Por: Ricardo Monreal Avila
Twitter y Facebook: @RicardoMonrealA
En los últimos decenios del siglo pasado, la migración de connacionales hacia territorio estadounidense se acrecentó de manera considerable.
La búsqueda del sueño americano se volvió la puerta a la supervivencia para miles de familias mexicanas, las cuales encontraron en el dinamismo de la economía de aquel país una alternativa real, no sólo para solventar los gastos de la vida diaria, sino para mejorar considerablemente las condiciones de vida.
La búsqueda de una mejor calidad de vida generó diversas oleadas de migrantes, quienes, luego de abrirse camino, eventualmente procuraron llevarse consigo a sus seres queridos. Así, familias enteras se han ido de nuestro país para encontrar la prosperidad que en México no les fue posible obtener.
Sin embargo, gran cantidad de connacionales migrantes no se integran completamente al estilo de vida estadounidense; asimilan su estancia en ese país como un medio y no como un fin en sí mismo, por lo que, en muchos casos, paulatinamente trazan planes para retornar a sus lugares de origen, después de años de trabajo y de generar divisas que de manera recurrente envían a sus parientes en México.
En muchos casos, los recursos enviados desde el vecino país del norte son utilizados para la manutención de sus familias, pero también para diversas inversiones, desde la adquisición de propiedades, muebles o ganado, hasta la apertura de negocios de diferente giro. Todo ello en función de las ventajas de la paridad peso-dólar.
De este modo, las remesas han significado el ingreso de importantes recursos o divisas, que benefician directamente a miles de familias mexicanas, pero también a todo el país. De enero a octubre de este año ingresaron a nuestro territorio 33 mil 564 millones de dólares: un 10 por ciento, más en comparación con el mismo periodo del año pasado.
El Centro de Estudios Monetarios Latinoamericanos (CEMLA) revela que los 6 millones 345 mil migrantes de México que laboran en Estados Unidos y que reportaron envíos de divisas generaron más ingresos que los 19 millones 928 mil trabajadores y trabajadoras inscritos en el IMSS.
La cantidad de dólares estadounidenses que circula por nuestro país es enorme, ya que las remesas son sólo una de las fuentes de divisas, también hay un fuerte ingreso de billetes verdes provenientes de la actividad turística; tan sólo en 2019, México registró la entrada de 24 mil millones de dólares derivados de este sector: un incremento del 7.04 por ciento, en comparación con el 2018.
Es evidente que a nuestro país ingresan muchos más dólares de los que salen. En consecuencia, se ha dado un desequilibrio cambiario, ya que el exceso de moneda estadounidense, producto de remesas, turismo e inversión directa, ha generado distorsiones en el mercado cambiario, lo cual es necesario regular a través de nuevas estrategias financieras o económicas, que finalmente beneficiarían a los agentes involucrados en las dinámicas del mercado de divisas.
¿De dónde surge la importancia de regular lo que sucede al interior del mercado cambiario nacional? Los aproximadamente 10 millones de hogares mexicanos que reciben remesas o quienes obtienen sus recursos o su sustento a partir de las actividades turísticas en el país pierden aproximadamente el 30 por ciento del valor de los dólares recibidos, al momento de cambiarlos por pesos, debido a las altas comisiones impuestas a las transacciones, realizadas tanto en instituciones bancarias como en negocios particulares dedicados a la intermediación cambiaria.
La propuesta de reforma en la materia, presentada en el Senado de la República y que ahora continúa su proceso legislativo en la Cámara de Diputados considera que si el Banco de México (Banxico) comprara los excedentes de divisas ingresadas a nuestro país se eliminarían los altos costos asociados con la intermediación bancaria, financiera o comercial y, en consecuencia, las familias mexicanas que reciben dólares de manera cotidiana obtendrían muchos más pesos por cada billete verde cambiado.
El asunto ha despertado un intenso debate en la opinión pública acerca de los riesgos que podría ocasionar una medida como ésta, y a que se podría vulnerar la autonomía de esta institución estratégica del Estado mexicano.
Entre las críticas a la propuesta se argumenta que con la implementación de estas medidas se podría abrir la puerta para que acciones ilícitas como el lavado de dinero o la operación de recursos de procedencia ilícita encontraran una manera eficiente de penetrar el sector financiero formal, beneficiando con ello al crimen organizado, al narcotráfico, a la defraudación fiscal y otras actividades delincuenciales semejantes, siempre ávidas de enjuagar sus múltiples divisas.
Por ello, resulta importante mencionar que con la reforma presentada en el Senado no habría posibilidad alguna de que se presentaran tales escenarios, debido a que el Banxico opera con las mismas medidas de prevención, verificación y certificación de la licitud de las divisas que son aplicadas por los bancos que están autorizados para recibir y cambiar dólares estadounidenses.
La premisa fundamental estriba en que las divisas ilícitas se producen por el trasiego o la comercialización de productos ilegales, y no por el trabajo realizado por las y los connacionales presentes en la economía de Estados Unidos.
Por otro lado, la autonomía del Banxico no se vería lacerada de ninguna manera, ya que no se compromete en absoluto su gobierno, su libertad de decisión o su acción institucional; muy por el contrario, su autonomía se fortalecería, al consolidar el rol de instancia reguladora de flujos monetarios y de intercambio de divisas que a diario circulan por nuestro país.
La finalidad de la reforma es beneficiar la economía de millones de familias mexicanas, evitando al mismo tiempo la distorsión existente en el mercado cambiario, generada por prácticas como la especulación monetaria o de divisas. Asimismo, en justicia, no se puede permitir la pesada carga financiera, vía comisiones, que sufren día a día esas mismas familias que reciben su sustento a través de las remesas.
Hay muchos aspectos por considerar en la iniciativa que se presentó y aprobó en el Senado de la República. Por ello, la Cámara Alta ha estado recibiendo las opiniones o aportaciones de los agentes, colectivos o grupos interesados, como corresponde a un sistema democrático maduro.
En el ejercicio bicameral del Poder Legislativo de México, corresponde ahora a la Cámara de Diputados continuar con el proceso de revisión y, sin duda, resolverá en beneficio de todas y todos los mexicanos.