina. La víctima, el denunciante, el agraviado vive las horas sin ser atendido o le obstaculizan el trámite.

AUTODIDACTAS, INTUITIVOS Y DEDUCTIVOS

Bueno, la experiencia reporteril deja mucha enseñanza y gratos e ingratos recuerdos, más los primeros que los segundos. No hago válido eso de que “antes era mejor”, porque ni los policías uniformados eran unos angelitos, ni los detectives trataban con abrazos a los delincuentes habituales.

Ciertamente los cuerpos policíacos durante muchas décadas tuvieron como directores a militares, Generales Divisionarios, excepción los pertenecientes a la Procuraduría de Justicia del D.F., de la que dependía la Policía  Judicial. En el sexenio de Miguel de la Madrid el primer civil  designado jefe policíaco, Enrique Jackson Ramírez, en la Capital del País, cumplió en el corto tiempo al cierre del sexenio.

El Servicio Secreto durante 38 años operó, en el Distrito Federal y colaboró  en investigaciones dentro y fuera de nuestras fronteras. Fue un organismo policíaco con civiles, a los que se les acreditaba con grados de Agente, Comandante o Capitán, Mayor y Coronel. No usaban uniforme ni tampoco portaban insignias. En los años 40 vestían se traje, corbata, gabardina y sombrero de ala ancha, lo que les identificaba como “agentes de la Secreta” y sus patrullas eran automóviles sin leyenda alguna. Junto con una credencial portaban una placa metálica con la leyenda “Servicio Secreto del Distrito Federal”, popularmente conocida como “charola”. En los años 60 ya no usaban ese “uniforme”.

En 1938, por órdenes del presidente Lázaro Cárdenas, las Comisiones de Seguridad cambiaron su denominación, por la de Servicio Secreto. Dependía administrativamente del Jefe de la Policía Preventiva, que a su vez acordaba con el Jefe del Departamento del D.F.; durante la gestión del presidente Miguel de la Madrid hubo una campaña emprendida por abogados seguidores de la licenciada Victoria Adato Green (Primera Procuradora de Justicia en el D.F.) que calificaron de inconstitucional a la policía “secreta”. El presidente José López Portillo, en 1976, al darle posesión a su amigo Arturo Durazo Moreno, como jefe policíaco, determinó desaparecer el Servicio Secreto y creó la nefasta Dirección de Investigaciones para la Prevención de la Delincuencia, conocida como la DIPD.

El Servicio Secreto fue calificado como una de las mejores policías investigadoras del mundo.

En los años 50 y principios de los 60 el Servicio Secreto estaba dirigido por un detective reconocido internacionalmente. Era el coronel Manuel Mendoza Domínguez. Un hombre que tenía a su cargo diez grupos de investigadores de homicidios, asaltos, robos a casas habitación, carteristas, “descuenteros” (los que arrebatan bolsas a las señoras) y toda clase de raterillos que estaban generalmente localizables. Se contaban con un fichero de fotografías de los delincuentes, perfectamente clasificados “por la especialidad que dominaban”. En el tablero del sexto grupo del SS, dedicado a averiguar robo de automóviles, estaba la ficha de Arturo Durazo Moreno. Obvio desapareció todo indicio sobre ese señor.

Don Manuel permanecía poco tiempo en sus oficinas. Con los Comandantes, jefes de grupo o Capitanes, así como con los agentes, realizaba las investigaciones. Una veces buscaban al autor de un asesinato, otras veces iban tras de las bandas de ladrones. Recorrían las colonias más populares y sembraban confianza y seguridad. En 48 horas, en febrero de 1960, detuvieron a unos sudamericanos que asaltaron la sucursal del Banco de Comercio, ubicada en Insurgentes Sur y Vito Alessio Robles. Recuperaron parte del botín, armas y pelucas que utilizaron los delincuentes.

Contaba uno de los reporteros policíacos de aquellos tiempos, Carlos Borbolla Miranda, que don Manuel fue a la Colonia 20 de Noviembre en busca de un hombre señalado como autor de un asesinato. El viejo detective jugaba con su corbata y vio a un perro echado bajo un coche. “Muevan a ese animal y síganlo, a donde entre, se paran y me esperan”. El perro se metió a una vecindad y se detuvo frente a una puerta. Directo el Coronel Mendoza al ver salir a un hombre, le dijo: “Estás detenido” y lo llevaron a las oficinas, confesó su crimen. Pura intuición policíaca.

Ese personaje policíaco fue el guía, el maestro, de los que habrían de ser detectives que no dejaban pendiente ningún asunto. Entre ese equipo, formado en la práctica diaria, llegaron a ser jefes del Servicio Secreto, Jorge Obregón Lima y Rafael Rocha Cordero. Con ellos colaboraron José Salomón Tanús, Manuel Bahena Camargo, Jorge Udave González, Juan Larios Ochoa. Otra época brillante, por los resultados obtenidos, fue la del abogado y catedrático universitario Eduardo Estrada Ojeda, sucesor de don Manuel.

CAIDOS EN EL CUMPLIMIENTO

Entre los detectives que cayeron en el cumplimiento de su deber, encontré la información que escribió mi amigo y colega Oscar Domínguez, en la sección policíaca de La Prensa. Narró que el 22 de junio de 1972 al pretender ejecutar una orden de detención, el detective Gilberto Alba Molina fue recibido a tiros, recibiendo dos en la cara y uno en el pecho. No pudo defenderse y su muerte fue instantánea, quedando también herido José Cervantes Cortés que acompañaba al policía.

Los hechos ocurrieron a las 15:15 horas del día mencionado frente al número 57 de la calle Javier Villaurrutia, Colonia Paulino Navarro, en el Oriente de la Ciudad de México, domicilio de Maximino Pérez Pérez, conocido en el hampa como “Chimino”, buscado por el asesinato del detective y luego al ser capturado confesó haber dado muerte a otras dos personas.

Alba Molina tenía la placa 200 del Servicio Secreto. Estaba adscrito al undécimo grupo que comandaba Rosendo Páramo Aguilar. La esposa del detective y otros familiares también laboraban en tareas administrativas en esa institución, me contó una hija de Gilberto, Martha Alba.

Félix Vargas Jiménez, también investigador de homicidios, fue victimado en el crucero de Niño Perdido (hoy Eje Central Lázaro Cárdenas) y Obrero Mundial, D.F.; Félix estaba a las órdenes del comandante Jesús Gracia Jiménez. El responsable fue detenido.

Lo dicho, tuvimos una época en que las 24 horas del día podía transitarse por calles y avenidas, sin riesgo ninguno. Los detectives controlaban al hampa. No eran “hermanas de la caridad” ni “blancas palomas”, pero no dejaban un caso sin solución, es decir localizaban y aprehendían a los responsables, en los casos de robos a casas o comercios, recuperaban lo robado e inclusive detenían a los “compradores de chueco”.

SENADOR DE LUJO

El martes pasado rindió su protesta como integrante del Senado de la República el sinaloense Heriberto Manuel Galindo Quiñones, PRIista desde siempre y hoy pertenece al grupo de los escasos políticos nacionales en vigencia. Licenciado en Ciencias Políticas, tiene una larga y reconocida trayectoria por los servicios prestados en la Comisión Federal de Electricidad, en la Secretaría de Hacienda y Crédito Público, en el Infonavit, así como en la dirección del desaparecido CREA (sustituto del Instituto Nacional de la Juventud Mexicana).

Heriberto M. Galindo es originario de Guamúchil, en el Norte de Sinaloa. Su manejo extraodinario como responsable de Prensa, Difusión y Relaciones Públicas, le abrió muchas puertas. Político hábil y recuerdo que no hace muchos se ponderó mucho a “El Chilorio Power”, integrado por un grupo de jóvenes políticos entre ellos Pascual Cervantes, David López Gutiérrez, Carlos Fernando Almada López, originarios de Sinaloa y destacados comunicadores. Almada además catedrático universitario, doctor en Administración Pública y diplomático, a quien en 2006 el hoy senador Galindo Quiñones le rindiera un merecido reconocimiento.  

P.D. En la agenda de esta semana, comentaré sobre tres estrellas internacionales de la cinematografía. El 10 de marzo de 1928 en Ciudad Real, España, nació la niña María Antonia Alejandra Vicenta Elpidia Isidora, según el acta de bautizo. En el pasaporte fue María Antonia Abad Fernández y en el medio artístico, Sarita Montiel, a quien llamaron “La Bomba Latina”. Desde 1951 obtuvo la nacionalidad mexicana. Su trayectoria pocos no la han de recordar. Murió en abril de 2013…Irán Eory, quien se llamó Elvira Teresa Eory Sidi, murió el 10 de marzo de 2002. La escultural actriz comenzó su carrera a los 16 años y filmó cintas en España, en Argentina, en Italia y en México, a éste país llegó en 1969 invitada por la inolvidable Yolanda Vargas Dulché para la película Ruby, con los galanes Aldo Monti y Carlos Bracho. La estrella nacida en Teherán, Irán, llegó acompañada de sus papás. En el próximo octubre hubiese cumplido 84 años…Apenas el martes 9 del presente, víctima del cáncer, nos dejó la modelo, actriz y cantautora de Hermosillo, Sonora, Isela Vega Durazo, que dedicó 60 de sus 81 años al ambiente artístico, donde su arrolladora belleza, su sensualidad y su recio carácter la convirtieron en el cine, en el teatro y en la televisión, en estrella internacional. DEP.

jherrerav@live.com.mx